‘Si para mi hijo no existen límites, para mí tampoco’ - 23 de Octubre de 2019 - El Tiempo - Noticias - VLEX 820209889

‘Si para mi hijo no existen límites, para mí tampoco’

¿Cómo le niegas algo a tu hijo, cuando desde su parálisis cerebral para él no existen límites?", se pregunta Óscar Caro, un cuarentón que abandonó su trabajo en la oficina de relaciones internacionales de una universidad en Barranquilla para cumplir el sueño de su hijo Luis David: correr maratones. Y si a Luis David le preguntan qué es lo que más le gusta de esas competencias, responde que las fotos y corre a buscar su cuenta en Instagram para mostrarlas. La parálisis cerebral con la que este joven de 17 años convive desde que tenía 6 meses no le permite moverse con desenvoltura, por eso presiona con un solo dedo cada letra y símbolo en la pantalla. Su mente funciona a la perfección, pero su cuerpo no responde a algunos estímulos del cerebro. Una de las primeras fotos de su cuenta muestra un libro de pasta azul con una imagen peculiar. Vestido con un yérsey de licra, un hombre pedalea su bicicleta, que está enganchada a una silla de ruedas en la que va un niño. Podría tratarse de Dick Hoyt, el estadounidense que corría maratones empujando la silla de su hijo Rick, con quien en 1977 formó el Team Hoyt, que hace seis años inspiró la película francesa Con todas nuestras fuerzas. Pero no, los protagonistas de esta foto son Luis David y su padre, Óscar Caro, en medio de uno de sus rutinarios entrenamientos en la vía que de Barranquilla conduce a Puerto Velero. Como esta imagen tienen cientos. Han recorrido más de 500 kilómetros en competencias nacionales e internacionales en las que, además de halar la silla con su bicicleta, Óscar nada mientras arrastra un bote en el que va su hijo, o corre mientras empuja una silla adaptada para él. También hay fotos de Luis David tocando violonchelo, flotando en una piscina, ejercitándose en el gimnasio y comiendo pizza hawaiana. A pesar de su condición de discapacidad, su familia, su colegio y él mismo han trabajado para que pueda vivir como cualquier otro niño. Hace cosas, de hecho, que otros muchachos no, como hablar a la perfección tres idiomas y aprender, por su cuenta, los rudimentos de la lengua que se habla en el próximo destino de competición. "Él es una cajita de sorpresas", comenta Óscar. Entre esas sorpresas también estuvo el deseo de aprender a nadar, que ya satisfizo. O uno más viejo, de 2016, cuando uno de sus tíos, apasionado del deporte, le habló del Team Hoyt, la inspiración para convencer a su papá de comenzar a correr maratones juntos. Ese sueño, que suponía que un padre sedentario se...

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