Gaceta del Congreso del 03-06-2005 - Número 317PPDPL (Contenido completo) - 3 de Junio de 2005 - Gaceta del Congreso - Legislación - VLEX 766858017

Gaceta del Congreso del 03-06-2005 - Número 317PPDPL (Contenido completo)

Fecha de publicación03 Junio 2005
Número de Gaceta317
GACETA DEL CONGRESO 317 Viernes 3 de junio de 2005 Página 1
IMPRENTA NACIONAL DE COLOMBIA
www.imprenta.gov.co
SENADO Y CAMARA
G A C E T A D E L C O N G R E S O
AÑO XIV - Nº 317 Bogotá, D. C., viernes 3 de junio de 2005 EDICION DE 12 PAGINAS
DIRECTORES:
REPUBLICA DE COLOMBIA
RAMA LEGISLATIVA DEL PODER PUBLICO
C A M A R A D E R E P R E S E N T A N T E
S
EMILIO RAMON OTERO DAJUD
SECRETARIO GENERAL DEL SENADO
www.secretariasenado.gov.co
P O N E N C I A S
I S S N 0 1 2 3 - 9 0 6 6
ANGELINO LIZCANO RIVERA
SECRETARIO GENERAL DE LA CAMARA
www.camara.gov.co
PONENCIA PARA PRIMER DEBATE
AL PROYECTO DE LEY NUMERO 243 DE 2005 SENADO, 373 DE
2005 CAMARA
por medio de la cual se aprueba el “Acuerdo de Complementación Económica”,
suscrito entre los Gobiernos de la República Argentina, de la República
Federativa del Brasil, de la República del Paraguay y de la República Oriental
del Uruguay, Estados Partes del Mercosur y los Gobiernos de la República de
Colombia, de la República del Ecuador y de la República Bolivariana de
Venezuela, Países Miembros de la Comunidad Andina y el “Primer Protocolo
Adicional – Régimen de Solución de Controversias”, suscritos en Montevideo,
Uruguay, a los dieciocho (18) días del mes de octubre de dos mi cuatro (2004).
Consideraciones generales
Es claro para el grupo de ponentes que, tal y como insiste el ejecutivo en el
informe que acompaña el proyecto, corresponde al Congreso de la República,
en ejercicio de su facultad constitucional de aprobar o improbar los tratados
internacionales, determinar si el acuerdo Can–Mercosur responde efectivamente
a las aspiraciones e intereses nacionales. Pese al poco tiempo que se dispuso
para la discusión y elaboración de los análisis pertinentes, el decidido esfuerzo
de los legisladores es prueba de su compromiso con la valoración responsable
de esta iniciativa.
El apoyo amplio de los sectores productivos –expresado por los dirigentes
gremiales tanto en los Foros realizados por las comisiones segundas de la
Cámara de Representantes y el Senado de la República, así como en el seno
de la Comisión Mixta de Comercio Exterior– ha permitido develar las
oportunidades que ofrece para el país este acuerdo. Aun así, creemos
importante insistir en la necesidad de buscar, para futuros acuerdos, que la
participación en la discusión y el debate de este tipo de iniciativas se
extienda a un conjunto más amplio y diverso de expresiones ciudadanas, tal
y como lo establece el mandato consignado en el Plan Nacional de Desarrollo.
Estamos frente a un acuerdo de primera generación, con el que se pretende
crear un área de libre comercio de bienes entre los socios, que se comprometen
por lo tanto a eliminar determinadas tarifas y medidas fronterizas. Un acuerdo
que no contempla el establecimiento de disciplinas en materias como los
servicios, la propiedad intelectual, las inversiones, las compras del Estado, etc.,
que sí se encuentran comprendidas en tratados de segunda generación suscritos
por Colombia, como aquel que da forma a la Comunidad Andina o al G-3.
Ejemplos de estos tratados “de segunda generación”, muchísimo más ambiciosos,
son también el TLC que Colombia negocia con Estados Unidos o el Area de
Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Para algunos analistas, se trataría de un acuerdo en el que se materializan los
objetivos del viejo regionalismo. Otros, sin embargo, estiman que la coyuntura
en la que se producen las negociaciones y los objetivos estratégicos perseguidos
por los negociadores nos permiten reconocer en el Acuerdo las aspiraciones
inherentes al Nuevo Regionalismo, o regionalismo abierto si atendemos a la
definición de la CEPAL.
Un acuerdo como este será siempre una apuesta que ha de ser monitoreada
a futuro. Si bien fue el resultado de una “negociación proteccionista”, persigue
objetivos de clara importancia para el país y profundiza, pese a centrarse en un
universo limitado de bienes, la apertura de mercados en la que hemos avanzado
de manera unilateral y en los escenarios de concertación multilateral. Es pues
parte de un proceso de cambio de mayor envergadura.
Cabe recordar que el continente ha experimentado un proceso de apertura
significativo desde hace dos décadas, que se aprecia claramente en la reducción
de los aranceles promedio, que pasaron de más del 40% a mediados de los 80
a alrededor del 10% en el 2000. Al mismo tiempo, los aranceles máximos
cayeron de un promedio de más de 80% a 40% y se redujo significativamente
la dispersión arancelaria. Este proceso de liberalización estimuló un crecimiento
significativo del comercio subregional, así como del comercio extrarregional.
Para América Latina, sin embargo, según el Banco Interamericano de Desarrollo,
la apertura global de las economías representó un crecimiento sensiblemente
mayor de las importaciones que de las exportaciones (12% y 9,7%,
respectivamente).
De hecho, en el marco de un proceso de liberalización de largo aliento,
sorprende un poco descubrir la vehemencia con la que el ejecutivo insiste en que
con este acuerdo se “cierra el ciclo de suscripción de acuerdos de libre comercio
con las naciones suramericanas”. Y sorprende aún más cuando se constata el
carácter conservador de la negociación y la naturaleza provisional de algunas
de las áreas más sensibles del Acuerdo, donde con seguridad habremos de
profundizar en un futuro próximo.
La creación de esta área de libre comercio deberá ofrecer estabilidad y
garantías para que las empresas colombianas desarrollen experiencia exportadora
a mercados poco explorados, así como permitirnos diversificar y superar
restricciones estructurales de nuestra oferta exportable. De hecho, se esperaría
que un Acuerdo como este nos permitiera potenciar el comercio de manufacturas
de mayor valor agregado en tanto el mercado regional tiende a estar más
concentrado en este tipo de bienes que los mercados suprarregionales.
La experiencia sugiere interesantes oportunidades en el comercio
intraindustrial, es decir, aquel de productos similares dentro del mismo sector.
Este ha sido uno de los campos en el que con mayor claridad se ha evidenciado
un impacto positivo de los procesos de integración en el continente, como bien
lo revelan los datos disponibles para el caso de la Comunidad Andina, el
Mercosur, Caricom y el Mercado Común Centroamericano.
El Acuerdo también apuntaría a generar condiciones que permitan al país
atraer los flujos de inversión que el sector productivo requiere. La finalización

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