Estética de la existencia - Historia de la gubernamentalidad II. Filosofía, cristianismo y sexualidad en Michel Foucault - Libros y Revistas - VLEX 857304321

Estética de la existencia

AutorSantiago Castro-Gómez
Cargo del AutorDoctor en letras por la Johann Wolfgang Goethe-Universität de Frankfurt, Magíster en filosofía por la Universidad de Tübingen (Alemania)
Páginas325-402
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CAPÍTULO V
ESTÉTICA DE LA EXISTENCIA
LA PARRHESÍA COMO NOCI ÓN ARAÑA
Hacia el final de la clase del 10 de marzo de 1982, en el marco
de su curso La hermenéutica del sujeto (1982), Foucault intro-
duce una noción que, sin sospecharlo en ese momento, logrará
colocarse en el centro de su investigación hasta el final de su
vida.1 Se trata de la noción de parrhesía, que de algún modo
complementa la ya explorada noción de epimeleia. Foucault
se propone mostrar que el “cuidado de sí” no puede prescin-
dir de la figura del “otro”, trátese del maestro, el discípulo,
el director de conciencia, el consejero, el amigo, el que habla
públicamente en la asamblea, etc. No es posible alcanzar una
relación “estética” con uno mismo, sin un “otro” que me hable
con verdad, o bien, sin un “otro” a quien yo hable con verdad.
1 Reconstruyendo el análisis de la parrhesía desde un punto de vista cronológico,
Foucault estudiará cuatro momentos claves: 1) el “momento político”, al que
dedicará buena parte del curso de 1983; 2) el “momento ético-filosófico”, que
abarca el curso de 1983 y parte del curso de 1984; 3) el “momento cínico”,
en el curso de 1984; y 4) el “momento helenístico”, que es en realidad el pri-
mero que aborda, hacia el final del curso de 1982, La hermenéutica del sujeto,
todavía en el marco de sus estudios sobre el “cuidado de sí” en los estoicos.
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Son, por tanto, las relaciones entre el sujeto y la verdad las que
están en el centro de la noción de parrhesía. Para construir un
arte de vida propio, el sujeto debe ser capaz de decir a otros la
verdad y de escuchar la verdad sobre sí mismo. Es, entonces,
la obligación a la “franqueza”, como medio para la manifes-
tación del discurso verdadero, lo que se halla en juego con
esta noción. Para comprender su importancia en el corpus del
“último Foucault”, quisiera primero reconstruir el lugar que
ocupa la parrhesía en el curso de 1982, para luego analizar el
modo en que se utiliza en los cursos de 1983 (El gobierno de sí
y de los otros) y 1984 (El coraje de la verdad).2
En la segunda hora de la clase de 1982, Foucault dice que
la palabra griega parrhesía tiene que ver con la virtud de “de-
cirlo todo” con franqueza y apertura de corazón.3 Los latinos
la tradujeron como libertas, haciendo referencia a la obliga-
ción de decir abiertamente y sin tapujos lo que uno considera
que es necesario, útil y verdadero. Se trata, por tanto, de una
cualidad que se le pide a todo sujeto hablante y en particular a
todo discurso filosófico. Uno debe sentirse libre para decir lo
que tiene que decir (Foucault, 2006d: 349). Definidos de este
modo los términos, en la clase del 20 de marzo Foucault se
concentra en la relación parresiástica entre maestro y discípu-
lo tomando como base algunos textos de Séneca. Pero aclara
primero que “la parrhesía tiene dos componentes básicos: el
2 El curso de 1984, El coraje de la verdad, es en realidad la continuación del
curso de 1983. Por esta razón los editores lo han subtitulado El gobierno de
sí y de los otros II. En este capítulo los dos cursos serán abordados como una
sola obra.
3 En el curso dictado en la Universidad de Berkeley en 1983 (traducido al
castellano como Discurso y verdad en la antigua Grecia), Foucault amplía
esta definición: “¿Cuál es el significado general de la palabra “parresía”? Eti-
mológicamente, “parresiazesthai” significa “decir todo” —de “pan” (todo) y
“rema” (lo que se dice)—. Aquel que usa la parresía, el parresiastés, es alguien
que dice todo cuanto tiene en mente, no oculta nada, sino que abre su cora-
zón y su alma por completo a otras personas a través de su discurso […]. La
palabra “parresía” hace referencia, por tanto, a una forma de relación entre el
hablante y lo que dice, pues en la parresía, el hablante hace manifiestamente
claro y obvio que lo que dice es su propia opinión” (Foucault, 2004: 36-37).
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ethos y la techné” (ibíd., 354). ¿Qué significa esto? Que en el
discurso del maestro deben coexistir una actitud moral y un
procedimiento técnico, sin los cuales (en la ausencia de uno
o de ambos componentes) resulta imposible que ese discurso
sea tenido por “verdadero”. El ethos hace referencia a la so-
beranía que tiene el maestro sobre sí mismo (“cuidado de sí”),
mientras que la techné hace referencia a los procedimientos
(“tecnologías del yo”) que utiliza para transmitir su doctrina
a los discípulos.4 Nótese entonces: la “verdad” no se predica
aquí de los contenidos de las doctrinas del maestro, sino de la
relación que entabla con su doctrina. El discurso del maestro es
verdadero cuando, al comunicarlo, abre su corazón al discípulo
sin engañarlo ni ocultarle nada. Su doctrina es él mismo y no
un conjunto de verdades independientes de la vida de quien
la formula. La parrhesía hace referencia, entonces, al modo en
que un maestro hace manifiestamente claro y obvio que lo que
dice es, en realidad, lo que piensa y lo que vive. Recurriendo
a una noción introducida por Foucault en el curso de 1980 (y
estudiada ya en el capítulo dos de este libro), diríamos que la
parrhesía es un procedimiento aletúrgico, pues a través de ella
se revela la verdad del sujeto.
Entendida de esta forma, Foucault agrega que la parrhesía
del maestro tiene dos grandes enemigos, dos adversarios for-
midables: un “adversario moral” y un “adversario técnico”. El
adversario moral es la adulación y el adversario técnico es la
retórica, pero ambos están estrechamente vinculados, “porque
el fondo moral de la retórica es siempre la adulación, y el instru-
mento privilegiado de la adulación es, desde luego, la técnica y
las artimañas de la retórica” (Foucault, 2006d: 355). ¿Qué es la
adulación? Para responder a esta pregunta Foucault recurre a
un tratado del filósofo epicúreo Filodemo de Gadara;5 al libro
De adulatore et amico de Plutarco; y a varias cartas de Séneca,
4 Ya examinamos algunos de estos procedimientos específicos en la última
sección del capítulo anterior.
5 Al parecer se trata de un libro que llevaba ese nombre (Peri kolakeias) y que

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