Un centinela de la vida - Artículos de Baldomero Sanín Cano en la revista Hispania - Años de vértigo. Baldomero Sanín Cano y la revista Hispania (1912-1916) - Libros y Revistas - VLEX 857284215
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Un centinela de la vida

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Vincent
AutorRafael Rubiano Muñoz/Juan Guillermo Gómez García/Baldomero Sanín Cano
Cargo del AutorSociólogo y magíster en Ciencia política de la Universidad de Antioquia/Abogado de la Universidad Externado de Colombia con estudios de filosofía en la Universidad Nacional de Colombia/Autor
Páginas261-265
261
UN CENTINELA DE LA VIDA
Revista Hispania, n.º 45 y 46, Londres, 1 de noviembre de 1915,
pp. 1454-1455.
Jean-HenRI faBRe abandona una vida de investigación minuciosa,
y nos deja el tesoro de una experiencia acumulado en ochenta y
cinco años de labor gozosa y persistente. Murió a los noventa y
tres años, y desde que tenía siete años el problema de la vida, en
las apariencias más modestas, solicitó sus sentidos con fascinación
indomable.
La cualidad característica de su genio era el amor a la vida. Sus
recuerdos están llenos de las estrecheces a que una edad sórdida
le condenaba frecuentemente en el curso de sus estudios; pero al
hablar de privaciones, de honorarios escasos, un buen humor de
anacoreta se antepone a todos los sentimientos que deprimen el
espíritu del sabio en tales circunstancias. Un maestro de escuela,
obligado por la miseria inefable de los gobiernos a vivir con sete-
cientos francos al año, no sería de culpar por un estallido de mal
humor o un gemido de tristeza si, al hacer el cálculo de sus haberes
y descubrir que para comprar un grafómetro con que completar
en la escuela el equipo de agrimensura, tenía que sacrificar sus
emolumentos del mes. Fabre refiere estos incidentes con la son-
risa en los labios, más afable y ameno en su pobreza que el mismo
San Francisco de Asís, con quien está ligado por los más estrechos
vínculos del espíritu.
La privación, las enfermedades, el hambre misma, la muerte, el
asesinato, la destrucción colectiva de individuos útiles o nocivos,
no logran alterar su incomparable serenidad, porque todos estos

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