El mundo de los condenados con trastornos mentales - 22 de Febrero de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 666673889

El mundo de los condenados con trastornos mentales

Heidi Tamayo Ortiz Corresponsal de EL TIEMPO Medellín. La estatua de un hombre compasivo que carga en brazos a un moribundo custodia la entrada de la clínica San Juan de Dios de La Ceja, un lugar único en Antioquia. Y de los pocos que hay en Colombia. Se sabe de uno más en Nariño y otro en Cundinamarca, cuenta Guillermo León Molina, director de la clínica. En aquel pabellón, casi todos sus habitantes hablan escasamente y con recelo. Pero dicen mucho con sus miradas. Las hay de enojo, ensimismamiento, cordialidad. Aun así, todas tienen en su manera de dirigirse al mundo un dejo de tristeza casi imperceptible, ahogado en el diario vivir. Y en tener que llevar sobre sus espaldas una pesada carga. Son 50 hombres y cuatro mujeres que deben convivir a diario con rigurosa cercanía. Se han convertido en casi una familia. Para muchos, la única que tienen. Pero además del espacio que comparten, están unidos por tres eventos determinantes en sus vidas: asesinaron a alguien, padecen una enfermedad mental y fueron condenados a penas que van incluso hasta los 30 años. También tienen en común la definición que reciben: son inimputables. Pese a haber cometido un grave delito y estar condenados a la privación de su libertad, no pueden cumplir la pena en un centro carcelario. Así lo determinó un dictamen de Medicina Legal tras realizarles exámenes psiquiátricos, según los cuales los delitos se cometieron en estado de inconsciencia. La mayoría de las veces guiados por alucinaciones o voces. El terapeuta ocupacional Miller Yela, un nariñense de 27 años, pasa de lunes a sábado con los inimputables. Solo con la ayuda constante de dos auxiliares de terapia ocupacional y uno de enfermería. Conoce bien cada historia. Sabe qué se esconde en cada mente. Es el encargado de determinar en cuál actividad se desempeñará mejor cada uno. Los dos diagnósticos más frecuentes entre sus pacientes son la esquizofrenia y el trastorno afectivo bipolar, aunque hay otras condiciones como la psicosis y el retardo mental severo. A muchos casos se suma el abuso de sustancias psicoactivas en el pasado. Yela está convencido de que los homicidios no habrían ocurrido si se hubieran tratado las enfermedades a tiempo. Para Miller es vital entender que son seres humanos. Es la filosofía de la clínica. El director lo repite: “Estos pacientes cometieron un delito, son un riesgo para la sociedad, pero son personas y no podemos juzgarlos porque no somos jueces, solo podemos contribuir para que paguen una pena en condiciones humanas y ayudarlos...

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