El gasto público - Unidad 2. Hacienda pública y contratación - Administración y Finanzas públicas en el Estado colombiano. Caso práctico - Libros y Revistas - VLEX 651006741

El gasto público

AutorEnrique Romero Romero
Páginas66-91
ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS PÚBLICAS -ENRIQUE ROMERO ROMERO
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general del análisis económico, su interés no está limitado por los efectos de
las operaciones scales sobre el mercado y por las respuestas del mercado a él
(Musgrave en Palgrave, 1987).
Aquí se plantean dos interrogantes básicos: ¿por qué se necesita un sector pú-
blico?; y ¿qué reglas deberían emplearse para su conducción? Según Musgra-
ve (1987), para responder a estos interrogantes se requieren unos principios
de economía del sector público. Estos provendrán tanto de la economía del
bienestar como de la ciencia política y de las ciencias sociales. La historia del
pensamiento económico en relación con la producción de bienes públicos (so-
ciales o colectivos) y los problemas de la tributación y del gasto público, con-
rman la relevancia de estos aportes en la formación de aquellos principios. La
siguiente síntesis es una presentación esquemática de dicha historia.
2.3. EL GASTO PÚBLICO
La pregunta central es: ¿por qué ciertos bienes y servicios deben ser provistos
a través del presupuesto? Estos bienes y servicios pueden ser producidos por
el sector público o por el privado. En términos de propiedad, no interesa quién
produce los bienes en cuestión, nos dice Musgrave (1987). El punto crucial es
que a los consumidores no se les impone una carga directa por el acceso a
dichos bienes. Dada la suposición general de que la preferencia de los consu-
midores sería la de pagar por la compensación (quid pro quo) del mercado,
¿por qué estarían eligiendo la provisión presupuestaria en el caso de los bie-
nes públicos? (Musgrave en Palgrave, 1987). Desde una perspectiva histórica
muy somera, mostraremos algunas respuestas a la pregunta central.
2.3.1. El gasto público en la economía clásica
Diferentes respuestas a los interrogantes planteados se encuentran en la li-
teratura británica de los siglos
XVIII
y
XIX
. Autores clásicos como los escoceses
David Hume y Adam Smith, y los ingleses John Stuart Mill y David Ricardo,
aportaron su punto de vista, que ha orientado la literatura desde entonces.
Los economistas clásicos analizan el funcionamiento del sector público, en el
marco de la economía de mercado y en la no interferencia, precisamente, del
mercado por parte del Estado. La provisión de los servicios públicos y la im-
posición para su nanciación se debe realizar solo cuando lo demandan cir-
cunstancias excepcionales. Un rasgo esencial del enfoque clásico es que los
ingresos y gastos públicos se trataban de manera independiente. Mientras la
UNIDAD 2. HACIENDA PÚBLICA Y CONTRATACIÓN
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imposición según el benecio se consideraba el ideal; los ingresos —y, en ge-
neral, el problema impositivo— se analizaban en el contexto de la capacidad
de pago, con el ajuste necesario del gasto público (Musgrave, 1985: 3).
David Hume (1711-1776)
Una moderna respuesta fue anticipada por Hume. En su Tratado de la naturale-
za humana (1739), Hume menciona cómo dos vecinos podrían acordar el dre-
naje de un pantano limítrofe, pero un arreglo similar no podría ser alcanzado
por un millar de personas, ya que cada una buscaría descargar el peso de las
negociaciones sobre el resto. La dicultad sería resuelta por la sociedad políti-
ca a través de magistrados que representarían el interés público (Musgrave en
Palgrave, 1987).
Adam Smith (1723-1790)
Como conclusión de su crítica a la política mercantilista, Smith expone su pro-
puesta de un «sistema de libertad natural» una vez sean suprimidas las res-
tricciones gubernamentales, con el cual se libera al soberano de su deber de
supervisar la industria privada. Pero el sistema de libertad natural necesita to-
davía al soberano para realizar tres tareas: 1) defender la sociedad de las inva-
siones extranjeras; 2) proteger a cada miembro de la sociedad de la injusticia
provocada por cualquier otro miembro; y 3) proporcionar algunas institucio-
nes y obras públicas (Musgrave, 1985: 3).
Adam Smith también examina por qué ciertos servicios deben ser provistos
por el Estado. Esto incluye el sostenimiento de la corte, la defensa, la policía
y la educación básica para los pobres. Más general, el Estado debe proveer
«aquellas instituciones y empresas públicas a través de las cuales se pueden
tener altas ventajas para una gran sociedad; son, sin embargo, de tal naturale-
za que el benecio nunca sería compensado por el gasto de algún individuo»
(Musgrave, 1987). La razón de por qué la provisión privada no funcionaría per-
manece aún sin contestar.
El libro V de La riqueza de la naciones de Smith (1776) se titula «De los ingresos
del soberano o de la República». El capítulo 1 trata de los gastos; el capítulo 2,
«Sobre las fuentes de donde proceden los ingresos públicos»; y el capítulo, 3
«De las deudas públicas».
A su vez, el capítulo de los gastos está organizado en cuatro partes:
I. De los gastos de defensa. Según Smith (1776: 614):

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