El machismo y el lenguaje performativo en los enunciados normativos: aproximaciones sobre representaciones de género en el derecho de familia y sus posibles efectos
| Autor | Juan Pablo Sarmiento Erazo/Dagoberto Lavalle Navarro/Carolina Mariño Manrique |
| Páginas | 153-174 |
INTRODUCCIÓN
Algunos autores opinan que el género hace parte de la construcción ideo-
lógica de la sociedad, que está intensamente ligada a las relaciones de po-
der y a las singularidades culturales de cada comunidad política. Berta
Hernández opina que el género ha sido construido como una dicotomía
entre hombre y mujer, que ha asignado roles a cada género y que, en la
en la medida en que entienden que los papeles desempeñados por los in-
dividuos en la sociedad resultan “connaturalmente” dispuestos según la
pertenencia al género1.
Como se presentará en este documento, el lenguaje performativo2 de
algunas normas jurídicas analizadas en este mismo trabajo permitirían
constatar la descripción de Judith Butler y explicar la discriminación hacia
las mujeres, concretamente cómo las acciones perfomativas perpetuán el
estado de relegación y subordinación que estas sufren. Para esta autora,
“la teoría feminista ha intentado comprender de qué manera las estruc-
turas culturales y políticas sistemáticas o invasivas son implementadas y
1 Berta Hernández, “The Gender Bend: Culture, Sex, and Sexuality - A LatCritical Human Rights Map
of Latina/o Border Crossings”, 83 Indiana Law Journal 1283 (2008).
2 Con el término “lenguaje performativo” hacemos referencia a la manera en que se depositan ciertos
contenidos lingüísticos en disposiciones, que más que describir o regular ciertas conductas imponen
algunos comportamientos y representan roles especícos. El enunciado performativo es aquella
expresión lingüística que no consiste, o no consiste meramente, en decir o describir algo, sino en
hacer algo, y que no se limita a constatar algo como verdadero o falso. En palabras de Austin,
en cuanto al lenguaje performativo “se ha llegado a advertir que muchas palabras, especialmente
las desconcertantes, incluidas en los enunciados que parecen ser descriptivos, no sirven para indicar
una característica adicional, particularmente curiosa o extraña, de la realidad, sino para indicar las
circunstancias en que se formula el enunciado, o las restricciones a que se está sometido, o la manera
en que este debe ser tomado”. John Austin, Cómo hacer cosas con palabras, 1.ª edición, Paidós
Ibérica s.a., Barcelona, 1991, pp. 45-71.
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reproducidas por actos y prácticas individuales”3, llegando al punto de
sostener que “el cimiento de la identidad de género es la repetición estili-
zada de actos en el tiempo”4, y concluyendo que a lo que se llama identi-
dad de género no es sino un resultado perfomativo, que la sanción social y
el tabú compelen a dar5. Para contrastar esta primera descripción se pre-
sentarán, a manera de ejemplo, algunas normas que permitirán constatar
cómo, efectivamente, dichas disposiciones determinan ciertas prácticas
sociales.
Posteriormente se ofrecerá, a partir de un análisis cuantitativo-descrip-
tivo de los asuntos en materia de alimentos y custodia atendidos por los
consultorios jurídicos de la Universidad del Norte (Barranquilla), Uni-
versidad
Universidad de San Buenaventura (Cali), Universidad de Antioquia (Me-
dellín), Universidad Icesi (Cali), Universidad Santo Tomas (Bogotá) y Uni-
versidad de los Andes (Bogotá), algunas conclusiones sobre los roles y la
manera en que, efectivamente, dichas normas dirigen o proporcionan un
comportamiento singular de género.
LENGUAJE PERFORMATIVO EN LOS ENUNCIADOS
NORMATIVOS Y LAS REPRESENTACIONES DE GÉNERO
La construcción performativa del lenguaje normativo encuentra una expli-
cación histórica. En efecto, para la construcción que hicieron las élites polí-
ticas de las primeras democracias modernas de “ciudadanía” se utilizaron
categorías de distinción para generar criterios de inclusión o exclusión de
determinadas personas, como, por ejemplo, “el sexo, la raza, el estatus
marital, la condición social, el nivel de educación”, etc.6.
En el pasado siglo y primera mitad del siglo las mujeres estaban
privadas de cualquier participación en la arena política por razones exclu-
sivamente de género7. Entonces, la distinción por razones de sexo, nivel de
educación o raza permitía separar a los ciudadanos plenos (aquellos hom-
bres que contaban con determinados ingresos, eran blancos y tenían cierto
nivel de educación) de las personas consideradas ciudadanos de segunda
3 Judith Butler, “Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría
feminista”, en Sue-Ellen Case (ed.), Performing Feminisms: Feminist Critical Theory, 1990, p. 301.
4 Ibid., p. 297.
5 Ibidem.
6 Maria Emma Willis, Las trayectorias femeninas y feministas hacia lo público en Colombia (1970-2000)
¿Inclusión sin representación?, The University of Texas at Austin, 2004, p. 19.
7 Para estos autores, las mujeres han sido consideradas desde el principio de la historia como seres
inferiores en relación con los hombres, limitando su papel a la reproducción y crianza de sus hijos.
Este pensamiento determinó en gran parte el hecho de que los hombres dominen hoy en día
ciertos aspectos de la política y la economía. Ronald Inglehart y Christian Welzel, Modernización,
cambio cultural y democracia: la secuencia del desarrollo humano, Siglo
xxi
, Madrid, 2006, p. 363.
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