La cruzada del abad Elkin Vélez contra el narcoturismo - 2 de Diciembre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 747918165

La cruzada del abad Elkin Vélez contra el narcoturismo

"Muchos sacerdotes me han dicho que seguramente donde está Pablo Escobar Gaviria ya recibió el perdón de Dios. No lo creo. Si yo pudiera saber que eso es cierto, ese día cuelgo los hábitos y renuncio a la Iglesia, porque no es justo. La gente piensa que los años o las indemnizaciones sirven para limpiar la muerte de una persona, pero no es así". Con estas palabras, el padre abad de la Iglesia anglicana Elkin Ramiro Vélez García deja claro que no le gusta la mirada que muchos le dan hoy a la historia de violencia y sangre de la época del narcotráfico en Medellín. Lo dice desde la antigua Catedral, la que fue durante poco más de un año, entre 1991 y 1992, la cárcel en donde estuvo recluido Escobar. Vélez recibió el terreno en comodato con el municipio y después de años de esfuerzo logró, con el apoyo de administraciones municipales y benefactores particulares, construir un hogar geriátrico que él mismo dirige y lleva por nombre Fundación Santa Gertrudis la Magna. Allí residen unos 55 ancianos, la mayoría sin familia o en situación de abandono. Cuando llegó hace 11 años a este espacio incrustado en las montañas del valle de La Miel, a 14 kilómetros del casco urbano de Envigado, encontró solo ruinas y maleza. Y sobre ellas, una imagen de desolación y crimen. Inclusive, fueron varios los túneles que dejaron aquellos que se aventuraron a buscar los supuestos tesoros escondidos en las caletas de Escobar. Pese a las amenazas que ha recibido en varias ocasiones, mantiene un frontal rechazo al narcoturismo, una práctica que pervive en la ciudad y le recuerda su época más oscura. También, un lucrativo negocio que idealiza la imagen de Escobar y deja de lado las desapariciones, los homicidios, los secuestros, las torturas, las bombas y los múltiples atentados que ordenó. Tras salir de la cárcel, Jhon Jairo Velásquez, alias Popeye, el jefe de sicarios del capo, comenzó a hacer recorridos por los lugares representativos del narcotráfico en Medellín. Cuenta el sacerdote que también llegó a La Catedral con busetas llenas de turistas, hasta que le negó el ingreso (una nueva orden de captura sacó al antiguo sicario de las calles de la ciudad). "Yo tuve que recibir más de 20 veces a ‘Popeye’, que entraba donde los abuelos, sacaba un rollo de dinero y a cada uno le entregaba sus billetes. Me buscaba para que lo confesara, y la última vez que peleó conmigo me dijo que a él no le servían mis confesiones (...). Le respondí que nunca le iba a dar la absolución"...

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