Efluentes: guerra razonable y guerra de aniquilamiento - Parte I. Los ríos oscuros - Guerra civil posmoderna - Libros y Revistas - VLEX 857125185

Efluentes: guerra razonable y guerra de aniquilamiento

AutorJorge Giraldo Ramírez
Cargo del AutorDoctor en Filosofía por la Universidad de Antioquia
Páginas137-173
137
Capítulo 4
EFLUENTES:
GUERRA RAZONABLE Y GUERRA DE
ANIQUILAMIENTO
Aunque el análisis de los criterios que Schmitt propuso en 1963
permitió demostrar que la guerra partisana está muy alejada de
cualquier referencia moderna a sus características técnicas, a su
volumen e intensidad, o al territorio como categoría de la estatali-
dad, sin embargo estos elementos todavía no tocan el corazón del
programa schmittiano ni nos permiten afirmar que la discusión
sobre la guerra partisana esté ya encuadrada satisfactoriamente.
A mi modo de ver, los temas centrales del pensamiento sch-
mittiano sobre la guerra se mueven en tres direcciones, en las que
las pretensiones analíticas se confunden con las normativas. La
primera prosigue dos dictum de Clausewitz, que también tienen
sentido dentro de una concepción distinta a la que los acunó.
El primero se refiere al axioma del §26 en De la guerra, que dice
que “todas las guerras tienen que ser consideradas como actos
políticos” (Clausewitz, 1999: 48), y el segundo afirma que esto es
cierto aun en los momentos más extremos, en los cuales “la guerra
aparecerá más como puramente militar y menos como política”
(Clausewitz, 1999: 47); la segunda dirección establece como guía
metodológica la necesidad de precisar los tipos de enemistad que
orientan a los bandos enfrentados para determinar el carácter de
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la guerra, y la última se refiere a la tendencia hacia la criminaliza-
ción. Las metas normativas de estos temas son la recuperación de
las guerras como objeto de lo político tanto práctico como teórico,
la búsqueda de pautas que permitan limitar y regular la guerra,
y la visibilización de la discriminación de los combatientes como
criminales en un sentido específico.
Este capítulo abordará estos temas, pero abriendo la reflexión
a otras categorías y perspectivas. Empezaré retornando a la di-
ferencia entre guerra moderna y guerra posmoderna, discutida
en el capítulo 2, desde el punto de vista de la intensidad política
adoptado en el capítulo 3, para que entendamos la primera como
guerra militar y la segunda como guerra política. Desarrollaré las
características del enemigo relativo y el enemigo absoluto a par-
tir de una disquisición sobre la enemistad, para analizar con más
detalle el sentido de distinguir una guerra razonable de una gue-
rra de aniquilamiento. Y terminaré abordando la idea de que las
guerras de aniquilamiento están asociadas a exclusiones fuertes.
de La guerra miLitar a La guerra poLítica
Con un cuarto de siglo de diferencia, Michael Walzer señaló, muy
de paso, dos parejas de contrarios: en 1977 habló de guerra polí-
tica y guerra militar; en 2001 se refirió a guerra política y guerra
convencional (Walzer, 2004c: 52). Ambas están planteadas en
términos de lo nuevo y lo viejo, donde “guerra política” parece
una denominación más apropiada para las contiendas actuales,
mientras “militar” y “convencional” se aplicaría mejor a las gue-
rras pasadas, que llamamos antes modernas o clausewitzianas.
Utilizaré esos pasajes que Walzer no desarrolló para tratar de
elevarlos al nivel de antinomias categoriales.1
La guerra clausewitziana es política de una manera media-
ta, pues entre la unidad política y el propósito político siempre
1 También Schmitt había intuido en su ruptura con Clausewitz que existía una opo-
sición entre “guerra militar” y “guerra popular” (Schmitt, 1969: 11), y tampoco
la desarrolló. Otra distinción: guerra sobre el terreno y guerra política (Launay,
2005: 28).
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aparece el ejército como mediador técnico imprescindible. La
guerra es un arte cuya independencia es parcial, pues “no actúa
por sí mismo sino que está controlado desde fuera: por la mano
de la política” (Paret, 1979: 514).2 La guerra posmoderna puede
ser llamada política porque esta mediación está desapareciendo y
no existe ya para los principales protagonistas de ella. Cuando se
realiza este contraste, la guerra clausewitziana puede percibirse
mejor como una esfera distinguible de características claramente
militares. El general filósofo es tajante cuando plantea que “gue-
rra, en su significado real, es sinónimo de combate” (Clausewitz,
1999: 103), especifica que cuando se habla de medios, “uno solo
es el que existe: es el combate” (Clausewitz, 1999: 58) y añade
que sin el combate no podría originarse el elemento propio de la
guerra, pues la guerra despliega sus actividades peculiares en el
combate, “como lo hacen el pájaro en el aire y el pez en el agua”
(Clausewitz, 1999: 119). En Clausewitz se comprende “la política
como la inteligencia del Estado personificado” (Clausewitz, 1999:
48), lo que de suyo es una restricción en una época que empieza
a autodefinirse como posnacional y se asume la relación entre el
Estado y la guerra como la que existe entre el cerebro y el brazo,
una relación instrumental. En virtud de esto podemos aceptar que
se diga que “la equivocación más popular es que el concepto de la
naturaleza de la guerra del prusiano era esencialmente político”
(Echevarría, 2006: 71).
Esta oposición inicial entre guerra militar y guerra política
agudiza la disimilitud entre las guerras modernas y las posmoder-
nas. Daré un paso más también para reforzar el mensaje de que
hay que decirle adiós a Clausewitz, sugiriendo que la guerra mi-
litar es tendencialmente obsoleta. Van Creveld es uno de los más
perspicaces difusores de esta tesis. Encuentra que el poder de las
armas nucleares no ha podido convertirse en ventaja política, que
con frecuencia los ejércitos convencionales son derrotados por
2 Clausewitz, “Nota”, 1.827. Como afirma Günter Maschke, este carácter mode-
rador de la política tiene un papel central en la teoría de Clausewitz, pero no es
forzoso que sea así: la política podría promover una guerra de aniquilamiento
(Carta del 28 de febrero de 2008).

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