Democratización de las identidades, transgenerismo y malestares de género. - Vol. 27 Núm. 2, Julio 2015 - Revista Desafíos - Libros y Revistas - VLEX 636914261

Democratización de las identidades, transgenerismo y malestares de género.

AutorFdez-Llebrez, Fernando
CargoEnsayo
Páginas99(45)

Democratization of Identities, Transgender and Gender Discomfort

Democratização das identidades, transgenerismo e mal-estares de género

"Un deseo salvaje ha fluido de mi corazón a mi cabeza y no lo reprimiré aunque pueda excitar carcajadas. Deseo honestamente ver cómo la distinción de los sexos se confunde en la sociedad".

Wollstonecraft (1994, p. 185)

Introducción. Planteamiento del problema

Debatir y reflexionar sobre la teoría de la democracia y su práctica es uno de los asuntos más relevantes en la teoría política contemporánea (Dahl, 1992). Son muchas las revistas de gran prestigio que dedican páginas a este menester y aún son más los trabajos que hay escritos sobre ello. Por eso, es preciso delimitar bien el objeto de este trabajo para así denotar cuál es su aportación singular dentro del actual periplo científico político.

De manera sintética se puede afirmar que el objeto del presente artículo es estudiar y analizar la relación o relaciones que se dan entre la formación y la definición de las identidades (individuales y colectivas) y el desarrollo y la forja de una ciudadanía democrática. Como es bien sabido, este objeto de estudio no es nuevo en la teoría política contemporánea, aunque será el enfoque desde el que se abordará lo que aportará su novedad más significativa, así como algunas de las conclusiones a las que se llega.

La tesis central que se defenderá en las páginas siguientes será que, si se pretende democratizar la áudadanía, es preciso democratizar las identidades, para lo cual es necesario una reformulación teórica de dicha categoría. El propósito de esta tesis es lo suficientemente general como para que sea oportuno centrar tal cuestión en algún tipo de identidad concreta que nos permita hacer ese recorrido de forma clara y precisa. Para ello, acotaremos nuestro objeto de trabajo al estudio de las identidades sexuales y de género, siendo estas un buen ejemplo del necesario proceso democratizador que nuestras democracias requieren.

Para alcanzar dicho objetivo, se intentará validar teóricamente la siguiente hipótesis de trabajo: para que se pueda dar una democratización de las identidades de género, es preciso abandonar la concepción dicotómica que las caracteriza y desplegar una consideración de estas como realidades fluidas accesibles para toda la ciudadanía democrática en la que las aportaciones teóricas del transgenerismo pueden ser útiles para pensar de manera más inclusiva nuestra vida.

El contraste de tal hipótesis supone analizar diferentes variables que interactúan entre sí. La primera de ellas tiene como propósito llevar a cabo un recorrido por la concepción hegemónica en los estudios sobre las identidades de género, la cual se debe insertar en una concepción más amplia sobre las identidades. A esta concepción más extensa la hemos denominado los mitos de la identidad y es una que pretende hacer una definición de esta desde unos parámetros metafísicos y ontológicos determinados. La cuestión será comprobar en qué medida dichos mitos son reproducidos a la hora de estudiar las identidades sexuales de género, de tal modo que su perspectiva hegemónica supone la reproducción de estos. La función de esta variable es constatar la presencia teórica de tal tesis en la literatura especializada para así poder mostrar sus fallas a lo largo del trabajo, y ocupará los tres apartados siguientes del artículo (en concreto los numerados como 3, 4 y 5).

La segunda tiene que ver con por qué dicha teoría sobre las identidades muestra fallos de carácter teórico al dar por supuestos unos dilemas que no están en la realidad, sino en su propia preconfiguración dogmática. La consecuencia política de este dogmatismo será la exclusión de la parte de la sociedad que no se sienta reflejada en esa teoría. Estos huecos e inconsistencias nos ocuparán los apartados 6 y 7 del artículo, y nos llevarán a preguntarnos por la necesidad de buscar otra teoría que sí sea capaz de cumplir el requisito democrático de la inclusión ciudadana como eje motor de su definición. Este propósito nos conducirá a la tercera variable en cuestión referida a cómo la reflexión teórica del transgenerismo sí es una buena forma de definir nuestras identidades, pues, al romper con los mitos anteriormente señalados, permite integrar al conjunto de la ciudadanía a través de un continuum inclusivo en donde nadie es expulsado por tener una u otra identidad, de tal modo que el acuerdo democrático viene dado por la defensa, no de una misma forma de sentirse, sino por los valores de libertad e igualdad que caracterizan a la democracia; de ahí que sea oportuno hablar de una democratización de las identidades como mecanismo político para solventar la falla descubierta en los primeros epígrafes del presente trabajo. Este recorrido nos tomará los apartados 8 y 9, y, por último, se indicarán las conclusiones del trabajo.

  1. Los mitos de la identidad y su problematización democrática

    La aproximación teórica sobre la democracia se ha caracterizado mayoritariamente por centrar los debates en sus aspectos más institucionales. Ha sido el debate sobre si tal o cual institución es verdaderamente democrática--pregunta ya en sí complicada de resolver--o si tal o cual institución debe modificarse en aras de una mayor democracia la perspectiva desde la que la teoría política normativa más veces se ha aproximado a esta cuestión. También ha habido toda una serie de estudios, más centrados en la historia de la teoría política, que han reflexionado sobre las distintas tradiciones de discurso que conforman dicha experiencia. (1)

    En los estudios empíricos, también la democracia ha tenido notable predicamento. Lo ha tenido para hacer ciertas loas de esta en un sentido economicista y tecnocrático. (2) Pero la más de las veces ha habido otros enfoques que han intentado incorporar elementos que vayan más allá de la versión institucional. La dimensión característica, aunque no la única (3) que se suele señalar para ello, ha sido la referida a la cultura política; y lo ha sido unas veces para criticar ciertos modelos de cultura política y otras para afianzar el modelo tradicional. (4)

    Los estudios más osados y contemporáneos han sido aquellos que, desde la ciencia política en consonancia con los estudios históricos y la historia del pensamiento político, han planteado una aproximación a la democracia como un proceso amplio, rico y variado en el que intervienen diferentes factores que conforman una realidad compleja y procesual. (5) En este sentido, se ha manifestado que una democracia es la interacción de los siguientes elementos. Por un lado, desde el punto de vista político institucional, el entreveramiento entre un estado de derecho (imperio de la ley), cierta participación ciudadana (derechos políticos) y una determinada cohesión social (derechos sociales), con los respectivos intermediarios ya altamente institucionalizados que lo caracterizan (partidos políticos y sindicatos). Por otro lado, estaría la sociedad civil con tres espacios de participación independientes e interconectados entre sí: los movimientos sociales, las asociaciones civiles y el ciudadano o ciudadana individual. Es en la interacción entre la política institucional y la sociedad civil en donde se erige y forja el concepto de espacio público como lugar en el que la democracia cobra su génesis más característica. (6)

    Todas estas 'aproximaciones teóricas', ya sean más institucionalistas o procesuales, han dado y seguirán dando grandes aportaciones a la teoría democrática actual, así como a su configuración histórica. Y, como tales, son necesarias e imprescindibles para una comprensión adecuada de la democracia y de sus retos contemporáneos. No obstante, esto no quita para reconocer que sigue habiendo una carencia importante--señalada por un planteamiento teórico proveniente del sur de Europa y que en el mundo académico (a falta de mejor palabra) podríamos denominar como tradición latina de la democraáa--(7) sobre uno de los elementos centrales de la teoría de la democracia. Su carencia es la escasa reflexión realizada sobre el ciudadano o ciudadana, no como portador de ciertos derechos (sobre lo cual sí se ha escrito y de manera excelente), sino como persona que se configura en un espacio público-privado y en el que intervienen distintos elementos psicológicos en su quehacer cívico. Es una forma teórica de acercarse a la ciudadanía en la que se atiende tanto su letargia como su vigilia, (8) entendiendo al ciudadano como un actor político que vive todos los días de su vida, que habita en distintos ambientes (trabajo, hogar, filiación social y/o política, ...), que se despierta y duerme, y que se relaciona con otros individuos y grupos.

    Esta dimensión cívica ha sido tratada, algunas veces, a través del concepto de identidad, por eso han sido las teorías feministas o las relativas a la multiculturalidad las que más se han adentrado en dicha dimensión, pero, aun así, con ciertas limitaciones. Dos de las carencias o limitaciones teórico-políticas más relevantes que estos planteamientos han mostrado son las siguientes.

    La primera remite a que la gran parte de las teorías feministas y/o multiculturalistas se han desarrollado como explicaciones ajenas a la teoría política democrática, de tal modo que afectaba a cuestiones que 'solo interesaban' al grupo correspondiente estudiado (mujeres, negros, ...), y no como categorías analíticas relacionadas con el sentido general de la ciudadanía democrática. (9) En este artículo, se defenderá una tesis contraria para la cual la identidad como categoría teórica debe ser conceptualizada de tal modo que sí queden relacionadas con el sentido transversal de la ciudadanía democrática, afectando no solo a una parte, sino al conjunto de la sociedad, por lo que su democratización es crucial para su éxito cívico.

    La segunda carencia afecta a la forma en la que se define la identidad; una perspectiva reduccionista que no entiende que haya "una parte de la identidad...

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