Doctrina de los actos propios - Título 1. Principales manifestaciones del deber de coherencia en el derecho colombiano de los contratos - Segunda parte. Alcance del deber de coherencia - El deber de coherencia en el derecho colombiano de los contratos - Libros y Revistas - VLEX 850192736

Doctrina de los actos propios

AutorMariana Bernal Fandiño
Cargo del AutorAbogada de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia
Páginas219-267
219
CAPÍTULO 1
Doctrina de los actos propios
La doctrina de los actos propios, referida al terreno contractual, es una
manifestación del deber de coherencia1. Esta doctrina considera inad-
misible pretender el ejercicio de derechos o facultades que se estimen
contradictorios con comportamientos o conductas relevantes y eficaces,
previamente asumidas en el tráfico jurídico, por lo que se vincula con
los deberes de conducta que se derivan del principio general de la bue-
na fe, que impone actuaciones guiadas por la honestidad, la lealtad y
la corrección.2 A pesar de que no ha sido estudiada con profundidad en
Colombia por parte de la doctrina –salvo algunos esfuerzos aislados–,
a diferencia de lo que ha sucedido en otros países de Iberoamérica,3 la
prohibición de ir contra los propios actos está siendo utilizada cada vez
más en los estrados judiciales y arbitrales colombianos. Es necesario,
entonces, un estudio sistemático de la figura en Colombia, para lo cual
en un primer momento estudiaremos su configuración (sección 1),
1 Véase un aparte de este capítulo publicado en "La doctrina de los actos propios y la
interpretación del contrato", Revista Universitas, Pontificia universidad Javeriana, No. 120,
enero-junio de 2010.
2 En este sentido se ha afirmado respecto de la doctrina de los actos propios que “entronca con
los deberes de conducta que impone la buena fe; ella exige que haya coherencia en el obrar
del sujeto y sanciona a las conductas contradictorias”. Luis Moisset de Espanés, “La doctrina
de los actos propios”, Comercio y Justicia 13.607 (9 diciembre 1978), en línea (consultado 2 de
septiembre de 2009). Acerca de la relación entre la buena fe y la doctrina de los actos propios,
la doctrina colombiana ha señalado que la buena fe es la fuente de los efectos que implica
actuar contra los propios actos. Jorge Parra, Estudio sobre la buena fe (Medellín: Librería Jurídica
Sánchez R., 2011), 215.
3 Autores como Díez-Picazo y Puig Brutau en España; López Mesa y Borda en Argentina, López
Santa-María, Fueyo Laneri, Corral Talciani y Ekdahl Escobar en Chile; Castillo Freyre en Perú,
y Ordoqui en Uruguay, entre otros, han abordado el tema de forma profunda y detallada,
coincidiendo en la importancia de la figura y en la necesidad de su clara delimitación.
220 El deber de coherencia en el derecho colombiano de los contratos
para después analizar su campo de aplicación en el derecho colombiano
(sección 2).
Sección 1. Configuración general de la doctrina
de los actos propios
Para cumplir los propósitos arriba delineados, es necesario conceptua-
lizar la doctrina objeto de nuestro estudio (§1), así como analizar sus
principales características (§2).
§1. Conceptualización
Estimamos que para abordar adecuadamente el estudio de la doctrina
de los actos propios es necesario analizar la noción que de ella se tiene (A),
los fundamentos que en derecho le sirven de soporte (B) y su particular
naturaleza jurídica (C), con el fin de evitar que la figura se desdibuje y se
confunda con otros conceptos, lo cual no solamente impide la correcta
aplicación de la doctrina, sino que le resta utilidad y eficacia.
A. Noción
Desde el derecho romano, encontramos antecedentes de la regla venire
contra factum proprium non valet,4 según la cual no le está permitido a
ninguna persona contradecir su propia conducta en perjuicio de otro. En
efecto, se ha considerado que dentro de los antecedentes romanos más
antiguos que hacen referencia a la prohibición de ir contra los propios
actos se encuentra un texto de Ulpiano, según el cual se impide que un
padre que ha emancipado a su hija alegue después que el testamento
que esta había otorgado es nulo, pues la emancipación fue ineficaz.5
4 Existen varias formulaciones de esta regla: Nemini liceo adversus sua facta venire, Non concedit
venire contra factum proprium, proprium factum nemo impugnare potest, adversus factum suum
quis venire non potest, Nemo potest contra factum proprium venire, nemo contra factum proprium
potest. Hernán Corral Talciani, “La raíz histórica del adagio Venire contra factum proprium non
valet”, en Venire contra factum proprium: Escritos sobre la fundamentación, alcance y límites
de la doctrina de los actos propios (Santiago de Chile: Universidad de los Andes, 2010), 19.
5 A. D’Ors et ál., Digesto de Justiniano, t. I, versión castellana (Pamplona: Aranzadi, 1968), 67.
Doctrina de los actos propios 221
Si bien se estima que la regla venire contra factum proprium encuentra
su origen en el derecho romano,6 algunos autores consideran que su
formulación como regla general debe ser atribuida a Azzo en el derecho
intermedio,7 dado que en el Digesto su mención solo se presenta respecto
de casos concretos, como era usual en la práctica jurídica romana, poco
dada a las generalizaciones o a las abstracciones. Es, en efecto, Azzo,
importante representante de la Escuela de los Glosadores, quien en
su obra Brocardica Aurea, que recopila brocardos que sintetizan textos
romanos, incorpora en su rúbrica X el aforismo venire contra factum
proprium nulli conceditur, que recoge la diversidad de textos romanos
referentes a la imposibilidad de contradicción en el comportamiento y
señala, igualmente, aquellos eventos en los que dicha conducta estaría
permitida.8 Más adelante, Bartolo y Baldo, pertenecientes a la Escuela
de los Comentaristas, refinaron el análisis estableciendo algunas excep-
ciones a la aplicación de la regla.9
Posteriormente, ya en el derecho contemporáneo, es mediante la
labor de la jurisprudencia que la doctrina de los actos propios se incor-
pora definitivamente al sistema jurídico, como una regla de derecho
derivada del principio general de la buena fe, y en tiempo reciente tiene
un gran desarrollo y adquiere especial relevancia, particularmente por
el recurso a los principios como mecanismo para enfrentar los excesos
del positivismo jurídico. Se ha considerado que la regla venire contra
factum proprium tiene otras manifestaciones, como el retraso desleal10
6 Martha Lucía Neme, “Venire contra factum proprium: Prohibición de obrar contra los actos
propios y la protección de la confianza legítima: Tres maneras de llamar a una antigua regla
emanada de la buena fe”, en Estudios de derecho civil: Obligaciones y contratos, t. III (Bogotá:
Universidad Externado de Colombia, 2003), 12.
7 Alejandro Borda, La teoría de los actos propios (Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 2000), 19. También
en este sentido se ha afirmado que, aunque los romanos no formularon la regla, dentro de los
textos romanos se encuentran casos que evidencian su aplicación. María Nélida Tur Faundez,
Prohibición de ir contra los actos propios y el retraso desleal (Cizur Menor, Navarra: Aranzadi,
2011), 16.
8 María Fernanda Ekdahl Escobar, La doctrina de los actos propios (Santiago de Chile: Jurídica de
Chile, 1989), 53.
9 Carlos Ignacio Jaramillo, “La doctrina de los actos propios y su proyección en la esfera del
derecho de los contratos”, en AA.VV., Estudios de derecho privado, t. I (Bogotá: Universidad del
Rosario, 2009), 296.
10 Sobre la relación entre la regla del venire contra factum proprium y la Verwirkung o retraso desleal,
véase Erwin Riezler, Venire contra factum proprium (Leipzig, 1912).

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR