Disputas por el acceso a los recursos naturales - Una economía extractiva - Paisajes de libertad. El Pacífico colombiano después de la esclavitud - Libros y Revistas - VLEX 874374327

Disputas por el acceso a los recursos naturales

AutorClaudia Leal
Páginas149-196

4
Disputas por el acceso a los
recursos naturales
E   formó la Compañía Minera Chocó Pacíco para extraer los abun-
dantes depósitos de platino del río Condoto usando dragas. La compañía
cumplió este objetivo en los catorce años siguientes, cuando el platino a lcanzó
precios excepcionalmente altos, y después siguió dragando los ríos vecinos
durante décadas. La Chocó Pacíco e s la manifestación más notoria de la com-
petencia a la que se vieron enfrentados los campesinos negros por el control de
los recursos naturales que conformaban la base de la economía del Pacíco.
Aunque muchos otros intentos de desarrollar minería moderna fraca saron, la
New Timbiquí Gold Mines Limited (), que introdujo la minería con soca-
vones al Pacíco, también tuvo éxito. Sus historias y las de va rios empresarios
que esperaron adquirir derechos exclusivos sobre partes codiciadas del Pací co
ayudan a explicar a c abalidad los dos temas principales de la primera parte de
este libro: el funcionamiento de la economía extract iva y la autonomía alcanzada
por la gente negra libre.
Los conictos por el acceso a los recursos natu rales son propios de las eco-
nomías extractiv as y denen su funcionamiento. En estos contextos las disputas
no suelen girar en torno a tierras sino a elementos naturales es pecícos que se
consideran valiosos, como lo fueron las semil las de ciertas palmas y alg unos mi-
nerales preciosos. Estos elementos poseen una materialidad concreta que inuye
en las luchas por su obtención, del mismo modo en que lo hacen las característi-
cas propias de la tierra y el agua, t an importantes para las economías agrícolas .
Los estudios agra rios, sin embargo, con frecuencia tratan a la tierra como una
abstracción, incluso si los suelos que los campesinos aspiran a cultivar y por
los que luchan tienen rasgos particulares, y si esa “tierra” incluye pantanos o
bosques cuyo valor no reside en la posibilidad de ser cultivados. A l obligarnos
a ver más allá de la tierra, la s economías extractivas nos invitan a reconocer el
papel del entorno natural en la historia.
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 paisajes de li bertad
En las zonas mineras del Pacíco el oro se ha lla disperso a diversas profun-
didades en lechos de ríos y terrazas a luviales, donde toma la forma de pequeñas
partículas entremezcladas con el resto del subsuelo. La minería tradicional
permitía acceder a los depósitos superciales, pero no a los más profundos. A
mediados del siglo , el éx ito de la minería dependía del uso de costosas tecno-
logías —más que todo dragas— inventadas y usada s en otras partes del mundo
donde hay minas de oro. Solo grandes inversionistas, con acceso a capital a gr an
escala y a conocimiento sobre minas, po dían transformar la mi nería del Pacíco
y generar ganancias susta nciosas. Por este motivo, ni las élites de la región ni los
buscadores de oro tuvieron chance de competir con ellos; en ca mbio, intentaron
participar del botín adquiriendo títulos mineros, de manera que cuando los
inversionistas buscaran mi nas se vieran obligados a negociar con los dueños de
los títulos para acceder a ell as. Su estrategia era doble: usar la ley para conseg uir
derechos de acceso —títulos mineros y concesiones— y cubrir tanto terr itorio
como fuera posible, dada la dispersión de las part ículas de oro. Las semillas de
tagua también se hal laban dispersas en la selva, pero eran mucho menos valiosas
y, al caer sobre suelos lodosos, no hacían falta máquinas para recogerlas. Tam-
bién en este caso la estrategia de quienes buscaban derechos exclusivos sobre
la recolección de semillas consistió en valerse de la ley pa ra adquirir derechos
formales sobre las selvas —primero a través de títulos sobre la tier ra y después
de concesiones forestales— con la idea de obligar a los recolectores a venderles
a ellos las semilla s.
Los enfrent amientos entre estos p equeños empresarios y lo s recolectores de
tagua revelan el esfuer zo por defender una forma de vida autónoma que le daba
sentido a la libertad legal. En vez de recur rir a la apropiación privada de tierras,
los habitantes rurales defendieron su derecho consuetudinario a acceder a los
recursos de la selva aliándose con políticos locales. De este modo sobrevivió
una economía política de la extracc ión de la que vivían tanto recolectores como
comerciantes. La persistencia de prácticas minera s sancionadas por normas con-
suetudinarias en contra de la s políticas de poderosas compañías extra njeras tuvo
una historia simila r. Los habitantes del Pacíco se esforzaron por mantener el
acceso al diverso entorno natural del que v ivían cada vez que ese acceso estuvo
en entredicho. El éxito considerable que tuvieron no solo se debe a que sabían
cómo habitar estos lugares y contaban con el apoyo de algunos funcionarios,
sino a que las compañías, aun cuando eran muy poderosas , estaban interesadas
en recursos muy especícos, cuya explotación estaba de terminada por la tecno-
logía elegida, como las dragas, que solo sir ven para extraer el oro de los lechos
de los ríos. Los mineros locales explotaba n ríos y arroyos demasiado pequeños
para las dragas y también áreas alejadas de los diques aluviales inaccesibles a
esa maquinaria pesada. Los habitantes locales lograron armar sus derechos
consuetudinarios incluso en los espacios donde las draga s funcionaban. Aunque
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las compañías lograron restri ngir el acceso de los campesinos al oro y al plati no
en sus áreas de inuencia, no elimi naron la autonomía que las personas negras
habían alcanzado t ras la esclavitud.
Estos conictos, así como sus implicaciones para la historia de las selvas
y de la gente negra, han recibido poca atención. Dado que no involucraron a
campesinos que luchaban por la tierra contra gra ndes terratenientes o especu-
ladores ni condujeron a la emisión de títulos de propiedad, como sí ocurrió en
otras partes del país, escaparon a los radares de los historiadores agra rios que
han intentado explicar la dist ribución desigual de la tierra en América Latina.
El trabajo clásico de Catherine Le Grand, Colonización y protesta campesina en
Colombia, -, explica exitosamente cómo los enfrentamientos por la tierra
en la era republicana generaron el patrón de tenencia que aún predomina en el
país. A nales del siglo  y principios del , colonos de los populos os Andes
migraron cordillera abajo, con frecuencia atra ídos por nuevas oportunidades
económicas creadas por los mercados de exportación. En el proceso, encontraron
especuladores de tierras deseosos de lucrarse con la incorporación de nuevas
tierras a la economía nacional. A pesa r de la existencia de leyes pensadas para
proteger los derechos d e los colonos, relativa mente pocos campesi nos lograron
beneciarse de ellas. Los empresarios estaban mucho mejor preparados para
hacer maniobras legales y para paga r los costos de obtener títulos de propiedad.
Así acumularon grandes propiedades, a ta l punto que tres cuartos de la tierra
titulada entre  y  se entregó en porciones mayores a mil hectáreas.
Mientras tanto, las selvas del Pacíco sigu ieron siendo baldíos de la Nación.
Sin embargo, como muestra este capítulo, esto no signica que el entorno y
la gente de esta región no tengan una historia, aun cuando no sea de despojo
generalizado y deforestación.
Los frustrados monopolios sobre la tagua
Entre las décadas de  y  los recolectores negros, en alianza con comer-
ciantes y funcionarios del Estado, logra ron oponerse exitosamente a los intentos
de monopolizar el acceso a la tagua en Tumaco y la costa Pacíca del Chocó.
Las palmas de tagua tienden a crecer juntas, formando taguales extensos en
los bosques costeros. El trabajo de recolección consistía en buscar las semi llas
caídas en los suelos fangosos de la selva, que a veces se inundaba n. La dicultad
radicaba en encontrar las semil las —aunque estas son bastante grandes— y en
agacharse constantemente para recogerlas y transpor tarlas. Para esto no hacía
Catherine Le Grand, Colonización y protesta campesina, , .
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