Introducción - Dilemas contemporáneos del derecho notarial - Libros y Revistas - VLEX 829680313

Introducción

AutorÁlvaro Rengifo
Páginas1-19
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Introducción
La autonomía es un argumento poderoso al que se recurre con frecuencia
cuando se cuestionan creencias íntimas. Consecuencia de esa fuerza —total-
mente moderna— es que, rara vez, reconocemos ser heterónomos, ya que
tal comportamiento lo traducimos como debilidad de conducta, ignorancia
o fanatismo. A partir de esta idea se nos facilita pensar que nuestra opinión
sobre la libertad individual contiene, inevitablemente, instrucciones sobre
lo que —a nuestro leal saber y entender— debe ser la autonomía para todos
nuestros congéneres. La noción anterior, que es un desarrollo concreto del
pensamiento kantiano1, ha sido el principio de una serie de teorías, de inmensa
acogida, de la justicia2 y del derecho contemporáneos, que también han tocado
al derecho notarial.
Otra manera, muy inspiradora, de entender la autonomía ha sido aquella
mediante la cual consideramos que los valores éticos llegan a través de las ins-
tituciones jurídicas y sociales y lo que ellas han significado en la legitimidad
moral de los individuos en su conjunto. Este enfoque se fundamenta, también,
en la autonomía personal como esencial al ser humano, pero, para la compren-
sión del alcance y los límites de la libertad individual, se apoya en el carácter
históricamente determinado del derecho positivo, intermediado de manera
inexorable por la civilización predominante y el pasado cultural inmediato.
Este modelo de análisis integra la perspectiva histórica con la racionalidad,
a fin de descubrir y denunciar los elementos absurdos o anacrónicos de una
realidad y de proponer nuevos caminos (Papacchini, 2012, p. 287).
De igual modo, hay seres humanos que piensan que el concepto de auto-
nomía comporta un acentuado individualismo, en el cual la unidad no es el
1 En la introducción a la Metafísica de las Costumbres (1797) Kant arma: “El principio supremo
de la moral es, pues: obra de acuerdo con una máxima que, a la vez, pueda valer como ley general. Toda
máxima que no se adecua a ello es contraria a la moral” (Kant, 2005, pp. 40-41).
2 “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier
otro, siempre al mismo tiempo como n y nunca solo como medio” (Papacchini, 2012, p. 224).
Dilemas contemporáneos del derecho notarial
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grupo social, sino el sujeto, ya que la única vida auténtica es la vida interior. La
ética es la del individuo y, por tanto, existen fronteras que el Estado no puede
traspasar sin violentar la libertad de elección (Watson, 2010). Esta posición muy
liberal, defendida por Isahiah Berlin en los años 60 y 70, ha vuelto a ser enor-
memente popular en contextos algo diferentes a los idearios liberales políticos
clásicos que este defendió durante su vida. Este pensador decía, en una carta
a George Kennan, lo siguiente: “Lo que nos revuelve, lo que es indescriptible,
es el espectáculo de un grupo de personas que se inmiscuyen tanto y se ‘meten
tanto’ con los demás, que los demás acaban haciendo su voluntad sin saber
lo que están haciendo; y al hacer esto pierden su condición de seres huma-
nos libres, y de hecho, su condición de seres humanos” (Berlin, 2008, p. 378).
Luego de la Guerra Fría, vino la posmodernidad con su carga de escepticismo
y de sencanto por las utopías. Ha sido de su esencia la idea de autonomía como
la individualidad a ultranza, sin que el conflicto ético o el bienestar general sea
el eje de la decisión, al interior de la intimidad de cada quien.
Frente a estos tres puntos de vista —clásicos— dentro de las teorías de
la justicia y del derecho contemporáneo, se plantea la pregunta por qué tanto
pesan, unos u otros, en un espacio sui generis como son las notarías. Se han
elegido estos lugares públicos porque allí cobran forma muchas de nuestras
determinaciones individuales de contenido moral, tanto en el mundo de los
negocios como en la esfera de muchas decisiones íntimas.
El interés investigativo de este trabajo se concentra en que tanto notarios
como individuos no siempre tienen consciencia clara de las poderosas cargas
ideológicas que subyacen detrás de cada decisión personal, referente a lo que se
considera legalmente justo. Frente a este punto y desde ahora, es valioso dejar
claro que el notario tiene independencia moral e intelectual en sus decisiones
(Colombia, Decreto 2148 de 1983, artículo 116), es autónomo en el ejercicio
de su función, interpreta la ley de acuerdo con el Código Civil y no depende
de un superior jerárquico que revise sus actuaciones para reformarlas, confir-
marlas o revocarlas. Esta libertad intelectual supone una variable de mucho
peso específico y las consecuencias que la misma comporta en la autonomía
individual exigen una responsabilidad explícita en pedagogía ciudadana para
el notario, sea cual sea su manera de concebir nuestros derechos civiles de
carácter individual.
Estas consideraciones nos llevan a plantear el siguiente dilema. Los
notarios, en su carácter de autoridades, tienen el deber de proteger la

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