La dinámica del encarcelamiento - El derecho penal de la cárcel. Una mirada al contexto colombiano con base en el giro punitivo y la tendencia al mayor encarcelamiento - Libros y Revistas - VLEX 857334514

La dinámica del encarcelamiento

AutorNorberto Hernández Jiménez
Cargo del AutorAbogado, especialista y magister en Derecho Penal de la Universidad Libre (Bogotá)
Páginas31-82
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Capítulo I
LA DINÁMICA DEL ENCARCELAMIENTO
La pena privativa de la libertad es percibida en la actualidad
como la consecuencia natural del delito y esta se aplica depen-
diendo de una conjunción de variables: (i) captura, (ii) judicia-
lización y (iii) condena. Así, la sumatoria de aquellas —sin que
se demande una secuencia lógica respecto del extremo inicial
y las demás variables— permite que las autoridades puedan
restablecer el equilibrio, ante la responsabilidad que tiene el
autor de la conducta desvalorada por las reglas impuestas por
la sociedad, a través del derecho penal. Empero, la idea que se
tiene dentro de la cultura del control es que la respuesta auto-
mática frente a la agresión de los bienes jurídicos tutelados por
el legislador penal debe ser congruente con el encarcelamiento1,
lo que a su vez es explotado de manera fructífera por el popu-
1 “Como diría Nils Christie, existe un sistema de distribución del dolor más
eficiente, con menos obstáculos entre el proceso político y la irrogación de
castigos individuales. Las demandas públicas de mayor castigo se traducen
ahora más fácil e instantáneamente en el incremento de las penalidades y en
periodos de encarcelamiento más largos” (Garland, 2005, p. 283). Incluso al-
gunos sectores de la sociedad claman porque el efecto del delito sea “pudrirse”
en la cárcel, sin que estos sentimientos se mantengan en una vida subterránea,
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lismo punitivo, dentro de un ambiente de desinformación por
parte de la ciudadanía, y con las repercusiones en contra del
sistema penitenciario y carcelario, que en definitiva administra
la criminalización estatal contra esos actos. Pero la cárcel2 no ha
existido siempre y su nacimiento es tardío en la historia de la hu-
manidad. Esta institución se convierte en la pena más importante
alrededor del mundo occidental con base en los fundamentos
económicos del proceso de industrialización y, a partir de allí,
comienza una vertiginosa implementación, cuyas historias de
horror y sus experimentos de error, sin corrección, continúan
actualizándose en nuestros días, de manera general y universal.
A pesar de la concepción generalizada, que fuera anotada con
anterioridad y dentro de un enfoque materialista económico3,
Rusche y Kirchheimer consideran que la pena
no es ni una simple consecuencia del delito, ni su cara opuesta, ni un
simple medio determinado para los fines que han de llevarse a ca-
bo; por el contrario, debe ser entendida como un fenómeno social
independiente de los conceptos jurídicos y los fines (1984, p. 3).
de la manera como lo afirma Garland (p. 91), ni se produzca vergüenza en las
autoridades por las condiciones carcelarias.
2 El Código Penitenciario y Carcelario colombiano hace una diferenciación entre
cárcel y penitenciaría; la primera se encuentra destinada para los sindicados
y la segunda para los condenados. En este capítulo se omitirá esta diferencia-
ción técnica —que será abordada en el Capítulo III, “El ingreso a la prisión
colombiana”—, utilizando indistintamente los términos cárcel, penitenciaría,
penal, prisión o centro de reclusión, recurriendo de manera preponderante
al primero de estos vocablos por ser más común y didáctico para el objetivo
inicial perseguido en esta primera parte del libro que, por supuesto, es de
contexto, como se anunciaba en la introducción.
3 Este enfoque tiene en cuenta dos factores principales: (i) la efectiva función de
esta institución en el seno de la sociedad y (ii) el estudio de tipos determina-
dos de sociedad en que esta ha aparecido (Baratta, 1989, p. 202). Así, dentro
de este enfoque se analizan “los determinantes económicos y políticos de la
política penal, el papel de las instituciones penales en las estrategias de domi nio
de clase, y las maneras en que la penalidad sirve para expresar tanto simbólica
como materialmente el poder del Estado” (Garland, 1999, p. 105).
nor bert o hernández ji mén ez
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Del análisis de la obra de Rusche y Kirchheimer puede
concluirse que los sistemas punitivos tienen una dinámica per-
fectamente alineada con las relaciones de producción, propias
del sistema capitalista, siendo un ejercicio de poder y control4.
De esta manera, la cárcel ratifica la calidad del sujeto como no
propietario, y lo convierte en un ser socialmente no peligroso, con
base en la disciplina impuesta al interior de sus muros. Con lo
anterior se garantiza que, al retomar su libertad, no amenazará
a la propiedad, lo cual puede resultar falseable tras confrontar
este objetivo con el fenómeno de la reincidencia.
En este contexto, la obra de Melossi y Pavarini (1987) es
muy importante. Su título5 puede llevar erradamente a pensar
que la cárcel es productiva como una fábrica o manufactura,
olvidando que siempre ha sido una empresa marginal6 y que su
producción —poco variada— no es significativa en términos
económicos. Así, lo que en realidad fabrica la cárcel son sujetos
aptos para una sociedad industrial, transformando al criminal
en proletario. La disciplina de la cárcel lo convierte en un ser
mecánico, en apariencia útil para afrontar la vida en libertad,
dentro de un contexto económico determinado7.
4 “Incluso un análisis superficial del origen de la prisión deja pocas dudas
acerca de que la forma de trabajo, el funcionamiento del mercado laboral y
la disciplina de trabajo jugaron un papel fundamental en darle cuerpo a su
desarrollo y funcionamiento” (Matthews, 2003, p. 145).
5 En español: Cárcel y fábrica. Los orígenes del sistema penitenciario (siglos XVI-
XIX).
6 En todo caso Christie (1993, pp. 79-82) reseña que, tanto en la Unión Soviética
como en China, existía cierta rentabilidad económica en el trabajo desarrollado
por los presos. También Matthews (2003, p. 71) advierte que entre los siglos
XVIII y XIX, las cárceles generaban beneficios económicos.
7 En el contexto colombiano se predica que esta nueva forma de control social
estaba basada en dos instituciones: (i) la fábrica (industria económica) y (ii)
la cárcel (sistema penal). Esta última destinada a la mano de obra cesante
que no se somete a las reglas de juego del capitalismo o estorba los procesos
productivos (Muñoz, 1989, p. 379).
la d iná mic a de l encarcelamiento

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