Arte y verdad - La caída del hombre natural - Una historia de la verdad en occidente ciencia, arte, religión y política en la conformación de la cosmología moderna - Libros y Revistas - VLEX 874419973

Arte y verdad

AutorMauricio Nieto Olarte
Páginas289-382
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CAPÍTULO XII
ARTE Y VERDAD
UNA OBVIA
dicultad para entender el problema del conocimiento en el pasa-
do es el uso de nuestras propias nociones de ciencia, arte o tecnología. Hoy
resulta común la idea de que la ciencia y el arte son dos ocios con nes
distin tos. El artista, el artesano y el cientíco del presente parecen vivir en
mundos separados que apenas se reconocen. En la actualidad es frecuente
suponer que las percepciones o sentimientos individuales no deben formar
parte de la construcción de un conocimiento cientíco, objetivo y neutral. El
arte, por el contrario, parece celebrar la creatividad, las interpretaciones sub-
jetivas y las miradas individuales.
Con el triunfo de los ideales de objetividad del siglo
XIX
, la belleza y la
verdad tomaron caminos divergentes y difíciles de reconciliar. Si bien las di-
ferencias nos parecen evidentes, no siempre fue así y, como sugiere buena
parte del arte contemporáneo, no tiene que ser de ese modo. En lo que sigue
trataremos de mostrar la necesidad de entender que las fronteras entre la
ciencia y el arte no son jas e inquebrantables. Se trata de un problema fas-
cinante para examinar en casi cualquier momento de la historia, tanto en
Occidente como en otras tradiciones culturales. En esta oportunidad nuestro
interés se limita a enfrentar la pegunta sobre arte y conocimiento en el Rena-
cimiento europeo.
En la temprana modernidad esta separación carecía de sentido. Por el
contrario, las fronteras entre el conocimiento y la estética eran difusas, ya
que la losofía natural y el arte tenían objetivos similares y operaban desde
supuestos losócos comunes. Durante el Renacimiento, la obsesión del arte
por imitar con la mayor delidad la naturaleza, y las concepciones epistemo-
lógicas y religiosas de un diseño y un orden racional para el mundo natural
facilitó que los propósitos cognitivos de la losofía natural y los estéticos del
arte mantuvieran rumbos entrelazados.
Nuestra concepción algo idealizada del conocimiento cientíco no solo
se opone al mundo del arte y la estética, sino que se diferencia de la técnica
y de los saberes prácticos. Esta otra dicotomía —la distinción entre técnica y
teoría, entre la práctica y el conocimiento losóco1—, al igual que la sepa-
ración entre estética y conocimiento, se ha arraigado sin mucha resistencia
1 Para un acercamiento al problema desde la historia de la ciencia véase Manuel Medina, De
la techne a la tecnología (Valencia: Trant lo Blanch, 1985).
LA CAÍDA DEL HOMBRE NATURAL
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y, una vez más, resulta poco útil para entender la cultura del Renacimiento.
Aunque esta sección se centra en lo que se suele llamar bellas artes (pintura,
escultura y arquitectura), a lo largo del libro será útil mantener un sentido
amplio de arte; más cercano a la clásica noción latina ars, o su equivalente
griego techne, que incluye técnicas y ocios que no están restringidos a una
dimensión estética.
Desde la Grecia clásica encontramos una marcada diferencia jerárquica
entre la episteme, como nivel más elevado de conocimiento, y la techne, que
se ubica en un rango inferior. Sin embargo, a lo largo de la historia, y en par-
ticular en el mundo moderno, aparecen frecuentes puntos de encuentro que
hacen poco conveniente una tajante separación2. Como ha sugerido un cre-
ciente número de historiadores, las prácticas artesanales tuvieron un im-
pacto notable sobre el desarrollo de las ciencias modernas, y las tradicionales
dicotomías entre el artesano y el teórico, entre los ocios manuales y los in-
telectuales, entre la práctica y la teoría no fueron tan claras en el Renaci-
miento. De hecho, la articulación entre los saberes empíricos y los teóricos
fue denitiva, y constituye un punto clave para entender la historia tanto de
la ciencia como del arte3.
La referencia clásica más inuyente sobre arte y arquitectura en el tem-
prano Renacimiento fue la obra del romano Marco Vitruvio, para quien la
arquitectura tenía el componente práctico (fabrica) y la teoría (ratiotinatio).
El arquitecto requería de una amplia gama de conocimientos, tanto prácti-
cos como teóricos, en geometría, pintura, aritmética, historia, losofía y
música. Vitruvio promovió el estudio de medidas, el uso y diseño de apara-
tos e instrumentos de observación, al igual que de relojes mecánicos. De ar-
chitectura fue un tratado ampliamente estudiado; ocupó un lugar central en
las obras de Leonardo, Brunelleschi, Alberti, Ghiberti, Filarete, Cesariano,
entre muchos otros. Con múltiples copias y traducciones, De architectura
fue una lectura obligada para cualquier artista o artesano del Renacimiento
italiano4.
La arquitectura es un caso en el cual se hace evidente la estrecha rela-
ción de la teoría con saberes técnicos propios de lo que hoy llamaríamos in-
geniería. Contemporáneo de Leonardo da Vinci, Francesco di Giorgio fue un
claro ejemplo de un ingeniero humanista. Interesado en el estudio de la obra
de Vitruvio, fue el autor de dos tratados, Tratato
I
y
II
, sobre arquitectura,
máquinas e ingeniería militar. El conocimiento técnico en estos campos,
2 Pamela Long se reere a las zonas de encuentro (trading zones) para explicar la importan-
cia de la interacción entre saberes prácticos y teóricos en el mundo moderno. Véase Long, Arti-
san/Practitioners, 8. Véanse también Agustí Nieto-Galan, Science in the Public Sphere: A History
of Lay Knowledge and Expertise (Londres: Routledge & Francis Group, 2016); Peter Burke, The
Italian Renaissance: Culture and Society in Italy (Princeton: Princeton University Press, 1999).
3 Véase Long, Artisan/Practitioners.
4 Ibid., 92.
ARTE Y VERDAD
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como es entendible, resultaba de interés y clara importancia para los gran-
des mecenas y príncipes. Giorgio describe con detalle el funcionamiento,
entre otros artefactos, de complejos molinos. Los ocios artesanales eran ne-
cesarios y, por lo mismo, quienes poseían conocimientos de ingeniería, tra-
bajo en hierro o madera, tenían el reconocimiento de los mismos patronos
que auspiciaban el desarrollo de las artes y las letras. De esta manera, aque-
llos con habilidades técnicas formaron parte o tuvieron cercanía con círcu-
los de letrados humanistas. De hecho, muchos de ellos fueron autores y
hombres de letras. Lorenzo Ghiberti, por ejemplo, se entrenó como herrero,
fue un escultor en metal y un reconocido autor.
Los planes políticos y militares de los grandes Estados demandaron o-
cios y saberes técnicos relacionados con arsenales, astilleros, minería y me-
talurgia. Por su parte, el crecimiento de las ciudades fue un fértil terreno
para el encuentro de los saberes que se requerían en la construcción de edi-
cios, proyectos de ingeniería hidráulica, calles, acueductos y grandes igle-
sias. Estas necesidades prácticas de las ciudades y de los Estados coincidió
con la proliferación de libros sobre temas técnicos, libros que solo podían
ser escritos por quienes habían tenido entrenamientos técnicos en ocios y
al mismo tiempo una educación sosticada. El caso de la náutica y de los
manuales de navegación que vimos con algún detalle es una buena muestra
de ello. La navegación oceánica requiere de la experiencia y el conocimiento
Marco Vitruvio (ca. 80-15 a. C.)
Autor del tratado sobre arquitectura más antiguo que se conserva y el único de la
Antigüedad clásica. De architectura fue escrito entre los años 27 a 23 a. C. y fue cono-
cido y utilizado durante la Edad Media; pero tuvo sobre todo un impacto notable en
los humanistas y arquitectos del temprano Renacimiento italiano. Está compuesto
por diez libros que tratan diversos temas, como materiales, técnicas decorativas,
construcción, tipos de edicios, hidráulica, colores, mecánica y gnomónica, máqui-
nas de tracción, elevadoras de agua y todo tipo de artefactos bélicos (catapultas, ba-
llestas, tortugas, etc.). Se imprimió por primera vez en Roma en 1486 y tuvo múltiples
ediciones posteriores que hicieron del tratado una fuente fundamental sobre arqui-
tectura clásica, al igual que sobre pintura y escultura griegas y romanas. El famoso
dibujo de Leonardo da Vinci, el Hombre de Vitruvio, sobre las proporciones del hom-
bre, está basado en las indicaciones que aparecen en esta obra.

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