Computadores y democracia económica - Núm. 19, Julio 2008 - Revista de Economía Institucional - Libros y Revistas - VLEX 846377252

Computadores y democracia económica

AutorAllin Cottrell - Paul Cockshott Cockshott
CargoDoctor en Economía - Doctor en Informática
Páginas161-205
Re v i s ta d e ec o n o m í a in s t i t u c i o n a l , v o l . 10, n.º 19, se g u n d o se mes tRe /2008, pp. 161-205
COMPUTADORES Y DEMOCRACIA
ECONÓMICA
Allin Cottrell
*
Paul Cockshott
**
Hace cuarenta años las socialistas tenían pocas dudas de que la
planificación era el camino al futuro. Esto era corroborado por
el rápido avance de las economías planificadas, que con el Sputnik y
Gagarin parecían dejar atrás la estorbosa ineficiencia de las economías
capitalistas. Hoy, por supuesto, el panorama es diferente.
Ante al colapso del poder soviético a finales de los ochenta, los
autores de izquierda no parecían tener una respuesta. Sin embargo,
los avances de la informática que se usan para simbolizar el triunfo
del mercado tienen aún más potencial para un socialismo racional
y democrático. Si reflexionamos, el movimiento por la democracia
económica, está empezando a entender esa promesa.
Desde los años ochenta hemos argumentado que existe una al-
ternativa intelectualmente coherente y práctica al neoliberalismo.
Nuestras propuestas básicas se pueden esbozar de manera muy simple,
aunque pedimos al lector que tenga en cuenta que aquí no dispone-
mos de espacio para los refinamientos, salvedades y elaboraciones
necesarias (que exponemos en detalle en Cockshott y Cottrell, 1993).
En forma esquemática las propuestas son las siguientes.
TESIS 1. El colapso del socialismo previamente existente obedeció a cau-
sas identificables enraizadas en su mecanismo económico, pero que no son
inherentes a todos los socialismos posibles.
*
Doctor en Economía, profesor de Wake Forest University, W inston Salem,
Estados Unidos, [cottrell@wfu.edu].
**
Doctor en Informática, investigador de la Universidad de Glasgow, Glasgow,
Reino Unido, [w pc@dcs.gla.ac.uk]. Artículo original en inglés. Traducción de
Alberto Supelano. Fecha de recepción: 22 de noviembre de 2007, fecha de mo-
dificación: 28 de mayo de 2008, fecha de aceptación: 17 de octubre de 2008.
TESIS 2 . La teoría económica marxista, en conjunción con la informá-
tica, proporciona el fundamento para adelantar un programa económico
socialista viable.
TESIS 3. El movimiento socialista nunca desarrolló un programa cons-
titucional correcto. En particular aceptó el concepto erróneo de que las
elecciones son una forma democrática.
FALLAS HISTÓRICAS
El colapso del socialismo previamente existente obedeció a causas identifi-
cables enraizadas en su mecanismo económico, pero que no son inherentes
a todos los socialismos posibles.
Examinaremos algunas contradicciones bien conocidas de la economía
del socialismo previamente existente. En la sección 2 expondremos
el argumento de que no son inherentes a todo socialismo.
ELABORACIÓN 1.1. El mecanismo para la extracción del excedente colapsó
gradualmente y dio lugar a una inversión inadecuada.
La economía marxista considera que el método de extraer el ex-
cedente es el rasgo característico de un modo de producción.
La forma económica específica mediante la que se extr ae el trabajo excedente
no remunerado de los productores directos determina la relación entre go-
bernantes y gobernados, tal como surge directamente de la producción y, a
su vez, ésta reacciona sobre ella como elemento determinante. No obstante,
en esta se funda la formación de toda la comunidad económica que surge de
esas mismas relaciones de producción, y simultáneamente su forma política
específica. La relación directa entre los propietarios de las condiciones de
producción y los productores directos –una relación que corresponde natu-
ralmente a una etapa definida del desarrollo de los métodos de trabajo y por
tanto de su productividad social– es siempre la que revela el secreto íntimo,
el fundamento oculto de la estructura social, y con él la forma política de
la relación de soberanía y dependencia; en suma, la forma específica corres-
pondiente del Estado (Marx, 1972, 791).
En una economía socialista el excedente se extrae por medio de una
división políticamente determinada del producto material entre bienes de
consumo y otros productos en el plan del Estado. Éste es el secreto íntimo
del socialismo, la base oculta de toda la estructura social.
Su sistema de extracción del excedente es bastante diferente al del
capitalismo en los siguientes aspectos: i) la división del producto es
determinada directamente en términos materiales, y no indirectamen-
te como resultado de las relaciones de intercambio; ii) la división es
determinada centralmente y no a través de numerosas negociaciones
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locales sobre el precio de la fuerza de trabajo, la jornada de trabajo,
etc., y iii) el nivel real del salario monetario es irrelevante porque el
suministro de bienes de consumo está predeterminado en el plan.
Unos salarios monetarios más altos no necesariamente incrementan
los salarios reales. Además de que gran parte del salario real tiene la
forma de bienes gratuitos o subsidiados.
Esta forma de extracción se deriva del carácter altamente integrado
y socializado de la producción. De allí surge la necesidad absoluta de
que las fábricas individuales estén subordinadas al centro, y la irre-
levancia comparativa de su rentabilidad individual. Esto determina
el carácter centralizado del Estado y la imposibilidad de autoridades
locales que dispongan autónomamente de los recursos. Todas estas
son características invariantes del socialismo.
Este secreto íntimo determina la relación entre gobernantes y
gobernados: consideremos dos posibilidades, que los gobernantes y
los gobernados sean grupos distintos o que sean un solo grupo.
Si, como ha sido hasta ahora en el socialismo existente, son dis-
tintos, el que controla la autoridad de planeación es el propietario
efectivo de los medios de producción y el gobernante. Los gobernantes
(en la práctica, el comité central del partido comunista), aunque a
menudo son venales, no cumplen su función social por la búsqueda
burguesa desvergonzada del interés propio. Son obligados en cam-
bio a asumir una elevada función social y pública: organizar la vida
política e ideológica de la sociedad y asegurar el cumplimiento del
plan. Una de las maneras más efectivas de hacerlo es mediante el
culto de un líder carismático, respaldado en mayor o menor grado
por el terror estatal.
El culto de la personalidad, que presenta al líder como la Voluntad
General encarnada, no es un accidente sino una adaptación eficiente
a las demandas contradictorias del modo de producción socialista
(que dictamina el predominio de la política sobre la sociedad civil),
combinadas con instituciones de gobierno representativo.
Algunos lectores pueden protestar en este punto: ya es bastante
atrevido caracterizar al sistema leninista como socialista, ¿pero por
qué decimos que tenía un gobierno representativo?
El gobierno representativo selecciona a ciertos seres humanos,
llamados políticos, para sustituir o representar a otros en el proceso de
toma de decisiones políticas. Esto es lo que hace el partido leninista en
el poder. Representa a la clase obrera y toma decisiones políticas en su
nombre. De por sí no es una forma de gobierno menos representativa
que el régimen parlamentario; hay diferencias con respecto a quiénes
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