Mirar-actuar a distancia Esfera pública, sufrimiento y compasión - Núm. 36, Junio 2022 - Revista Co-herencia - Libros y Revistas - VLEX 907462563

Mirar-actuar a distancia Esfera pública, sufrimiento y compasión

AutorJorge Iván Bonilla Vélez
CargoDoctor en Ciencias Humanas y Sociales, profesor de la Universidad EAFIT, Medellín, Colombia
Páginas11-38
Co-herencia Vol. 19, n.º 36, enero - junio de 2022, pp. 11-38. (ISSN 1794-5887 / e-ISSN 2539-1208) 11
Mirar-actuar a distancia
Esfera pública, sufrimiento
y compasión*
DOI: 10.17230/co-herencia.19.36.1
Jorge Iván Bonilla Vélez**
jbonilla@eafit.edu.co
* Este texto recoge
parte de las
reflexiones y del
desarrollo del
capítulo 5 del libro
La barbari e que no
vimos: Fotografía
y memoria e n
Colombia (B onil la,
2019, pp. 139-177).
** Doctor en Ciencias
Humanas y Sociales,
profesor de la
Universidad EAFIT,
Medellín, C olombia.
ORCID: 0000-0002-
2883-1418.
En el carácter contingente y perturbador
que hoy adquiere la pregunta “¿a quién nombro
yo como prójimo?” (Serres, 2003) hay una huella
que alude a los viejos debates humanitarios
en torno al espectador moral que observa de
manera desinteresada y a través de algún medio
tecnológico el infortunio de sus semejantes,
un asunto que señala el modo en el que la
modernidad nos ha convertido en espectadores
a distancia del sufrimiento ajeno (Halttunen,
1995; Ignatieff, 1999; Wilkinson, 2013). Se trata
de una inquietud que además remite a un doble
malestar. Por una parte, es el reproche que se le
hace a la tecnología de ser la responsable de que
el mundo ya no sea directamente accesible sino
circundado por “realidades de segunda mano”
que desbordan las experiencias vivenciales de
la copresencia situacional de nuestras vidas
(Thompson, 1998, pp. 293-294). Por otro
lado, es la desconfianza en la capacidad de las
tecnologías para proveer formas verdaderas de
compromiso moral con el prójimo, esto es, a la
incapacidad que tiene el espectador -aquel que
mira a distancia- de conectarse físicamente con
el “otro” distante y, por tanto, de asumir con
respuestas éticas el acto de mirar (Sontag, 2003).
Mirar-actuar a distancia
Esfera pública, sufrimiento y compasión
Jorge Iván Bonilla Vé lez
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Pero ¿son las tecnologías las únicas responsables de la imposibilidad
de ejercer una contemplación activa frente al infortunio de los demás?
El filósofo francés Luc Boltanski (1999) nos recuerda que el malestar
con el espectáculo del sufrimiento, asociado con la contemplación a
la distancia de los infortunios ajenos, no es una consecuencia de los
modernos medios de comunicación, sino que es una problemática
que siempre ha acompañado a la figura del observador no implicado,
aquel espectador que no participa de manera directa del drama de la
experiencia compartida por otros, y que no forma parte de ninguna
familia o comunidad emocional (1999, pp. xiv-xv). En su libro Distant
Suffering: Morality Media and Politics, este autor señala que “los seres
humanos siempre hemos estado confrontados con el dilema moral
de saber que el sufrimiento ocurre allá afuera, pero no ser capaces de
hacer algo al respecto” (1999, p. 12).1
Lo que sucede es que dicha disyuntiva tomó más fuerza en el
contexto de la modernidad, desde el momento en que la compasión
se convirtió en un asunto político, desde el instante en que nuestra
relación con el sufrimiento empezó a estar atravesada por el
sentimiento de la visión, y esto en el marco de una incipiente esfera
pública moderna que posibilitó que una colección de desgraciados
ingresara mediante la lógica del distanciamiento visual y del
lenguaje de las palabras a los circuitos de conversación pública de
los más afortunados.2 Transformaciones que comenzaron a ocurrir
a partir del siglo xviii cuando una nueva “cultura de la sensibilidad”
(Barker-Benfield, 1992; Halttunen, 1995; Moscoso, 2011) hizo del
dolor y del sufrimiento cuestiones necesarias de enfrentar mediante
la mirada humanitaria del espectador imparcial, aquel habilitado a
simpatizar con el sufrimiento ajeno y con capacidad de hablar con
sus semejantes sobre lo que ha visto a la distancia al hacer uso del
poder de las palabras (Smith, 1997).
1 Las traducciones de la s citas de los textos en inglés son responsa bilidad mía.
2 Que el ideal de l a esfera pública haya ingre sado a la política casi al mi smo tiempo en
que se introdujo la demand a por la piedad tiene para Boltanski una i mplicación mayor:
no solo es el surgimiento de la figu ra del ciudadano hablante, aquel i ndividuo para
quien “hablar es actua r”, sino que el compromiso moral con el sufriente por parte d e ese
ciudadano, constituido a hora en público, comenzará a orientarse hacia la efectividad de
las palabras, hacia l a locuacidad del lenguaje en detrimento de la acción efic az con el que
sufre (Boltanski, 1999, pp. 20-34).

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