Epílogo: la justicia como utopía - Una meditación sobre la justicia en «Don Quijote de la Mancha» - Libros y Revistas - VLEX 851270157

Epílogo: la justicia como utopía

AutorDiego Antonio Pineda Rivera
Páginas131-141
· 131 ·
Es el fin y paradero de las letras (y no hablo ahora de las divinas,
que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que
a un fin tan sin fin como este ninguno otro se le puede igualar:
hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la
justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo) entender y
hacer que las buenas leyes se guarden. Fin por cierto generoso y
alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece
aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin
la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en
esta vida. Y, así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y
tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche
que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires: «Gloria sea en
las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad»; y
a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó
a sus allegados y favoridos fue decirles que cuando entrasen en
alguna casa dijesen: «Paz sea en esta casa»; y otras muchas veces
les dijo: «Mi paz os doy, mi paz os dejo; paz sea con vosotros»,
bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano, joya que sin
ella en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno. Esta paz
es el verdadero fin de la guerra, que lo mismo es decir armas que
guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es
la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras, vengamos
ahora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del profesor de
las armas, y véase cuáles son mayores.
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Don Quijote de la Mancha
(2008, I, 37, pp. 392-393)
Sí, ya lo sé, ya sé que es locura querer volver las aguas del río a
su fuente, que es el vulgo el que busca la medicina de sus males
en el pasado; pero también sé que todo el que pelea por un ideal
cualquiera, aunque parezca del pasado, empuja el mundo al
porvenir, y que los únicos reaccionarios son los que se encuentran
bien en el presente. Toda supuesta restauración del pasado es
hacer porvenir; y, si el pasado es un ensueño, algo mal conocido

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