Los bienes - Sección primera - Derecho civil. Bienes. Derechos reales - Libros y Revistas - VLEX 650455329

Los bienes

AutorJuan Enrique Medina Pabón
Páginas3-5
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Los bienes
15. La taxonomía de la naturaleza desde la óptica jurídica
Para una subsistencia de manera adecuada tenemos que procurarnos de algo que nos
sirva para un propósito útil. Ese “algo” habitualmente está en la naturaleza y de allí
proviene la mayor parte de lo que nos proporci ona directas satisfacciones, sea en el
estado en que se encuentra o mediante alguna transfor mación a la que lo someta-
mos segú n nuestro ingenio y habilidad.
Lo que debía ocupar apenas unas cuartillas en el campo del Derecho y milla-
res de páginas en la ciencias naturales, comenzó exactamente al revés, ocupando el
espacio de esta ciencia soc ial y ponien do en juego el intelecto humano que se dio a
la tarea de clasificar las cosas existentes en el mu ndo desde el punto de vista de lo
jurídico, dando origen a una serie de instituciones, que marc aron cada civilización
en su momento y tienen aún hoy considerable importancia, aunque a veces la clasi-
ficación es innecesaria y otras confusa.
El sistema religioso (fundamento originario del Derecho) se apresuró a dividir
lo que existía en el mundo, bajo una perspectiva cuasi-moral que perdura no solo en
el campo teológico sino en la mente de los hombres, porque los dioses “buenos y de
arriba” decidieron en un momento dado que el Cielo y buena parte de lo que existía
en la Tierra era para ellos y por ende que les quedaba vedado a los hombres y de igual
manera atribuyeron a los dioses “funestos y de abajo” el Hades, las simas marinas y
algunas pertenencias terrenales más, denotando que aún entre las deidades el poder
y sus ventajas se encuentra estratificado. Los elementos de la naturaleza que los dio-
ses se asignaron para sí quedaron por fuera del interés de los humanos, excepto de
aquellos individuos que por su profesión tenían el objetivo de atenderlos y rendirles
culto. Lo demás que se hallaba en el mundo quedó, por disposición divina, al servicio
de los humanos.
No todas las cosas netamente humanas podían ser aprovechadas por el hom-
bre, ya que los dioses también encontraron que eran potencialmente perjudiciales y
haciendo suyos muchos tabúes culturales decidieron prohi birlas para los humanos.
Cada cultura contaba en su momento con su listado de bienes no aptos para el servicio
de los miembros de la sociedad que bien podemos llamar “impuros” o “inmundos” a la
usanza judía, algunos de los cuales podían incluso pasar a la otra categoría o viceversa,
como consecuencia de ciertas práct icas y conjuros.
Revisando la lista podemos advertir que las cosas humanas también terminaron
agrupadas según variados conceptos, pero tomando como referente lo más necesario
para la subsistencia del individuo, su familia y el grupo social, según el tipo de sistema
económico que hubiesen adoptado. Por ello los recursos que sirven de fuente económica
y de bienestar en las culturas agrícolas pasan a ser considerados inherentes a los indi-
viduos quienes no se desprenderán de ellos a menos que el dios valide la transferencia
o se los quite, directamente o con el concurso de alguna de sus criaturas. Los romanos

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