Una crítica de la civilización norteamericana (1928) - La democracia como forma de vida - Libros y Revistas - VLEX 850937634

Una crítica de la civilización norteamericana (1928)

AutorJohn Dewey
Páginas139-154
una crítica de La civiLización
norteamericana (1928)*
Cuando Robinson Crusoe se sentó a hacer un balance de sus ben-
diciones y sus problemas, lo hizo con el n de animarse a sí mismo.
Uno tiene el sentimiento de que, cuando se compromete con una
valoración similar de nuestra civilización, está haciendo algo del
mismo estilo, es decir, está propiciando una apologética social de
carácter indulgente. Y no es esta la única situación embarazosa. Una
persona puede poner en blanco y negro sus recursos y pasivos nan-
cieros, pero ello no arrojará ninguna luz sobre su estado de salud o
sobre su bienestar intelectual o moral. Así pues, es posible hacer una
lista más o menos completa y certera de ciertas ganancias y pérdidas
de la vida norteamericana y, sin embargo, no saber muy bien qué tan
importantes son ellas para la prosperidad de nuestro cuerpo social.
Hay, por ejemplo, una gran ganancia —un aumento del 250 % en
10 años— en el número de estudiantes que van a la educación secun-
daria y superior; pero, ¿qué es lo que eso signica? Y hay también un
gran incremento del crimen y del desacato a la ley; pero, ¿qué es lo
que eso signica? Ni las causa s ni las consecuencias de tales pérdidas
y ganancias se nos revelan fácilmente y, sin una comprensión de sus
* Dewey, “A Critique of America n Civilization”, LW 3: 133-144. Fue publicado ini-
cialmente en 1928, en World Tomorrow 11: 391-395. Fue publicado de nuevo, con a lgunas
adiciones, en De wey, Recent Gains in Ame rican Civiliza tion, ed. Kirby Page (Nueva York:
Harcourt, B race and Co., 1928), 253-276.
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 La democracia como forma de vida
razones y efectos, no podemos siquiera conjeturar si tales cosas son
un buen o un mal augurio para nuestra civilización. Un visitante
extranjero podría decir una c antidad de cosas maravillosas acerca de
nuestro país, mientras que otro podría hacer de él críticas durísimas.
Podríamos estar de acuerdo con la verdad susta ncial de ambas decla-
raciones y experimentar un cierto sentimiento de orgullo por lo que
dijo el uno y una cierta sensación de irritación por lo que dijo el otro.
Pero, de nuevo, ¿qué es lo que estas cosas signi can? ¿Ha logrado pe-
netrar acaso alguno de ellos más al lá de la supercie? No me sentiría
muy seguro si estuviese trata ndo de establecer un estricto balance de
ganancias y pérdidas de la civilización norteamericana.
Afortunadamente esa no es mi tarea. Dicha tarea ya ha sido de-
sarrollada en diversos campos por personas competentes, cada una
de ellas en su territorio especíco. Sin embargo, cuando se me in-
vita para que intente hacer una síntesis e intente decir hacia dónde
conduce todo esto y cómo determina la dirección y cualidad de la
vida norteamericana experimento profundas dudas. ¿Hacia dónde
vamos? ¿Hacia dónde nos estamos moviendo? El valor de cualquier
cosa que cambia radica en sus consecuencias, y las consecuencias de
las condiciones y fuerzas presentes no están aún aquí. Si uno hace
una evaluación es porque pretende hacer vaticinios, pero ¿dónde está
el astrólogo que pueda predecir el futuro de nuestro sistema social?
No debería consentir en la expresión de tales dudas si esta s fueran
simplemente incertidumbres personales; sin embargo, ellas parecen
ser, más bien, evidencias que indican de un modo peculiar el estado
y las perspectivas de la civilización norteamericana. Lo que quiero
decir con esto es mucho más que el lugar común de que estamos en
un estado de transición y ujo social. Quiero decir, en primer lugar,
que, cuando hacemos listas de ganancias y pérdidas, en las cuales
situamos las unas frente a las otras en columnas opuestas, lo que
encontramos son contradicciones y paradojas de un extraordinario
alcance y profundidad; y, en segundo término, que tales contradic-
ciones son evidencias de lo que parece ser el rasgo más característico
de nuestro estado actual: su tensión y conicto internos. Si hubo
alguna vez una c asa (la casa de una civiliz ación) dividida en sí misma
y enfrentada consigo misma, dicha casa es la nuestra en los tiempos
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