Las Autodefensas Campesinas de Puerto Boyacá y su afectación sobre los derechos de propiedad rural en Cimitarra, Santander - El despojo paramilitar y su variación: quiénes, cómo, por qué - Libros y Revistas - VLEX 691049769

Las Autodefensas Campesinas de Puerto Boyacá y su afectación sobre los derechos de propiedad rural en Cimitarra, Santander

AutorJenniffer Vargas Reina - Silvia Juliana Becerra Ostos
Páginas225-256

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Introducción

En este capítulo se analizan las características organizacionales de las Auto-defensas Campesinas de Puerto Boyacá -ACPB- comandados por Arnubio Triana Mahecha alias Botalón y su relación con el despojo de tierras. Se concluye que las ACPB se asocian al tipo de ejército antisubversivo y buscador de rentas descrito por la tipología de Gutiérrez (2014) y que no es una unidad altamente despojadora. Esto se explica por el tipo de motivaciones que orientaron su liderazgo y a sus condiciones organizacionales. Si bien no se ha encontrado evidencia empírica que permita constatar lo contrario, sí es claro que su accionar afectó de diversas maneras la regulación sobre los derechos de propiedad agraria de los campesinos de Cimitarra.

Para llevar a cabo este análisis se describen, en primer lugar, las características generales del municipio, posteriormente se aborda la dinámica del conflicto armado en Cimitarra y en el Magdalena Medio. En tercer lugar se

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describen las características organizacionales de las ACPB. Y finalmente se exponen las conclusiones sobre la relación de la unidad paramilitar con la regulación de derechos de propiedad rural.

1. Características generales del municipio de Cimitarra

Cimitarra es un municipio de Santander, ubicado en la región del Magdalena Medio. Es de cuarta categoría habitado por 43.584 habitantes, y tiene una extensión de 3.165,94 km2. La mayor parte de su área es rural 3.165,06 km2 y solo un 0,88 km2 corresponde al área urbana. Actualmente la mayoría de su población vive en la zona rural 26.219 habitantes, mientras que 17.365 viven en la cabecera municipal.1El territorio que corresponde al actual municipio de Cimitarra se colonizó intensamente a partir de la década de 1940.2Buena parte de los colonos eran campesinos desplazados por la llamada violencia liberal - conservadora, que llegaron de la Región Andina, principalmente de los departamentos de Santander, Tolima y Antioquia. Ellos establecieron una economía de subsistencia siguiendo la técnica de tala y quema de bosques que les permitía volver las zonas boscosas en tierras aptas para la agricultura y la ganadería. No obstante, después de obtener unas pocas cosechas, se vieron abocados a vender su parcela e iniciar nuevamente el ciclo de tumba del bosque, las parcelas fueron obtenidas por terratenientes que, en su mayoría, establecieron fincas de ganadería extensiva.3En la década de 1980 con la aparición de los dineros provenientes del narcotráfico y la construcción de la carretera troncal Carare-Opón del Magdalena Medio, se valorizaron las tierras de la región y se aceleró el desplazamiento de la economía campesina y de los ganaderos tradicionales por los

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agentes de la nueva ganadería para consolidar de manera definitiva la actual forma, tenencia y explotación de la tierra del municipio.

De hecho, la ganadería es la base económica del municipio, se presenta en todas las zonas, genera los productos exportables como son el ganado en pie, leche y quesos. La tierra en pastos ocupa el 92% de la tierra en uso y el 86,58% del área municipal.4Cimitarra tiene actualmente un Gini de tierras de 0,65; casi estable con relación al año 2000 que alcanzó un Gini de 0,67. Su estructura de la propiedad permanece constante con 45% del área del terreno bajo gran propiedad y un 50% bajo mediana propiedad (IGAC, 2012). Los más cercanos son en su orden Puerto Wilches y Barrancabermeja.5Su condición de tierra de colonización ha generado una forma de poblamiento denso sobre la periferia del municipio y una gran área central de ganadería de pastoreo, prácticamente deshabitada.6Además de la ganadería existen otras dos fuentes de ingreso, sobre todo para los pequeños campesinos: de una parte, la economía campesina de subsistencia, que se dedica al cultivo de productos de pancoger, principalmente cacao, maíz, yuca y plátano, que ocupan solamente un 2,31% del área cultivada. Las veredas con predominio de unidades productivas de economía campesina también cuentan con ganadería aunque en pequeña escala. La economía campesina genera muy bajo ingreso familiar y por tanto es donde se localiza la mayor parte de la población con necesidades básicas insatisfechas (67,5% de la población del municipio) este

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bajo nivel de ingreso está determinado por dos factores: la baja productividad de sus cultivos y la adversa comercialización de los productos.7En segundo lugar, la explotación maderera.8En el municipio existen manchas de bosques con maderas comercializables que son aprovechadas por los campesinos, pero, al igual que en la agricultura, el precio lo establecen los intermediarios, y por esta razón el ingreso monetario neto que recibe el campesino es muy bajo, después de descontar el costo de compra y mantenimiento de la motosierra, los fletes de las mulas que transportan la madera, los jornales invertidos en la tumba de árboles y aserrío, el transporte automotor y trámites legales, cuando se realizan.9

2. El conflicto armado y el surgimiento del paramilitarismo en el Magdalena Medio

El conflicto armado en Cimitarra se ha caracterizado por el accionar de diver-sos grupos guerrilleros, una respuesta represiva por parte del estado y por ser epicentro del surgimiento y consolidación de varios grupos paramilitares.

La guerrilla de las FARC hizo presencia en el municipio desde 1967, primero con el frente IV, comandado por Ricardo Franco y desde 1980 con los frentes XI, XII y XXIII. También estuvo el Ejército de Liberación Nacional - ELN-, desde finales de la década de 1960 al mando de Ricardo Lara Parada quien lideró la famosa toma del Cerro del Indio en Cimitarra en 1976.10

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Durante sus primeros años el Frente IV de las FARC construyó "una base social poli clasista" en la región del Magdalena Medio, caracterizada por "mantener buenas relaciones" tanto con notables de la región como con el resto de la población (Gutiérrez y Barón, 2006, p. 286). Las FARC cobraban una "vacuna" a los ganaderos a cambio de controlar y sancionar el abigeato y mantener la zona libre de delincuentes comunes, al tiempo que mantenían un cierto orden social y un discurso de cambio entre los campesinos. Varios autores señalan que durante este tiempo hubo una relación "armónica" por parte de los ganaderos, algunos ricos rurales de la zona y campesinos con las FARC. De hecho Ronderos (2014) señala que los Pérez (Gonzalo de Jesús y Henry) conseguían municiones del ejército para dárselas a las guerrilla hasta cuándo las FARC comenzó a hacer extensivo el secuestro a ganaderos en aras de ampliar sus fuentes de financiamiento (Ronderos, 2014). Por su parte Medina (1990) y Gutiérrez y Barón (2006), atribuyen la ruptura de esa relación entre ganaderos y FARC en Puerto Boyacá al surgimiento del frente 11 (a partir de una división del frente IV) y sus prácticas extorsivas contra los terratenientes para cumplir con los objetivos establecidos por el Secretariado de las FARC de garantizar su propio mantenimiento y colaborar con el sostenimiento financiero de la estructura nacional de la organización (Gutiérrez y Barón, 2006, p. 286).11Desde finales de la década de 1960, la respuesta del estado en la zona del Magdalena Medio frente al accionar guerrillero fue la asignación de alcaldes militares (Cimitarra tuvo siete entre 1967 y 1972), la militarización de la zona, y la puesta en marcha de una campaña contrainsurgente que terminó

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afectando gravemente los derechos humanos de los civiles y avalando la privatización de la seguridad en manos de grupos paramilitares.

La militarización de toda la Región del Magdalena Medio se concretó en la presencia del Batallón Santander ubicado en Ocaña, de la Brigada XIV del Ejército -inicialmente en Cimitarra y luego en Puerto Berrio- y el Batallón Rafael Reyes Nº 38, ambos en el municipio de Cimitarra, el Batallón Bomboná en Puerto Berrio, el Bárbula en Puerto Boyacá, y el Luciano D’elhuyer en San Vicente de Chucurí.

El manual de contrainsurgencia de la época señalaba que la población sería atacada como parte de la estrategia de guerra contra la subversión.

Para extirpar la organización terrorista del seno de la población, ésta será duramente atropellada, reunida, interrogada y requisada. Tanto en el día como en la noche, soldados armados harán repentinas incursiones en las casas de habitantes pacíficos para proceder a efectuar arrestos necesarios; se podrán producir hasta combates que tendrán que sufrir todos los ciudadanos (...) Pero bajo ningún pretexto, un gobierno puede en este aspecto dejar que surja una polémica contra las fuerzas del orden que solo favorecerá a nuestro adversario (...) La operación policiva será por tanto una verdadera operación de guerra.12Las Fuerzas Militares impulsaron una estrategia de represión contra la población en el marco de los estados de sitio, que les permitía desarrollar consejos verbales de guerra contra civiles acusándolos de ser auxiliadores de la guerrilla sin garantías para la justa defensa. También los campesinos fueron obligados a identificarse con un "carnet" que debían obtener en el batallón de su jurisdicción para poder transitar de un municipio a otro. La población "debía informar los motivos de situaciones tan cotidianas como la visita de un familiar, la compra de cualquier medicamento de uso doméstico o el envío o recepción de correspondencia".13En

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el marco de dicha estrategia, también hubo detenciones arbitrarias...

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