Histeria - 21 de Abril de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 677569557

Histeria

Marcha fúnebre

Ricardo Silva Romero

Quizás el infierno no sea una asamblea de copropietarios, como se ha dicho, sino una discusión acalorada en las redes sociales. Cuando no había Twitter, ni Facebook, los frustrados solo eran dogmáticos e histéricos a veces. Era lo usual ser estúpido e injurioso en privado. Fanfarronear era un desliz. Y lapidar no era una costumbre porque había que salir a la calle para hacerlo. Ahora el mundo se acaba día de por medio. Y el expresidente Pastrana, de vejez innoble, no es más el estadista que reparó las relaciones internacionales de Colombia, sino el tuitero que presumió de arruinarlas: el viernes pasado tuiteó “gracias a @realDonaldTrump por la cordial y muy franca conversación...” como si se hubiera reunido con el presidente gringo –él mismo una vergüenza– a diagnosticar “la región”. Pero luego se supo que la cumbre había sido una charla de pasillo de magnates preocupados por estas democracias. Fue así. Pastrana se pavoneó por las redes sociales de viernes a domingo como si hubiera puesto en jaque a este gobierno impopular. El lunes CNN redujo la reunión de trabajo a breve corrillo de lagartos en el club Mar-a-Lago. Pero la resentida “comunidad de los ex” llevaba ya dos días saltando de emoción porque el caradura e irresponsable de Donald J. Trump iba a salvarnos de ser Venezuela: el exministro Lozano ya había declarado “la cita Trump-Uribe-Pastrana” de “enorme importancia para Colombia”; el exprocurador Ordóñez ya había llamado “esperanzadora” la falsa velada, pues su idea, dijo luego, es sacar a Santos “a patadas”; el expresidente Uribe había enviado al Congreso gringo una patética e inexcusable carta de auxilio en la que –tal como lo prueba La Silla Vacía– solo 3 de 27 afirmaciones son ciertas: 4 si se cuenta la fecha. Pobre ex: se ve forzado a pedir ayuda en la tierra de la libertad, a repetir en inglés lo que repite día y noche en todos los medios de aquí, porque es un perseguido del régimen sin nadita de poder: el último demócrata. Qué ganas de armar infierno. Qué abuso de la mezquindad. Qué incapacidad de emprender una campaña presidencial sin incendiar el país a su...

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