Espuma de los acontecimientos - 21 de Abril de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 633840181

Espuma de los acontecimientos

Catástrofe en la vecindad

La devastación sísmica de la entrañablemente fraterna República del Ecuador me ha traído a la memoria la profunda e inolvidable impresión que me dejó el primer contacto con ese hermoso país. Fue con motivo de una reunión de la Asociación Interamericana de Prensa, en el curso del segundo semestre del tormentoso año de l948, primero en Quito y luego en Guayaquil. Pasmados con el paisaje de volcanes, presidido por el majestuoso Chimborazo, nos correspondería el privilegio de conocer sus maravillosas obras coloniales, empezando por la iglesia de la Compañía, en su interior toda revestida de oro, así como la más sobria, austera e hispánica de San Francisco, hasta donde llega el recuerdo de tantos años atrás. No sin pensar entonces en el riesgo de que estallaran, un día aciago, las formaciones volcánicas de los alrededores. El presidente Galo Plaza tuvo la amabilidad de ofrecer a la SIP exquisito almuerzo campestre, bajo árboles frondosos, en su hacienda del valle de los Chillos, antesala geográfica de la elevada planicie de Quito. Excursiones cuidadosamente programadas en sus vecindades nos permitieron conocer, de primera mano, expresiones sobrevivientes de la cultura aborigen, de habla quechua y mucho colorido en su vestuario. Si mal no recuerdo, el asentamiento de esa población pintoresca responde al nombre de Otavalo. Pero no paró ahí el conocimiento de la fuerte cultura andina. También se nos brindó la oportunidad de observar los rasgos coloniales de indeleble prosapia hispánica en pueblos y urbes de la zona. La sesión de clausura de esta reunión anual de la SIP estaba programada para estrenar balneario en el área de Guayaquil, con bellas playas sobre el Océano Pacífico. Otros más habríamos de visitar y disfrutar de la mano de coterráneos muy queridos y obsequiosos. Su progenitor había sido Cónsul General en Guayaquil, y allí había dejado perdurables raíces. Sentíamos que atrás habíamos dejado la posibilidad de terremotos, comparables al que a comienzos del siglo pasado arrasara la ciudad colombiana de Cúcuta y cuya rememoración meció nuestras cunas en la amada meseta de Bucaramanga, donde no han faltado aletazos de...

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