Ecofeminismo: integrando saberes, explicando la dominación - Primera parte. Perspectiva femenina para la gobernanza ambiental y el desarrollo sostenible - El cuidado de la tierra: mujer, ambiente y cambio climático - Libros y Revistas - VLEX 684135773

Ecofeminismo: integrando saberes, explicando la dominación

AutorAna Milena Coral Díaz
Páginas7-25

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Introducción

Este artículo se construye en torno a dos premisas fundamentales del ecofeminismo: en primer lugar busca establecer el discurso crítico frente a la exclusión de las mujeres y de los saberes no especializados de la política ambiental mundial. En este sentido, intenta mostrar cómo existe una visión universal en el manejo de los recursos naturales regida por el patriarcado y una perspectiva para la cual tanto mujeres como naturaleza pertenecen a una esfera a dominar en la experiencia de la vida. En segundo lugar el artículo se enfoca en otro escenario importante en el cual se desarrolla la lógica ecofeminista, este escenario es la dominación como una herramienta de poder, de control y de abuso. Así, el ecofeminismo se plantea las razones por las cuales existe un vínculo entre la subordinación de las mujeres y la explotación indiscriminada de los recursos naturales que ha llevado a poner en riesgo la salud y la subsistencia de comunidades, de importantes recursos como el agua, los bosques, los animales y de la biodiversidad, los cultivos, los humedales, páramos etc.

El ecofeminismo pone en evidencia el individualismo, el capitalismo, el patriarcado, el racismo y la discriminación, así como el consumo excesivo y una lógica dominante y hegemónica para la cual prevalece el interés de grandes corporaciones y transnacionales por obtener y acumular ganancias a

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costa de recursos sensibles. En el primer apartado estableceré en qué consiste la exclusión de los saberes no especializados como una forma de control del paradigma científico en occidente y además abordaré, a través de la teoría ecofeminista, el tema de la opresión de la naturaleza y las mujeres como una expresión del patriarcado.

En segundo lugar, retomaré algunas explicaciones que las ecofeministas dan a la dominación, de dónde surge y porqué se ha establecido en relación con las mujeres y la naturaleza como un ser femenino. A partir de estos elementos construiré el apartado final, a modo de conclusión, sobre la propuesta de las mujeres para una perspectiva integral ecológica que contemple una mirada menos dominante y extractiva de la naturaleza.

Así, este artículo intenta exponer diferentes miradas y propuestas ecofeministas en torno a una visión universal que contemple la diversidad, el desarrollo sostenible y la inclusión de la perspectiva de las mujeres como una opción para lograr el equilibrio y la conservación.

1. El ecofeminismo como una postura crítica de los saberes especializados, la exclusión y el patriarcado

El ecofeminismo como movimiento social o postura teórica tiene un reconocimiento reciente y a la vez necesario. Tiene que ver con las mujeres y su vínculo con la naturaleza, con la ética de la conservación y con el flujo de la vida, en la que se enlazan las luchas feministas y ambientales (Shiva, 1991). Es una resistencia a la destrucción, que ha tomado fuerza en el último siglo, pero a la vez constituye una apuesta por la conservación. Surge en los años setenta junto a otros movimientos de mujeres de dos corrientes independientes: 1) la deep ecology1y 2) el feminismo.2El término ecofeminismo fue creado por la feminista

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francesa Françoise d’Eaubonne (Rojas Salazar, 2012) con el objetivo de enfatizar el potencial que tienen las mujeres para lograr una revolución ecológica (Warren, 2003, 22).

El ecofeminismo no solo aboga por la participación de las mujeres en las luchas ambientalistas sino que además reclama un espacio propio en la política que rige la naturaleza y el desarrollo sostenible en las sociedades modernas, por ende se entreteje con matices de poder, cultura y organización social (Leff, 2004). Así mismo, esta visión propia busca integrar el enfoque del ambiente sostenible y el cuidado sobre la naturaleza propio de las mujeres, comprendiendo que este ha sido ignorado por el patriarcado3y por una visión masculina del mundo y de la forma de llevar a cabo el cuidado de la tierra. En este sentido, como señala Enrique Leff: “El Ecofeminismo siguiendo el feminismo radical, ve en las jerarquías sociales del patriarcado la causa principal de la destrucción ecológica y del dominio de la mujer. El patriarcado aparece como la forma social que organiza el pensamiento, la cultura y las relaciones de género” (Leff, 2004, p. 3).

No existe un único ecofeminismo,4sin embargo varias corrientes ecofeministas reconocen la necesidad de dar notoriedad a los abusos existentes,

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tanto de la naturaleza como de las mujeres, mostrando así un vínculo existente entre la dominación de ambos (Warren, 2003). Algunas corrientes se inclinan por preocupaciones en torno a la salud, el desarrollo y la tecnología, el pacifismo, el trato a los animales, el activismo antinuclear y antimilitar (Warren, 2003). Igualmente, algunas pensadoras ecofeministas han buscado mostrar el poco reconocimiento de los saberes de las mujeres y de paso el de comunidades rurales o tribales en torno a la conservación y la preservación de la biodiversidad.5Entonces se hace visible la necesidad de notoriedad en la política de una postura desde la experiencia femenina en relación con la naturaleza y se construye con base en saberes propios, experiencias y conocimientos ancestrales de las mujeres en su rol de cuidadoras, agricultoras, conocedoras de los ciclos de la naturaleza y las semillas, saberes que han sido marginados y muchas veces excluidos en su totalidad por la cultura occidental hegemónica que privilegia los conocimientos científicos.

Al respecto Vandana Shiva (Shiva & Mies, 1997) ha señalado que estos conocimientos tradicionales se han visto apartados debido al papel que la ciencia moderna juega actualmente, como un paradigma reduccionista y mecánico del hombre occidental. A partir de la creación del paradigma científico se ha proyectado universalmente la subyugación de la naturaleza y las mujeres, ligada a un saber: el del “especialista” y el que no lo es. De este modo la ciencia ha creado una barrera que excluye los saberes “no especialistas”, posicionándolos en la esfera de lo no científico en un sistema jerárquico y excluyente.

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La consideración del conocimiento no especializado, bajo este paradigma, tiene una sospecha de duda y de poca confiabilidad, pues no ha pasado por los estándares de la ciencia —como método científico— que evalúa su pertenencia. En este sentido afirma Shiva: “Esta dominación es inherentemente violenta, en el sentido de violación de la integridad. La ciencia reduccionista es una fuente de violencia contra la naturaleza y contra las mujeres en la medida en que las subyuga y las despoja de su plena productividad, capacidad y potencial” (Shiva & Mies, 1997, p.42).

Esta situación puede verse reflejada, por ejemplo, en torno al manejo de la reproducción y el parto, los cuales han sido medicalizados y apropiados por la ciencia, despojando a mujeres parteras de su rol tradicional y a las mujeres del proceso natural de dar a luz. En este sentido, el cuerpo femenino pasó a ser mecanizado y fragmentado, y sus partes pasaron a “ser gestionadas por expertos profesionales” (Shiva & Mies, 1997, p. 45).6Para la ciencia, y según este paradigma uniforme que emerge del patriarcado y una visión masculina del mundo, los cuerpos de las mujeres así como las semillas que provienen de la tierra son elementos pasivos a los cuales el experto añade valor, por ende “la naturaleza, las mujeres y los pueblos no blancos aportan solo la materia prima en bruto (Shiva & Mies, 1997 pp. 43, 44). Lo mismo ocurre con los saberes de las mujeres y ciertas comunidades no occidentales respecto del cuidado de la tierra. Se podría decir que al jerarquizar el mundo de la naturaleza y a las mujeres con todos sus saberes y su manera particular de relacionarse con la vida, de modo que se vuelvan invisibles y poco prácticos para el manejo de la política ambiental, se crea una fisura en las sociedades actuales en las que es necesario contar con visiones más integrales, que provengan de todos los sujetos involucrados, ya que las comunidades sufren los efectos nocivos de la contaminación y el manejo inadecuado de los recursos naturales.

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El patriarcado como sistema de opresión y un capitalismo desmedido,7 de la mano del paradigma científico y la tecnificación excesiva del campo han propiciado condiciones de desigualdad que han acelerado la exclusión de saberes y visiones de conservación, puesto que han visto a las tecnologías que se basan en la diversidad propias de sociedades tribales o campesinas como atrasadas y primitivas (Shiva, 1995, p. 15). El ecofeminismo se ha planteado estas cuestiones intentando ser propositivo en la tarea de cuestionar las bases de la dominación, pero también permitiendo que se visibilicen las propuestas de las mujeres desde distintos contextos y culturas del mundo.

Los sistemas agrícolas no tecnificados desde siempre han permitido a las comunidades trabajar en asociación con otras especies para mantener de forma sostenible los procesos ecológicos y del mismo modo satisfacer las necesidades humanas (Shiva, 1995). “La agricultura basada en la diversidad es descentralizada, estable ecológicamente y productiva desde el punto de vista económico” (Shiva, 1995, p. 16). Sin embargo, en razón de la eficiencia y de la extracción indiscriminada de recursos de la tierra, la perspectiva de las comunidades ancestrales y de las mujeres en particular en relación con la naturaleza ha sido total-mente marginada. Es así como se ha implementado el uso de monocultivos,8

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que perjudican las capas...

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