La escuela como escenario resiliente para afrontar la adversidad - Socialización política y configuración de subjetividades - Libros y Revistas - VLEX 857250157

La escuela como escenario resiliente para afrontar la adversidad

AutorLuis Fernando Granados
Páginas181-202
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Capítulo 6
LA ESCUELA COMO ESCENARIO RESILIENTE
PARA AFRONTAR LA ADVERSIDAD
Luis Fernando Granados
Los estudios indican que aquellos niños que han generado
un comportamiento resiliente, es decir, que han podido
sobreponerse a esas experiencias negativas fortaleciéndose
en el proceso, han contado con alguna persona, ya sea de
la familia extensa o de la comunidad, con quien lograron
establecer un vínculo positivo.
Es aquí donde el rol de la escuela, y en particular de los
docentes, adquiere todo su valor y complejidad.
Nan Henderson y Mike Milstein
6.1. introducción
Si algo ha hecho fecunda la resiliencia como categoría compren-
siva de experiencias humanas que enfrentan y asumen la adver-
sidad es precisamente la flexibilidad que ha tenido el concepto
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Luis Fernando Granados
para desplazar el enfoque médico centrado en la patología, a fin
de acercarse a uno basado en la construcción del sujeto a partir
de sus fortalezas internas y externas, junto con las interacciones
dialógicas y nutrientes con las que se encuentra a lo largo de su
vida; interacciones que se sitúan en los contextos naturales, hu-
manos y sociales donde acontece su existir.
Los vínculos familiares, la escuela como escenario de socia-
lización y el barrio como lugar de convivencia son algunos de
esos escenarios vitales donde acontecen los procesos resilientes.
En ellos el ser humano se encuentra con el dolor, la adversidad,
el conflicto, las situaciones límite y no en pocos casos con la des-
dicha; pero también son escenarios donde habita la esperanza,
lugares afectivos donde se vivencia el apoyo, la motivación y
el acompañamiento de personas y grupos que hacen sentir la
cercanía del otro en medio del conflicto, apoyos seguros que
transparentan lenguajes de amor que ayudan a sanar heridas,
a reconstruir ilusiones, para permitir la postulación de la vida
como proyecto de humanización.
Esta tensión entre la adversidad, la queja y la elaboración para
la vida digna ha sido el recorrido de la resiliencia como categoría
que intenta comprender aquellos procesos que en los sujetos y las
comunidades les permiten rehacerse existencialmente, después de
haber experimentado situaciones muy profundas de adversidad.
Experimentar el dolor, asumirlo y rehacerse desde él es el
trabajo que aporta Boris Cyrulnik en su obra ya clásica La ma-
ravilla del dolor: el sentido de la resiliencia (2001). El autor pone
de manifiesto el poder de las personas para sobreponerse a la
adversidad y desarrollarse positivamente, al conjurar sus sufri-
mientos desde un relato integrador, que les permite resignificar
las experiencias límite a partir de la búsqueda del sentido que las
propias experiencias tienen en el claroscuro de su propia signifi-
cación. “Una desgracia nunca es maravillosa. Es un fango helado,
un barro negro, una escara dolorosa que nos obliga a escoger:
someterse o sobreponerse. La resiliencia define el resorte de los
que han podido sobrepasarlo” (2001, p. 23).

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