¿A qué se compromete la comunidad universitaria en la construcción de cultura de paz? - Cultura de paz: concepciones, percepciones y compromisos - Libros y Revistas - VLEX 840992057

¿A qué se compromete la comunidad universitaria en la construcción de cultura de paz?

AutorIsabel Hernández Arteaga/María Elsa Unriza Puin/Helmer Fernando Llanez Anaya/Fredys Alberto Simanca Herrera/Laureano David Angarita Becerra
Páginas135-169
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Introducción
Aportar a la construcción de cultura de paz desde el contexto de la educación supe-
rior es un reto que trasciende posturas de una paz negativa, porque la historia de
la cultura y de la educación muestra, según dice Bermúdez (2001), que las instituciones
educativas se transforman según los periodos históricos. Hay dos razones para esto: la
primera, porque ellas son fruto de las múltiples dimensiones e interrelaciones de dichos
periodos; la segunda, porque para cumplir su responsabilidad social buscan dar respuestas
a los retos que afrontan, teniendo en cuenta que forman parte de un contexto de relaciones
de poder. Señala el autor que los académicos que en la educación superior se interesan por
la socialización de pautas de convivencia lo hacen desde programas educativos diseñados
en el interior de las mismas instituciones.
La Unesco (2010) reere que la responsabilidad social de la educación es la de apoyar
los objetivos de desarrollo de cada país y la atención de necesidades y aspiraciones de la
sociedad. Al respecto, Delors (1996) enfatiza en equilibrar los propósitos de la educación
e integrar ciertas tensiones entre lo mundial y lo local, lo universal y lo individual, la tra-
dición y la modernidad, la competencia y la cooperación, lo espiritual y lo material, los
planes y programas de estudios existentes y los nuevos ámbitos del conocimiento, y por
último, la competencia que estimula, la cooperación que fortalece y la solidaridad que
une. El autor reclama una educación con sentido humano, que incorpore en su enfoque
multidimensional compromisos para crear cultura de paz en los territorios.
La Unesco (2015, p. 38) argumenta que “salvaguardar la dignidad, la capacidad y el bien-
estar del ser humano en su interrelación con los demás y con el medio ambiente, debería
ser la nalidad fundamental de la educación en el siglo . Según este principio ético, el
pensamiento crítico, el juicio autónomo, la resolución de problemas, la ciudadanía activa
y las competencias básicas de información y comunicación son elementos clave para de-
sarrollar actitudes de cambio y responsabilidad social frente a la cultura de paz. Hace falta,
según Freire (2001), un planteamiento dialógico que incorpore elementos del aprendizaje
signicativo planteándolo desde una perspectiva más global y social, a partir de una acción
conjunta, consensuada y solidaria de los actores implicados en un proceso de formación
que lleve a crear cultura de paz.
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Cultura de paz: concepciones, percepciones y compromisos
Si el objetivo de la educación superior es aportar a construir cultura de paz, debe negarse
a repetir los sistemas educativos alienantes y los hechos sociales que separan y deshuma-
nizan. Surge entonces la gran pregunta: ¿cuáles son los compromisos que están dispuestos
a asumir quienes forman parte de la comunidad académica de la  sede Bogotá para
aportar a la construcción de cultura de paz? La respuesta se da en este capítulo.
Siempre salta la inquietud sobre cómo alcanzar esa paz tan anhelada y esquiva, que el
ser humano busca permanente e infructuosamente por senderos de odio, sangre, intole-
rancia, destrucción, injusticia; camino por el cual es imposible encontrarla, pues favorece
su ambiente de violencia. Esta investigación se pregunta acerca de los compromisos que
asume cada uno para merecerla o de aquellos que emprenden acciones comprometidas
para juntos materializarla.
El desarrollo de este tercer objetivo de la investigación, desde la perspectiva cualitativa,
permitió la identicación de los compromisos de los universitarios, los docentes y los ad-
ministrativos respecto a la creación de cultura de paz. Pero ¿de qué paz se está hablando?
Para ello, en su desarrollo se fundamentaron los términos de paz y cultura de paz, que en el
capítulo 1 se desarrollan ampliamente. Pero es necesario señalar que palabras como: pelea,
guerra, violencia, conicto, discordias, desavenencias y paz, entre otras, son conceptos de
uso muy frecuente en la dinámica de la comunidad universitaria, por ello se sienten próxi-
mos y familiares, aunque al mismo tiempo se entienden y reconocen como complejos por
sus múltiples signicados, teniendo en cuenta los sujetos y los entornos donde se utilicen;
por tanto, en ocasiones la paz y la cultura de paz son conceptos que se sienten lejanos o
distantes e imposibles de lograr sin voluntad y compromiso.
6.1 Un acercamiento al término
compromiso
La palabra compromiso viene del latín compromissum y signica “responsabilidad u
obligación”. Sus componentes léxicos son: el prejo con-todo-junto, pro-adelante y mis-
sus-enviado. En nuestro idioma, se dene como obligacióncontraída (Real Academia
Española, 2014).
Margalit (2010) reconoce que los compromisos son vitales para la vida del ser humano
en sociedad. El compromiso es ampliamente aceptado y utilizado en el campo de la ne-
gociación, en asuntos económicos y en política; se podría decir, en el núcleo de lo que se
denomina macromoralidad; pero también es el centro de la micromoralidad de las perso-
nas y las relaciones entre ellas. Villar y Alegre (2004) lo denen como la dirección de un
esfuerzo voluntario y el actuar de una forma que vaya más allá de los intereses propios;
consideran el compromiso como la fuerza que transforma una promesa en realidad, es la
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Capítulo 6. ¿A qué se compromete la comunidad universitaria en la construcción de cultura de paz?
palabra que habla con valentía de las intenciones, es la acción que habla más alto que las
palabras, es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo.
Según la Escuela de Estudios Superiores -  (2016), comprometerse y mantener los
compromisos constituye la esencia de la proactividad; permitiendo como seres humanos
mantener una visión de lo que se desea lograr después de realizado el compromiso y dar
lo mejor de sí mismo, obteniendo satisfacción por la labor realizada, proyectándose a un
nuevo compromiso sin perder el anterior, y exigiéndose un poco más en sus ideales y lo
que puede proyectar.
El término compromiso, para Ayensa y González (2007), no se dene como un abso-
luto, se deriva de diferentes lógicas y prácticas, tanto sociales como personales, lo cual
complejiza el concepto. Así, se entiende que el compromiso surja cuando una persona
emplea, para la realización de ciertas inversiones y el mantenimiento de ciertos intereses,
una permanencia y consistencia en su actuación. Dwyer y Oh (1987) reeren el compro-
miso como promesa implícita o explícita entre los compañeros de un intercambio, permite
mantener esa relación entre personas. El ser humano tiene la libertad de comprometerse
con diferentes aspectos; se puede comprometer con una causa, consigo mismo o con otras
personas. Así, vemos a las personas comprometidas, dando todo de sí mismas, motivadas
a actuar y a mantenerse rmes ante sus compromisos.
En la etapa feudal, los compromisos usualmente se referían a las prácticas en sistemas
sociales en las que una persona era vasalla de otra, y esta lo era de otra, siempre según jerar-
quías de poder. Luego se entendía una cadena de compromisos personales con otros, que
le daba cierta cohesión a la organización y a las prácticas sociales de la época. Hoy en día,
las diversas acepciones para esta palabra, por lo general, se relacionan con la óptica desde
la cual se examine: psicología, sociología, derecho, economía, entre otras, con signicados
concretos muy distintos según el campo de estudio. Pero independientemente del área del
conocimiento con la que se revise el término, su relevancia cobra más fuerza en el siglo
, pues es la manera como se materializa el aporte entre personas, grupos, comunidades,
sociedades y la historia.
Así, por ejemplo, el compromiso se puede construir no solo desde la anidad de valores
e intereses, sino también desde el conocimiento y la información. Pero la llamada era del
conocimiento ha provocado un cambio en los principios básicos que rigen el comporta-
miento individual y social, y de virtudes esperables en cualquier individuo; todo esto se va
diluyendo en el colectivo social, en la inmediatez, en el afán de dinero y en la impersona-
lización de las relaciones que permean la actividad humana.
El compromiso, dicen Homaster y Hooker (2017), ocurre en todos los sistemas sociales,
a nivel individual desarrolla madurez moral y emocional. Los procesos de compromiso

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