Balance de la historia del tiempo presente. Creación y consolidación de un campo historiográfico - Núm. 65, Julio - Julio 2018 - Revista de Estudios Sociales - Libros y Revistas - VLEX 741176937

Balance de la historia del tiempo presente. Creación y consolidación de un campo historiográfico

AutorEugenia Allier Montaño
CargoDoctora en Historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Francia). Investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y docente en el Colegio de Estudios Latinoamericanos de la misma universidad. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México. Últimas publicaciones:...
Páginas100-112
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Balance de la historia del tiempo presente. Creación y consolidación de un campo historiográfico | Eugenia Allier Montaño*
DOCUMENTOS
Siempre se valoró y estudió el presente en la histo-
ria: desde Heródoto y Tucídides, pasando por la historia
medieval y llegando hasta Ernest Lavisse y Marc Bloch,2 ha
habido historiadores interesados en estudiar el presente
que vivían. Sin embargo, en casi todas las ocasiones se
trató de emprendimientos aislados. Al surgir la historia
del tiempo presente en la década de 1970 en Europa,
varios fueron los debates y cuestionamientos sobre su
metodología, su epistemología y su solidez académica.
Más de cuarenta años después, este campo de estudios
se ha consolidado en varios países de Europa y América,
pese a las críticas (aún existentes) y las discusiones sobre
su denición. En este artículo deseo realizar una valora-
ción del surgimiento del campo, así como su crecimiento
y aanzamiento en algunos países que podríamos con-
siderar “ejemplares”. Al mismo tiempo, llevo a cabo una
revisión de los debates surgidos en torno a las catego-
rías temporales para denirlo y congurarlo.
Teniendo en la mente este objetivo, en primer lugar,
haré un repaso histórico sobre las condiciones socia-
les, políticas, académicas y materiales en las que surgió
esta parcela histórica. En segundo lugar, me centraré
en los debates sobre la pertinencia del concepto histo-
ria del tiempo presente para hacer referencia a este tipo
de historiografía, en contraposición a otros utilizados,
como historia reciente o historia inmediata, pues como
se verá, cada uno de esos términos implica una postula-
ción teórico-metodológica muy diferente. Finalmente,
realizaré una rápida revisión de la situación del campo
historiográco en Francia y Argentina, centrales para
esta subdisciplina.
La irrupción del presente en la historia:
momento social, momento académico
Sin duda, en la genealogía y la armación en Francia de
una historia de la memoria, Le syndrome de Vichy: de
1944 à nos jours de Henry Rousso ([1987] 1990) tiene un
valor fundamental. La perspectiva adoptada por Rousso
también estaba ligada a la historia del tiempo presen-
te. De hecho, la historia de la memoria3 y la historia
del tiempo presente surgieron como una misma, pero
pronto se separarían para conformar subdisciplinas
distintas. Y es que si hace tiempo se habla de “epide-
mia”, “tiranía”, “boom”, “industria” (Nora 2008; Robin
2003) de la memoria, esto también ha conllevado pensar
en la supremacía del presente. Uno de sus principales
teóricos ha sido François Hartog (2007), quien a partir
de las tesis de Koselleck (1993) sugirió que hoy estamos
viviendo en un régimen de historicidad presentista: el
2 Ver Lacouture (1988), G arcía (2003) , Bédarida (2 001) y Rousso
(2013).
3 Sobre las forma s de histori zar la memor ia, ver Al lier
Montaño (200 8) y Ricoeur (200 4).
auge del presente señalaría una nueva relación social
con el tiempo.
El año 1989, con el n de la propuesta socialista de futu-
ro, habría marcado el nal del régimen moderno de his-
toricidad o, al menos, una ruptura fuerte en su historia.
La disociación progresiva entre espacio de experiencia y
horizonte de expectativas ha provocado que el presente
se encuentre entre un pasado perdido y un avenir cada
vez más incierto, dominando al pasado y al futuro en las
relaciones sociales con el tiempo. Y es que, de alguna
manera, como han dicho ciertos autores, nos concen-
tramos en el presente porque parece no haber futuro
(Delacroix 2007; Hartog 2007).
La historia del tiempo presente, al igual que otras sub-
disciplinas surgidas en los años setenta, tendría una
triple causalidad. En primer lugar, diversos procesos
sociales, como las demandas de grupos minoritarios o
subalternos, el peso de pasados-presentes violentos y
dolorosos como el Holocausto. En segundo lugar, la
crisis de las ciencias sociales, y de la historia en particu-
lar. Y, en tercer lugar, el surgimiento de otras historias
paralelas (Delacroix 2007). Revisemos estas causas de
manera más detenida.
Es en la Europa de la década de 1960 donde se pueden
localizar algunas raíces políticas y sociales que con-
llevaron renovaciones historiográcas. Entonces se
conocieron nuevos movimientos sociales como los de
descolonización en África, los sindicales y obreros, los
regionalistas (corsos, normandos, bretones, catalanes,
vascos, etcétera), las minorías activadas (las mujeres y
el feminismo, los homosexuales y los grupos de reivin-
dicación gay), que exigieron historias alternativas, al
no considerarse incluidos en la narrativa hegemónica
nacional transmitida por los historiadores y las escuelas.
Hubo otros aspectos sociales y políticos que hicieron
que el presente histórico irrumpiera en nuestras socie-
dades. Uno, quizás de los más importantes, fue 1968.
Los movimientos estudiantiles de este año signicaron
“para todas las sociedades de aquellos tiempos, una de-
nitiva irrupción del presente y de su vigencia total, en el
conjunto de las conciencias que lo protagonizaron y que
lo presenciaron de cerca” (Aguirre Rojas 2004, 112; énfa-
sis del autor). Y si no, basta recordar uno de los famosos
lemas del mayo de París: “lo queremos todo y lo que-
remos ya”. Dado que la mayoría de estos movimientos
ambicionaban la transformación de su propio presente
(autoritario o capitalista y consumista, dependiendo
del caso), su despliegue implicó poner en el centro de la
atención la experiencia vivida inmediatamente, es decir,
la actualidad más candente. Por ello, y a consecuencia
de las transformaciones políticas y culturales que sig-
nicaron los años sesenta, el presente empezó a mani-
festarse en la historiografía (Aguirre Rojas 2004, 113).
El año 1968 legitimó la actualidad de manera denitiva

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