El microcosmos: El cuerpo humano y la medicina del Renacimiento - La caída del hombre natural - Una historia de la verdad en occidente ciencia, arte, religión y política en la conformación de la cosmología moderna - Libros y Revistas - VLEX 874419975

El microcosmos: El cuerpo humano y la medicina del Renacimiento

AutorMauricio Nieto Olarte
Páginas383-397
383
CAPÍTULO XIII
EL MICROCOSMOS: EL CUERPO HUMANO
Y LA MEDICINA DEL RENACIMIENTO
LA IDEA
del cuerpo humano como un microcosmos tiene una larga historia
que se remonta a la antigua Grecia con la medicina hipocrática. Más adelan-
te, Platón lo planteó con claridad en el Timeo. Galeno retomó la idea del
cuerpo humano como la creación de un demiurgo que diseñó un cosmos en
el cual el cuerpo humano era la mayor muestra de su inteligencia y poder.
Tiempo después, la misma idea de macro y microcosmos fue fundamental
para la tradición hermética, al igual que para varios autores del temprano
Renacimiento como Leonardo y Paracelso.
El surgimiento del pensamiento médico moderno fue un proceso largo
que no solo debió romper con una tradición que se había mantenido durante
muchos años, sino que necesitó de un contexto cultural diferente que permi-
tió una forma distinta de entender la naturaleza humana. A pesar de la im-
portancia de la medicina árabe y las ideas de médicos como Paracelso, las
teorías dominantes sobre el cuerpo humano en el mundo cristiano fueron
galénicas, y para nales del siglo
XV
estas eran todavía la principal fuente en
el estudio de la medicina. A lo largo del presente capítulo estudiaremos dos
personajes que nos permiten entender cambios mayores en la concepción
del cuerpo humano y que fueron denitivos en la historia de la medicina
moderna: Andreas Vesalio y William Harvey.
Respecto al cuerpo humano, en la Europa cristiana existía la convicción
de que este no podía ser ultrajado bajo ningún pretexto que no fuese la pe -
na de muerte o los castigos por herejía, pues tanto el alma como el cuerpo
eran creaciones divinas cuyos destinos estaban regidos únicamente por los
designios de Dios. Si bien el universo cristiano en algunos casos imponía
restricciones, la ciencia de la anatomía pudo cultivarse con el auspicio de la
Iglesia, que permitió que los cadáveres de los condenados a muerte fueran
utilizados como material de disección pública, en la que los anatomistas ex-
traían las partes y las nombraban con el n de identicarlas y contabilizar-
las. La Iglesia accedió considerando que esta disección constituía un último
castigo para el condenado, quien, después de la operación, debía recibir una
santa sepultura1. No obstante, muy cerca de la cosmovisión cristiana, los
1 Roy Porter, Breve historia de la medicina: De la Antigüedad hasta nuestros días (Ciudad de
México: Taurus, 2004), 99.

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