Los bienes - Sección primera. Los bienes - Derecho Civil Bienes. Derechos reales - Segunda edición - Libros y Revistas - VLEX 794630525

Los bienes

AutorJuan Enrique Medina Pabón
Páginas67-69
67
15. La taxonomía de la naturaleza
desde la óptica jurídica
Para una subsistencia de manera adecuada tenemos que procurarnos de algo que
nos sirva para un propósito útil. Ese “algo” habitualmente está en la naturaleza
y de allí proviene la mayor parte de lo que nos proporciona directas satisfaccio-
nes, sea en el estado en que se encuentra o mediante alguna transformación a
la que lo sometamos según nuestro ingenio y habilidad.
Lo que debía ocupar apenas unas cuartillas en la literatura jurídica y
cientos de páginas en las ciencias naturales, comenzó exactamente al revés,
ocupando el espacio de esta ciencia social y poniendo en juego el intelecto
humano que se dio a la tarea de clasificar las cosas existentes en el mundo
desde el punto de vista del Derecho, dando origen a una serie de instituciones,
que marcaron cada civilización en su momento y tienen aún hoy considerable
importancia, aunque a veces la clasificación es innecesaria y otras confusa.
El sistema religioso (fundamento originario del Derecho) se apresuró a
dividir lo que existía en el mundo bajo una perspectiva cuasi-moral, que perdura
no solo en el campo teológico sino en la mente de los hombres, porque los dioses
“buenos y de arriba” decidieron en un momento dado que el Cielo y buena parte
de lo que existía en la Tierra era para ellos y por ende que les quedaba vedado
a los hombres y de igual manera atribuyeron a los dioses “funestos y de abajo”
el Hades, las simas marinas y algunas pertenencias terrenales más, denotando
que aún entre las deidades el poder y sus ventajas se encuentra estratificado.
Los elementos de la naturaleza que los dioses se asignaron para sí quedaron
por fuera del interés de los humanos, excepto de aquellos individuos que por su
profesión tenían el objetivo de atenderlos y rendirles culto. Lo demás que se hallaba
en el planeta quedó, por disposición divina, al servicio de los humanos.
No todas las cosas netamente humanas podían ser aprovechadas por
el hombre, ya que los dioses también encontraron que eran potencialmente
perjudiciales y haciendo suyos muchos tabúes culturales decidieron prohibirlas
para los humanos. Cada cultura contaba en su momento con su listado de bie-
nes no aptos para el servicio de los miembros de la sociedad que bien podemos
llamar “impuros” o “inmundos” a la usanza judía, algunos de los cuales podían

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