El mundo como perspectiva
| Autor | Guillermo Hoyos Vásquez |
| Cargo del Autor | Estudió Humanidades, Matemáticas y Filosofía en la Pontificia Universidad Javeriana y obtuvo la licenciatura en Filosofía y Letras en 1960 |
| Páginas | 89-112 |
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EL MUNDO COMO PERSPECTIVA
Guillermo Hoyos: Estamos montados en la «comunicación». Te-
nemos que ver para qué sirve la comunicación. Por lo pronto, ya
vimos que servía para designar objetos y, por lo tanto, para cons-
tituir «objetos de ciencia» y «objetos de conocimiento»; pero,
también para intercambiar ideas. Y es muy importante esto; lo
sugerimos hoy, al final de la mañana, que hay que comprender
al «otro». Y Habermas dice: «no, no basta con comprender al
“otro”», ojalá siempre bastara con comprender al «otro». Hay
momentos en los cuales no solo es posible, sino que es necesario
seguir conversando en forma de argumentación; es el sentido de
la argumentación; existe la ciencia, por supuesto, la criticabilidad
de la ciencia. Pero, también se argumenta en «ciencias blandas»,
porque cuando yo digo: «¿esto en qué va?», la guerrilla pide «tal
cosa», el Estado de Derecho obliga a «tal cosa».
Por eso, se ha desarrollado mucho una cosa que se llama
«teoría de la argumentación», con base en palabras, con base en
argumentos. Habermas, en el texto, en la altura de la página 48
—y en la nota a pie de página— cita a una serie de autores; son
de los clásicos de la argumentación. Y, más adelante, va a citar a
Stephen Toulmin; es fantástico con su «teoría de la argumenta-
ción». Hasta donde yo sé, Toulmin está en castellano.
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¿De qué se trata? Uno piensa que la argumentación es un
procedimiento lógico; lo es, pero también es un procedimiento
dialéctico —vamos a ver si entendemos qué significa «dialécti-
co»— y, finalmente, es un proceso retórico. De manera que si
tomamos un proceso de argumentación, ya desde Aristóteles de-
bemos descomponerlo en tres elementos: un elemento «lógico»,
en el que se trabaja en «lógica»; entonces, ustedes arman una
teoría con base en una serie de argumentos, que son argumentos
que yo tengo al día, y por eso es lo que tengo del pasado. Pero,
por otro lado, la argumentación tiene un elemento que es un
procedimiento del presente; ¿qué es qué?, esa es la discusión ac-
tual, que es un elemento «dialéctico», o sea que para Aristóteles
la argumentación es «lógica», «dialéctica» y «retórica» a la vez,
los tres aspectos. El formalismo positivista reduce todo a un solo
aspecto: la argumentación es lógica de acuerdo con los produc-
tos, de acuerdo con los ladrillos que se utilicen. En una «teoría
de la argumentación», nosotros integramos el procedimiento de
confrontación de ladrillos, de confrontación de productos, en
el aula de clase, que es el presente. Pero, cuando terminemos la
clase hoy, a las cinco y media de la tarde, no ha terminado la pe-
lícula; proyectamos. Por ejemplo, mañana vamos a seguir; o sea,
el argumento no termina hoy, hoy no termina el punto de vista
de Dios, y punto, empáquela. No, mañana seguimos trabajando
sobre la argumentación en un proceso retórico, proyectado ha-
cia el futuro; esa es la manera como uno argumenta, son los tres
momentos ya presentes en Aristóteles, en una «teoría de la argu-
mentación», que son la «lógica», la «dialéctica» y la «retórica».
Habermas, naturalmente, va a optar por la primacía del pro-
cedimiento de la «dialéctica», del presente; ¿qué es qué?, es la
discusión, es la comunicación, es el diálogo. Él va a caracterizar
los tres momentos de una manera sumamente bella, con la ayu-
da de esos autores que cita en la página 48, bajo el aspecto de
«proceso» en cuanto «retórica». Con lo que mejor podría carac-
terizarse la intuición fundamental, que vinculamos a las argu-
mentaciones, sería por la intención de convencer a un auditorio
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