Beatriz González, cronista del dolor - Los cronistas - Hagamos las paces. Narrar la guerra desde el arte para construir la paz - Libros y Revistas - VLEX 857370697

Beatriz González, cronista del dolor

AutorAlberto Sierra y Julián Posada
Cargo del AutorArquitecto, diseñador gráfico autodidacta, curador de arte y galerista/Diseñador, artista activo en la década del 80 y 90, docente universitario, consultor independiente y gestor cultural
Páginas69-91
69
BEATRIZ GONZÁLEZ, CRONISTA DEL DOLOR
Alberto Sierra y Julián Posada1
Beatriz González nace en Bucaramanga, Santander, en el año de
1938. Son sus padres Valentín González Rangel y Clementina
Aranda Mantilla y son sus hermanos mayores Jorge y Lucila:
Nací en una casa situada cerca del parque Antonia Santos donde
no había una estatua de la heroína de la Independencia, sino
una del presidente conservador José Vicente Concha. Por allí
estarán algunos de mis colores de hoy: los baldosines de mi casa,
vinotintos y blancos, los gastados baldosines del parque, una
torre vecina, anaranjada, la gobernación pintada de amarillo.
(Cit. por Cruz, 1984)
1 Alberto Sierra (1944-2017). Arquitecto, diseñador gráfico autodidacta, cu rador
de arte y galerista. Fundador del Museo de Ar te de Medellín, creador del Primer
Coloquio de Arte No Objetual. Desde 1972 hasta su muerte, director de L a
Galería de la O ficina, la más antigua de Colombia. Fue curador del Museo de
Arte de Medellín, del Museo de Antioqui a y de la colección sura.
Julián Posada. Diseñador, artista act ivo en la década del 80 y 90, docente uni-
versitario, consultor independiente y gestor cultural. Junto con A lberto Sierra,
co-curador de la retrospectiva de Beatr iz González titulada: La Com edia y La
Tragedia 1948/2010., Museo de Arte Moderno de Medellín, 2012. primiziasu-
per@hotmail.com
70
1. 1948
Podría afirmarse que el 9 de abril de 1948 es la fecha a partir de
la cual se construye un registro histórico fehaciente de la tragedia
colombiana. Ese día se establece un vínculo indisoluble entre los
intelectuales y artistas, y el acontecer del país. El escenario del
evento, a diferencia de anteriores como el descrito en la novela
de José Eustacio Rivera, La Vorágine, es eminentemente urbano.
La realidad e inmediatez de este, y el hecho de que muchos de
los personajes que definirían la historia del siglo xx en Colombia
vivieron el evento, estableció una relación vinculante entre los
cronistas y el suceso. Ese día se hallaban presentes en Bogotá,
entre otros: Fidel Castro (quien se encontraba en Bogotá en
tanto que delegado de la Universidad de La Habana a un con-
greso estudiantil convocado como una réplica democrática a
la Conferencia Panamericana que se inauguró el 30 de marzo),
Enrique Grau, Alejandro Obregón, Plinio Mendoza Neira y
Gabriel García Márquez. Este último describe así los sucesos de
El Bogotazo:
[…] el 7 de febrero de 1948 hizo Gaitán el primer acto político
al que asistí en mi vida: un desfile de duelo por las incontables
víctimas de la violencia oficial en el país, con más de sesenta
mil mujeres y hombres de luto cerrado, con las banderas rojas
del partido y las banderas negras del duelo liberal. Su consigna
era una sola: el silencio absoluto. Y se cumplió con un drama-
tismo inconcebi ble […].
Yo había acudido sin ninguna convicción política, atraído por
la curiosidad del silencio, y de pronto me sorprendió el nudo
del llanto en la garganta. El discurso de Gaitán en la plaza de
Bolívar, desde el balcón de la contraloría municipal, fue una
oración fúnebre de una carga emocional sobrecogedora. (2015,
pp . 30 9-32 2)
Así fue la “marcha del silencio”, la más emocionante de
cuantas se han hecho en Colombia. La impresión que quedó de

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