‘Tener covid-19 por más de un año es como una montaña rusa de emociones’ - 28 de Septiembre de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 876261142

‘Tener covid-19 por más de un año es como una montaña rusa de emociones’

Mi nombre es Daniela y hace un año supe que tenía covid-19. Quiero compartirles la historia de un momento de mi vida cuyos sucesos han sido tan enigmáticos como impredecibles. Hoy sé que hago parte de un grupo minoritario de pacientes cuyas manifestaciones clínicas por la infección suelen extenderse más allá del tiempo previsto para la recuperación total del virus. Algunos médicos y científicos llaman a esta afección "síndrome de covid prolongado" porque involucra una gran cantidad de problemas de salud nuevos y recurrentes que, en mi caso, se han extendido por un año. Este es un relato repleto de instantes álgidos, expresiones de angustia, pensamientos solitarios, dolores insoportables y muchos diagnósticos, pero sobre todo es un testimonio de vida y esperanza porque hoy puedo escribir sobre esto que me sucede, cuando muchos otros pacientes contagiados por el virus ya no están con nosotros. Soy enfermera de profesión. Me gradué en la Universidad El Bosque durante el año de la pandemia (2020). Tengo 24 años y soy integrante del grupo de medicina interna del Hospital Universitario San Ignacio (HUSI). Hace un año, durante el encierro, vivía con mi hermana, mi pareja y mi mamá, que es terapeuta respiratoria especialista de cuidado crítico neonatal. Para aquel entonces todos éramos cuidadosos y teníamos protocolos estrictos de limpieza y desinfección en mi casa. Por eso les diré que cuando empecé a sentirme exhausta una tarde de domingo, jamás se me cruzó por la cabeza que yo pudiese tener covid-19. El 22 de septiembre de 2020 me llamaron del hospital donde trabajo para informarme que tenían los resultados de los exámenes que me había practicado días antes en el HUSI. Mi jefe me había sugerido hacerlos para descartar cualquier duda respeto a mi malestar. Tenía covid-19 y, con ello, un sin número de síntomas que iban agravándose conforme pasaban los días. Lo primero que noté fue que había perdido el gusto. Mi mamá preparaba toda clase de remedios caseros, como agua de moringa , infusiones de té, entre otros. Me los tomaba únicamente intentando seguir instrucciones porque no podía saborearlos. Me dolían las piernas y no tenía aliento para levantarme de la cama, tuve tos seca, dolor en la espalda y huesos. Mi garganta se irritó y me salieron placas enormes con pus que no me dejaban pasar saliva. Poco a poco el malestar se acrecentó, los días me pesaban, el estómago me dolía y vomitaba constantemente, no me podía levantar y tampoco lograba caminar...

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