Necesario debate sobre nuevo Código - 22 de Junio de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 643472069

Necesario debate sobre nuevo Código

La Policía y la paz

Luis Fernando Gómez Duque, extraordinario profesor de Filosofía del Derecho prematuramente desaparecido, enseñaba a sus alumnos del Externado la importancia del Código de Policía, diciéndonos que es allí donde en verdad se regulan para la vida diaria los deberes y derechos ciudadanos. Ese Código describe la fisonomía política de un Estado con mayor precisión que las demás normas jurídicas. Aun cuando algunas de las novedades reveladas del nuevo estatuto, que modifica el desueto de hace 46 años, han generado ampolla en sectores de opinión, lo cierto es que se debe profundizar en sus más de 240 artículos para, conociéndolo en detalle, formarse juicio certero sobre sus ventajas y desventajas. Por ahora se diría que todo depende de quién, cómo y con qué recursos se aplicará. Lo que no se puede es presumir de entrada, contraviniendo además una norma constitucional, la mala fe en los miembros de la Policía, hoy con más y mejor formación que la de sus integrantes en 1970. El debate, desde luego necesario, es ocasión excepcional para replantear el papel de la Policía Nacional en la Colombia de hoy, más aún cuando algunos prejuicios de épocas pasadas llevaron a desviar a esa institución de sus objetivos constitucionales. El nefasto papel que la dictadura civil y militar de mitad del siglo pasado puso a jugar a la institución durante la violencia liberal-conservadora militarizó la Policía para abstraerla de la perturbadora influencia política. Se llegó a nombrar a militares como sus directores, tal el caso del general Deogracias Fonseca, uno de los quíntuples de la Junta Militar. Solo en 1965 se nombró al primer Policía Director de la Institución, el general Ramírez Sendoya, cobardemente asesinado por las Farc a sus 80 años, cuando gozaba de merecido descanso. Otro hecho que contribuyó en gran medida a desnaturalizar su papel constitucional fue el conflicto armado, cuando la Policía se convirtió en blanco de la guerrilla, que se dedicó a atacar los más alejados puestos de la institución en el país. Uno de los últimos actos del M-19 fue destruir el puesto de Policía en Herrera, Tolima, en 1985. Por esos fenómenos hemos tenido “policía militar” y también contraguerrillera, lo que implica una contradicción de su esencia. Las estadísticas muestran que han sido más los miembros de la...

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