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¿Llevar el Estado a las regiones o las regiones al Estado? Reflexiones para repensar la relación entre nación, regiones y localidades

AutorFernán E. González G.
Páginas157-211
¿Llevar el Estado a las regiones o las
regiones al Estado? Reexiones para
repensar la relación entre nación,
regiones y localidades*
Fernán E. González G.**
Este ensayo inicia con la comparación entre el balance que
hace Claudia López (2016) de los esfuerzos del Estado central
por llegar a las regiones, con los estudios etnográcos sobre el
clientelismo en Caquetá y Córdoba, realizados por Alejandra
Ciro (2013) y Gloria Isabel Ocampo (2014) respectivamente,
que analizan los esfuerzos de políticos regionales por llevar el
Estado a las regiones mediante mecanismos tradicionales de
corte clientelista. Este contraste hizo necesaria una reexión
* El presente ensayo recoge las ideas centrales de la ponencia presentada en
el Seminario Internacional Tierra y Paz Territorial, llevado a cabo en la sede de
la Universidad del Rosario entre el 26 y 27 de octubre de 2016, donde compartía
algunas ideas sobre la necesidad de repensar el problema de la institucionalidad
en el contexto de la implementación de los acuerdos de La Habana, especialmente
en el orden local y sublocal. Estas reflexiones son producto de la interacción de
los acumulados de las investigaciones que hemos venido desarrollando, tanto en
el  como en , sobre las relaciones entre violencia y construcción del
Estado en Colombia, con algunos de los trabajos recientes de autores nacionales
e internacionales.
** Historiador y politólogo, investigador del .
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más compleja sobre el clientelismo como un mecanismo de
integración política desigual, subordinada y limitada, que
responde a la manera diferenciada como operan las insti-
tuciones estatales cuando no encuentran condiciones para
la centralización.
Esa manera diferenciada como operan las instituciones
estatales en las diversas regiones ha hecho que autores como
García Villegas caracterice como “apartheid institucional”
la situación de algunas zonas del país, con poca cobertura
de los aparatos de justicia y pobre desempeño institucio-
nal. Sin embargo, el hecho de que algunas de estas regiones
como los departamentos del Caribe occidental tengan un
alto nivel de participación electoral permite sospechar que el
interés de su población por la vida política y la consiguiente
sobrerrepresentación de esos departamentos en el Senado
buscarían compensar su marginalidad con respecto al mo-
delo económico dominante.
Luego, estos análisis de la manera como las institucio-
nes centrales y los políticos regionales tratan de “llevar el
Estado” a las regiones se contrastan con las movilizaciones
sociales de las regiones periféricas como el sur de Bolívar,
el Putumayo, Caquetá y Guaviare, que reclaman una mayor
presencia de las instituciones estatales del centro que no esté
mediada por los poderes locales y regionales, aunque esto
sea imposible de llevar a cabo porque ellas dependen, para
su funcionamiento, de esas mediaciones locales y regionales.
Por eso, esta paradójica situación induce a pensar que las
propuestas de paz territorial pasan necesariamente por un
rediseño de las relaciones entre nación, regiones y localidades,
y por un profundo fortalecimiento de la institucionalidad
local, con participación efectiva de sectores reformistas y
progresistas del orden local y regional, que aproveche las
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¿Qué hacer con el tierrero? Tierra, territorio y paz sostenible
potencialidades de las organizaciones comunales que han
suplido las deciencias de la regulación estatal, con una
diferente relación con las autoridades estatales y los actores
armados ilegales presentes en las regiones.
Un balance pesimista de los esfuerzos del
Estado por “llevar el Estado a las regiones”
Los esfuerzos estatales de llegar a las regiones han sido objeto
de un exhaustivo análisis por Claudia López, cuyo balance
es un tanto pesimista: se ha democratizado el acceso de las
regiones a los recursos estatales, que antes se concentraban
en pocas ciudades y regiones, para producir una mejora
sustancial en la provisión de servicios públicos como salud
y educación. Y se ha logrado una mayor estatalización en el
ámbito nacional con el fortalecimiento de la fuerza pública
y reducción de la violencia sobre todo en las zonas urbanas
y semiurbanas.
Sin embargo, los esfuerzos estatales no lograron reducir
la violencia rural, ya que el número de municipios afectados
por el conicto armado desde entonces hasta hoy ha ido en
aumento. Y tampoco lograron crear institucionalidad en
regiones y localidades pues solo llevaron a un escaso forta-
lecimiento de la capacidad administrativa, scal y ejecutiva
de los municipios, cuya capacidad para recaudar recursos
scales continúa siendo muy limitada.
Es más, López (2016) sostiene que los esfuerzos del
Estado central para intervenir en las regiones se ha venido
desdibujando con las reformas descentralizantes. En ese
sentido, ella contrasta el Plan Nacional de Rehabilitación
— de Betancur, focalizado en la desactivación de las
consideradas causas objetivas de la violencia en los municipios
afectados por ella con la centralidad que Barco otorgaba a la
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¿Llevar el Estado a las regiones o las regiones al Estado?

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