El muro y la hiedra: narrativas ambientales de un continente urbano - Historias de países, regiones y paisajes - Un pasado vivo. Dos siglos de historia ambiental latinoamericana - Libros y Revistas - VLEX 874419101

El muro y la hiedra: narrativas ambientales de un continente urbano

AutorLise Sedrez, Regina Horta Duarte
Páginas150-175
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CAPÍTULO VI
EL MURO Y LA HIEDRA: NARRATIVAS AMBIENTALES
DE UN CONTINENTE URBANO*
LISE SEDREZ
REGINA HORTA DUARTE**
Se va enredando, enredando,
como en el muro la hiedra.
VIOLETA PARRA
LA CIUDAD AMBIENTAL
América Latina hoy es una región predominantemente urbana. Cerca del
80% de su población habita en ciudades, pueblos o áreas urbanizadas. En
estos lugares, cuatro de cada cinco latinoamericanos negocian su acceso a la
comida, el agua, el aire, la tierra y los espacios verdes; se deshacen de los
desechos que producen; enfrentan tormentas y terremotos; y negocian el es-
pacio con poblaciones de insectos, ratas, palomas, perros y gatos. Los en-
cuentros que estos residentes urbanos tienen con la naturaleza se dan en las
playas de La Habana; en las aguas lluvias que caen por los edicios y termi-
nan en los desagües de las calles de Bogotá; en los arroyos de Buenos Aires
que solo corren durante las fuertes lluvias estacionales de la Sudestada y las
corrientes subterráneas que aoran en esos mismos tiempos; en los árboles
de las plazas públicas de Lima, donde juegan los niños del barrio; en el aire
brumoso del centro de la Ciudad de México; en la erosión de los cerros que
dominan la ciudad de Río de Janeiro; también en los olores de animales, per-
sonas y máquinas impregnados en las aceras coloniales que han sobrevivido
hasta el siglo XXI. La ciudad también constituye un entorno construido, don-
de diversos seres vivos han coexistido en un paisaje fuertemente humanizado
* Para citar este capítulo: http://dx.doi.org/10.30778/2019.74. Traducción de Mariana Serra-
no Zalamea.
** Las autoras agradecen a Mariana Serrano Zalamea por la traducción de este capítulo al
español, a los editores y a los evaluadores anónimos, a Claudia Leal por sus sugerencias y revi-
sión, y al Consejo Nacional de Desarrollo Cientíco y Tecnológico (CNPq) por su apoyo. Regina
Horta Duarte también agradece a la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de Minas
Gerais (FAPEMIG).
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y viven al lado de objetos y tecnologías que son producto del procesamiento
de recursos naturales; este procesamiento, a su vez, implica nuevas altera-
ciones del medio natural. La construcción de esta naturaleza urbana, que
reúne árboles y edicios, ríos y calles, animales y automóviles, comida y ba-
sura, es una parte de la historia ambiental latinoamericana, como sus mon-
tañas, bosques, desiertos y minas.
Las ciudades latinoamericanas constituyeron redes extremadamente com-
plejas, caracterizadas por innumerables conexiones entre los centros urbanos
y los ambientes biofísicos en los que están construidas y que las rodean. Estas
redes incluyen ciudades grandes y pequeñas, y vínculos con otras ciudades y
regiones del mundo. En la formación de estas redes, ciudades y pueblos se
han puesto a prueba los límites y las posibilidades de la biosfera, y también
la han transformado. Esta transformación urbana no ha adoptado una tra-
yectoria uniforme ni lineal, y en algunas situaciones surgieron variados pro-
blemas y demandas que habrían sido imposibles de prever siglos antes. Los
habitantes del siglo XVI de la Ciudad de México no habrían podido imaginar
el dilema que la polución presentaría en el siglo XX, aunque esta fuera el re-
sultado de una trayectoria urbana congurada durante cuatro siglos de his-
toria. Tampoco habrían podido concebir el tamaño que alcanzaría su ciudad.
Entre las treinta y seis metrópolis del mundo que tienen más de diez millo-
nes de habitantes, según el censo del 2015, cuatro son latinoamericanas: la
Ciudad de México, São Paulo, Buenos Aires y Río de Janeiro (véase la gura
VI.1). El complejo proceso latinoamericano de expansión y globalización ur-
bana continúa, y aquellas ciudades con menos de medio millón de habitan-
tes muestran las más altas tasas de crecimiento en América Latina, tales
como Tijuana (México), Temuco (Chile) y Belém (Brasil)1.
Las ciudades, tan imponentes en los paisajes latinoamericanos actualmen-
te, también fueron importantes en el pasado, mucho antes de que la mayoría
de la población viviera en ellas. La vida urbana oreció en las sociedades
precolombinas, como lo demuestran los vestigios de las ciudades mayas
(como El Caracol y Tikal), también las toltecas (Tula), aztecas (Tenochtitlán),
e incas (Cusco). La ciudad era un distintivo importante de la experiencia co-
lonial, aunque su lógica y estructura diriera signicativamente de los con-
glomerados urbanos que existían antes de la colonización ibérica. La llegada
de los europeos a nales del siglo XV y el proceso de colonización exigió que
las conexiones entre el Nuevo y el Viejo Mundo tuvieran sólidas fundaciones
urbanas. El cruce permanente de las costuras de Pangea, como se rerió Al-
fred Crosby a la empresa colonial marítima, dependió de que las ciudades
costeras conectaran rmemente a esos dos mundos2. Embarcaciones llenas
de plantas, animales y gérmenes entraron a esos puertos, y partieron de ellos
1 Mike Davis, Planet of Slums (Londres: Verso, 2006), 8.
2 Alfred Crosby, Ecological Imperialism (Cambridge: Cambridge University Press, 2004), 44.

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