Colombia y México: hacia ¿diplomacias democráticas de baja intensidad? - Vol. 27 Núm. 2, Julio 2015 - Revista Desafíos - Libros y Revistas - VLEX 636914277

Colombia y México: hacia ¿diplomacias democráticas de baja intensidad?

AutorArdila, Martha
CargoEnsayo
Páginas221(32)

Colombia and Mexico: Heading Towards Low-Intensity Diplomatic Democracies?

A Colômbia e o México: para diplomacias democráticas de baixa intensidade?

Introducción

En América Latina, se evidencian diferentes tipos de diplomacias. Las hay tradicionales que enfatizan exclusivamente en el Estado; otras más nuevas que incluyen actores no gubernamentales y que tienden a ser más democráticas. En esta dirección, se observa una doble tran sición: la del autoritarismo a la democracia y la del agotamiento de la matriz estato-centrista (Cavarozzi y Casullo, 2001). La democracia se vincula con la política exterior y el proceso de toma de decisiones, y la diplomacia democrática y participativa empieza a tomar fuerza en la región, la cual muestra variaciones en América Latina, y diferencias entre Colombia y México.

Por otra parte, analistas internacionales han identificado grupos de países transformacionales, contestatarios o hegemónicos (Badie, 2004); o no alineados, líderes de bloques, balanceadores o satélites (Holsti, 1970); o procore o anticore, autónomos-dependientes y/o ideológicos (Hey, 1997); populistas con democracias delegativas y socialdemócratas (Pérez Llana, 2007); y/o pragmáticos e ideológicos (Gardini, 2011); y/o con una lógica de aquiescencia o de autonomía (Rusell & Tokatlian, 2013).

Colombia y México, a pesar de inscribirse dentro de un modelo neoliberal y aperturista que comparten, hacen parte de diferentes grupos de países y diplomacias, aunque en términos generales son procore, dependientes y pragmáticos, y sus orientaciones se acentúan según los gobernantes de turno. Hay casos en los que se muestran más ideológicos.

Tradicionalmente, estos dos países han sido vistos como democracias estables si se compara con otros Estados latinoamericanos que fueron víctimas de dictaduras militares. No obstante, situaciones vinculadas con las propias características del Estado y con la estrechez del régimen político hacen que se asimilen a una democracia de baja intensidad que conduce al ejercicio de una diplomacia paralela. Por su parte, México, a diferencia de Colombia, a pesar de caracterizarse como un Estado autoritario--sobre todo con el Partido de la Revolución Institucional (pri)--, tiende a vincular actores no gubernamentales en el proceso decisorio.

La hipótesis que busca demostrar este artículo es que Colombia y México presentan diferencias y similitudes en su política exterior, tendientes hacia una nueva diplomacia democrática de baja intensidad, en cuanto a su internacionalización, tratamiento de la seguridad e inclusión de actores no gubernamentales.

El documento tiene en cuenta elementos de la interdependencia compleja y del realismo neoclásico, que vincula aspectos internos y la percepción de actores diferentes al Estado. Para la demostración de la hipótesis, se emplearon herramientas metodológicas de análisis de política comparada basadas en las diferencias y las similitudes, los cambios y las continuidades. A la vez, se utilizaron fuentes primarias, como informes oficiales, discursos y prensa, y secundarias, como textos académicos.

Este artículo se encuentra dividido en tres partes. La primera de ellas examina la interrelación entre diferentes tipos de países, su política exterior y la democracia, mostrando la complejidad de pertenencia e inserción de México y Colombia como potencias regionales de diferente rango. La segunda parte analiza las diferencias y similitudes de la política exterior colombiana y mexicana durante los últimos diez años en cuanto a su internacionalización y seguridad. Aspectos vinculados con lo geoestratégico y la diplomacia económica adquieren un especial significado. La tercera parte profundiza la participación de los actores no estatales en la toma de decisiones de los dos países. En este sentido, se analizan los gobiernos mexicanos de Vicente Fox, Felipe Calderón y comienzos de Enrique Peña Nieto, y los de los colombianos Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.

México y Colombia conformaron el Grupo de los Tres, y actualmente tienen un tratado de libre comercio (TLC); también fomentaron acciones conjuntas hacia el Gran Caribe, como cuando se creó la Asociación de Estados del Caribe, y hacen parte del Proyecto Mesoamérica y de la Celac. ¿Cómo se ubican Colombia y México en la jerarquía de poder regional? ¿Qué diferencias y similitudes actuales presentan en su política internacional? Para responder a estas preguntas, se analizan variables como la internacionalización, seguridad y diplomacia no gubernamental.

  1. Tipos de países y democracia's' en América Latina

    América Latina es heterogénea y dentro de ella podemos ubicar diferentes grupos de países que van desde el Cono Sur hasta Centroamérica y México, además del Caribe Insular, con distintas vulnerabilidades, desarrollos y dependencias, con nuevas alianzas y nuevos 'polos'.

    Por otra parte, en la región predomina la democracia como la mejor forma de gobierno, aunque se observan problemas de gobernabilidad e institucionalidad. Los índices de desarrollo democrático que se vienen midiendo desde 2002 muestran a México con un desarrollo medio, mientras a Colombia con un desarrollo bajo. Costa Rica, Chile y Uruguay son los países que presentan un mayor desarrollo de la democracia, mientras que Venezuela indica un desarrollo democrático mínimo. Costa Rica, Chile, Uruguay y México son de los más altos, y Colombia se encuentra al nivel de El Salvador, Honduras y Paraguay (KAS, 2012).

    A nivel general, podemos observar tres tipos de países que en su vinculación con la democracia presentan diversas interacciones. En primer lugar, la denominada Nueva Izquierda, que busca políticas más autónomas frente a los Estados Unidos (Pérez Llana, 2007), que construye nuevas alianzas entre los países que la integran y con otros polos de poder como China. Con variadas diferencias, aquí ubicamos a Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y Nicaragua. El liderazgo de Venezuela dentro de este grupo y en el alba resulta claro. No obstante, se observan diferencias entre una izquierda ideológica y otra pragmática, y dentro de esta última se encuentra Argentina. La primera presenta variaciones frente al modelo económico de desarrollo con énfasis social y concentración del poder, mientras la segunda, la pragmática, continúa con un modelo neoliberal. En ella, ha habido fuertes críticas al modelo de democracia que aplican, caracterizado por la prolongación del poder, la desinstitucionalización, y en algunos de ellos, como Venezuela, la militarización.

    Varios cambios a nivel internacional inciden en la ubicación de estos países, en sus proyectos políticos y en sus nuevos lineamientos externos y regionales. Entre ellos, como se mencionó, está la ola rosa suramericana, la de Chávez, Morales y Correa, por una parte, y la de Brasil, Argentina y Uruguay, por la otra, las cuales presentan fuertes vínculos entre ambas, diferencias que mezclan diversos elementos: comparten un modelo híbrido que combina la democracia radical y la representativa, con jefes de Estado que fueron elegidos, por lo general, con amplia votación, que tienen un Congreso que los respalda, que hacen partícipes a diferentes actores en el proceso de toma de decisiones, que buscan diversificar sus relaciones internacionales, que han realizado reformas constitucionales, que utilizan símbolos patrios y que han continuado radicalizando sus propuestas iniciales (Ellner, 2012). Como diría O'Donnell, son democracias delegativas, pero también sistemas políticos autoritarios y cerrados.

    Estos países plantean un modelo de desarrollo diferente con mayor participación del Estado, políticas sociales y grandes restricciones a la inversión extranjera. En el caso venezolano, el esquema se basa en la renta petrolera, aunque suele señalarse que el modelo anterior sufrió un agotamiento y se habla de un desarrollo y de una democracia endógena. Durante los primeros años de la Revolución Bolivariana del siglo xxi, Venezuela tuvo un crecimiento económico motivado por la renta petrolera, lo que condujo al mejoramiento de los principales indicadores sociales del país y a la disminución de la pobreza. En la actualidad, se observan problemas vinculados con la falta de garantías a la oposición, la libertad de expresión, la inseguridad y la crisis económica ocasionada por la disminución de los precios del petróleo a nivel internacional.

    Hay un segundo grupo de países donde ubicamos a Brasil y México, que son las potencias regionales por excelencia. Brasil, cuya proyección se expande a toda Suramérica, aspira a ser un jugador global y es más pragmático. No obstante, el gran cuestionamiento gira en torno a si las ambiciones internacionales brasileñas requieren de su posicionamiento regional y de un liderazgo que incluye costos internos--como los económicos y el apoyo de la población--y externos, en términos de garantizar un mayor bienestar suramericano y de brindar herramientas para su desarrollo económico que conduzcan a un impacto regional y no solo de un país. En ese orden de ideas, colaborar y ser mediador, si así se le solicitara, en la solución de disputas interestatales --conflictos transfronterizos--, internas tanto políticas--diálogos con grupos alzados en armas, procesos orientados a la consolidación de la democracia--como económicas--infraestructura, mejor posicionamiento de los productos suramericanos--, entre otras. Todo ello implica un costo económico y político que probablemente Brasil por sí solo no esté dispuesto a asumir. Lo debe compartir entonces con otros países como Colombia y probablemente también con Chile y Perú. Ambos le interesan por su proyección hacia el Asia-Pacífico. Pero no lo compartiría con Venezuela, que en sus pretensiones de liderazgo cuenta con sus propios seguidores. Y tampoco lo haría con México, al que percibe como su más claro competidor y que geográficamente no hace parte de Suramérica.

    Por su parte, México reúne una serie de características que lo definen como una potencia...

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