Ensayo sobre la cuestion social. - Núm. 27, Enero 2019 - Prospectiva - Libros y Revistas - VLEX 766181441

Ensayo sobre la cuestion social.

AutorManuel Carballeda, Alfredo Juan

Essay on social question

Sumario: 1. Cuestión Social la tensión Integración-desintegración de la sociedad; 2. Cuestión Social y construcción de Subjetividad; 3. Cuestión Social y la justificación de la Desigualdad; 4. Algunas reflexiones acerca de la desigualdad; 5. Cuestión Social, obscenidad y angustia; 6. Cuestión Social y caída de los valores democráticos; 7. Colonización, Cuestión Social, Cuestión Nacional; 8. Algunas conclusiones; 9. Referencias bibliográficas.

El subdesarrollo no es consecuencia de la supervivencia de instituciones arcaicas, de la falta de capitales en las regiones que se han mantenido alejadas del torrente de la historia del mundo, por el contrario, el subdesarrollo ha sido y es aun generado por el mismo proceso histórico que genera también el desarrollo económico del propio capitalismo.

Gunder-Frank, 1963.

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta.

Galeano, 2002.

Essay on social question

  1. Cuestión Social la tensión Integración-Desintegración de la sociedad

    La fragmentación de la sociedad avanza generando nuevos espacios de exclusión y desencanto. Allí, donde hasta hace poco tiempo se construía futuro y esperanza hoy nos gobierna autoritariamente la incertidumbre acompañada por una falta de expectativa impuesta violentamente que agobia y dificulta la integración social. El Neoliberalismo logra una vez más, tal vez en su etapa de mayor virulencia, socavar los cimientos de sociedades que habían comenzado a recorrer caminos de recuperación de su integración perdida de la mano de la perspectiva de derechos. El retroceso hacia lugares y circunstancias que nunca hubiésemos sospechado invade a nuestra región como una enfermedad contagiosa y endémica que parece no detenerse y va generando más y nuevas formas de dolor y padecimiento. En la historia de los últimos doscientos años nunca hubo una diferencia tan marcada entre quienes concentran la riqueza y quienes quedan afuera de las condiciones mínimas de vida.

    La pérdida de derechos fragmenta, individualiza, tanto al conflicto como sus posibles formas de resolución. La presión que se impone a la necesidad de seguir perteneciendo es tal, que se construyen formas de naturalización consensuada de la pérdida de derechos que hasta hace poco tiempo eran consideradas irrenunciables. Se desdibuja lentamente la idea básica de los derechos sociales en una suerte de retroceso al siglo XVIII asentado en que cuando una persona pierde un derecho, automáticamente lo pierde toda la sociedad. El enunciado, tal vez más potente de la Revolución Francesa que afirmaba que todos los hombres nacen libres e iguales se desdibuja en los laberintos oscuros de una economía salvaje de mercado, mostrando probablemente la peor etapa del capitalismo a través de su rostro financiero y codicioso.

    Al fragmentarse la sociedad, estallan nuevamente las instituciones y los territorios vuelven a tomar las formas de guetos urbanos donde la presencia del Estado se restringe día a día en la esfera de los derechos y se incrementa en lo punitivo. Esa fragmentación construye nuevas formas de subjetividad donde también se multiplica la inseguridad con respecto al Otro, a la sociedad, a la organización de la vida cotidiana. El padecimiento recorre caminos complejos que van desde la singularidad, dialogan con lo territorial y se entremezclan con las circunstancias que marcan el sentido de lo macro social.

  2. Cuestión Social y construcción de Subjetividad

    El sentido común y la vida cotidiana se edifican en gran parte a partir de la violencia que forma la concentración de la información. Mientras tanto, el terrorismo de mercado genera nuevos signos en la construcción de subjetividad; en ellos, el temor a perder lo poco que a cada uno le queda genera tensiones y violencia. Vivimos en Sociedades donde se fomenta y exalta el egoísmo, mientras que la meritocracia se propone a sí misma como el único camino posible para escapar de una hecatombe que es producto de niveles nunca vistos de concentración de la riqueza a nivel mundial. Al naturalizarse la pérdida de derechos sociales, subrepticiamente, nuestras sociedades se hacen más injustas y cada vez menos libres. La ecuación donde sencillamente una necesidad se transforma de manera automática en un derecho social no cumplido es olvidada, reprimida, ocultada por los dueños de la comunicación, quedando relegada a espacios cada vez menos visitados en la esfera del sentido común. Así, la pérdida de derechos sociales trae un consecuente impacto en los derechos civiles que queda naturalizada e invisible. La noción de igualdad se separa de la de libertad y olvida premeditadamente la de fraternidad. La vinculación entre mérito y derecho es también una bandera que ostenta el triunfo del neoliberalismo mientras avanza en su batalla cultural conquistando puntos de vista y construyendo sentido común.

    La incertidumbre atraviesa y se naturaliza en la vida cotidiana y, el solo pensar en el futuro puede transformarse en malestar, padecimiento, evocación del dolor que se vincula con la frustración. Las sociedades de mercado intentan convencer mediante estrategias publicitarias y comunicacionales la separación y sensación de extrañeza frente al Otro, afirmándose en la ilusión de que es posible sobrevivir individualmente, mejorar sin sociedad, sin cultura, sin historia. Se reproduce el discurso de los manuales y procedimientos que se apoyan en un individualismo exaltado, fundamentalista y patético, donde pareciera que se pretende que los restos de los lazos sociales queden simplemente propuestos y enunciados a través de la lógica del costo y el beneficio. En la cultura neoliberal, la libertad individual se enuncia desde un egoísmo que transforma al prójimo en un instrumento, en un medio para un supuesto bienestar hedonista e indefectiblemente efímero, solitario y aislado. Pareciera que cada vez más la vinculación con los otros se desarrolla a través de la violencia cotidiana, política, verbal, física, las peleas entre personas que circulan por las calles, expresan lo que muestran las pantallas de televisión y desde allí multiplican la sensación de espanto frente al Otro. La inseguridad social es una construcción que tiene gran parte de su condición objetiva en la ausencia, en nuestro caso, repentina de un Estado que lentamente estaba...

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