Anexo. Historia de la gubernamentalidad después de foucault - Historia de la gubernamentalidad I. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault - Libros y Revistas - VLEX 857304077

Anexo. Historia de la gubernamentalidad después de foucault

AutorSantiago Castro-Gómez
Cargo del AutorDoctor en letras por la Johann Wolfgang Goethe-Universität de Frankfurt, Magíster en filosofía por la Universidad de Tübingen (Alemania)
Páginas231-268
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ANEXO
HISTORIA DE LA GUBERNAMENTALIDAD
DESPUÉS DE FOUCAULT
En la clase del 31 de enero de 1979, correspondiente al curso Na-
cimiento de la biopolítica, Foucault advirtió a sus estudiantes que
daría “un salto de dos siglos” para pasar del liberalismo clásico
de finales del siglo XVIII al ordoliberalismo alemán de comienzos
del siglo XX. Terminados estos dos cursos, Foucault no volvió
a ocuparse del tema y orientó sus últimos trabajos al esclareci-
miento ya no de las técnicas de gobierno sobre los otros, sino de
las técnicas de gobierno sobre uno mismo. La genealogía de las
tecnologías liberales de gobierno quedó entonces sin terminar.
No obstante, poco después de la muerte del filósofo, algunos de
sus discípulos1 asumieron la tarea de llenar este espacio vacío de
casi dos siglos y empezaron a reflexionar sobre las tecnologías
liberales de gobierno en el siglo XIX. Algunos de esos trabajos se
remontan a los seminarios que el propio Foucault coordinaba
de forma paralela a sus cursos en el Collège de France,2 pero la
1 Me refiero concretamente a François Ewald, Daniel Defert, Jacques Donzelot,
Pásquele Pasquino y Giovanna Procacci.
2 Citaremos aquí el modo en que Didier Eribon describe estos seminarios: “En
1977-1978, el seminario analiza ‘todo lo que tiende a incrementar el poder del
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mayoría de ellos fueron publicados a finales de la década de los
ochenta y comienzos de los noventa.
Entre los trabajos más destacados de este grupo cabe desta-
car inicialmente los libros LÉtat-providence (1986) de François
Ewald, saludado en su momento por Deleuze como una obra de
“enorme originalidad”,3 y Linvention du social: essai sur le déclin
des passions politiques (1984) de Jacques Donzelot. Ambos textos
examinan el funcionamiento de las leyes sociales aprobadas en-
tre finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Francia con-
cernientes al desempleo, las enfermedades y los accidentes del
trabajo, enfocándose (sobre todo el texto de Ewald) en el modus
operandi de las compañías de seguros. Pero es el libro Governa-
re la povertà: la società liberale e la nascita della questione sociale
(1998)4 de Giovanna Procacci el texto que, a mi juicio, traza con
mayor precisión una genealogía de las tecnologías liberales de go-
bierno con relación a las transformaciones de la economía política
y la “cuestión social” en el siglo XIX. El denominador común de
estos tres libros es el examen de las transformaciones sufridas por
Estado’ y ‘principalmente el mantenimiento del orden, la disciplina y los regla-
mentos’. Pasquale Pasquino, Anne-Marie Moulin, François Delaporte y François
Ewald fueron los ponentes de las conferencias. El año 1978-1979 transcurre en
el estudio del pensamiento jurídico a finales del siglo XIX. François Ewald, Ca-
therine Mevel, Eliane Allo, Nathalie Coppinger, Pasquale Pasquino, François
Delaporte y Anne-Marie Moulin fueron los ponentes. En 1979-1980, el seminario
está dedicado a determinados aspectos del pensamiento liberal en el siglo XIX.
Ponentes: Nathalie Coppinger, Didier Deleule, Pierre Rosanvallon, François
Ewald, Pasquale Pasquino, A. Schutz y Catherine Mevel (Eribon, 1992: 317-
318).
3 Véase Deleuze, 2006a: 137. Ewald es el más famoso y controvertido de los dis-
cípulos de Foucault, más conocido como asistente suyo en el Collège de France,
animador permanente del “Centro Foucault” en París y editor de algunas de sus
obras póstumas. Recientemente Ewald ha sido señalado por algunos como cul-
pable de llevar a cabo una recuperación reaccionaria y neoliberal de Foucault,
sobre todo a partir de los años noventa, cuando empezó a trabajar como asesor
de instituciones como el MEDEF (Movimiento Empresarial Francés) y el proyec-
to PARE (Plan de Reingreso al Mercado Laboral). El filósofo argentino Tomás
Abraham le ha llamado incluso “el foucaultiano maldito”.
4 El libro fue publicado inicialmente en el año de 1993 en Francia con el título
Gouverner la misère.
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la racionalidad del liberalismo clásico en el momento en que la
industrialización hizo que la pobreza se convirtiera en un asunto
que debía ser gobernado con urgencia. Si lo que se buscaba era
impedir los levantamientos de la clase obrera y domesticar su
peligrosidad, entonces había que producir e intervenir sobre un
nuevo medio ambiente (milieu) llamado sociedad.
EL GOBIERNO DE LA POBREZA
François Ewald muestra en su libro LÉtat-providence que el go-
bierno de la pobreza no fue una pregunta clave y ni siquiera un
problema que buscó resolver el modelo gubernamental del libe-
ralismo clásico. La economía política clásica no reflexionó sobre
la pobreza como un objeto propio; no era algo que entrara en
su “grilla de inteligibilidad”. ¿Por qué razón? En primer lugar,
porque las desigualdades sociales son vistas como naturales, in-
evitables e irreducibles. El arte liberal de gobierno no puede ni
debe tratar de evitar las desigualdades, ya que ellas son el motor
mismo que anima la competencia (Ewald, 1993: 89). En segundo
lugar, porque la pobreza es vista como responsabilidad del indi-
viduo, o mejor, como resultado de una falta de voluntad indivi-
dual para el trabajo. Para los economistas clásicos, el trabajo es
la llave mágica que abre las puertas de la prosperidad, de modo
que la solución al problema de la pobreza no puede consistir en
ofrecer asistencia estatal a las clases más necesitadas, sino en fo-
mentar el trabajo. La asistencia estatal a los pobres es tenida por
el liberalismo clásico como un acto inmoral, ya que ello significa
condenar a las personas a vivir en un sistema de mutuas depen-
dencias que les incapacita para ser competidores activos en el
mercado. En suma: para la tecnología liberal de gobierno que
emerge hacia finales del siglo XVIII, el trabajo y la riqueza son las
dos caras de una misma moneda. Quien trabaja puede salir de la
pobreza y prosperar, quien no trabaja será enteramente respon-
sable de su pobreza.
Pero la revolución industrial mostró que el trabajo no sólo
podía generar riqueza, como pensaban los economistas clásicos,

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