Neoliberalismo y violencia moral: escenarios de humillación - Primera parte. El lenguaje del mal - Cartografías del mal. Los contextos violentos de nuestro tiempo - Libros y Revistas - VLEX 857335153

Neoliberalismo y violencia moral: escenarios de humillación

AutorÁngela Sierra
Páginas71-96
71
III. NEOLIBERALISMO Y VIOLENCIA MORAL:
ESCENARIOS DE HUMILLACIÓN
Ángela Sierra
A. CUE STIONE S PREV IAS
Hay un aspecto que me parece de interés tratar, a saber, la
reducción despectiva de ciertos individuos y colectivos a la
condición de cuasi escoria por la episteme neoliberal, lo cual
hace más fácil la labor de excluirlos, ignorarlos, segregarlos,
atacarlos o, inclusive, borrarlos socialmente. Se trata, en fin, de
reducirlos a la irrelevancia. Definir como “violencia” este pro-
ceder no parece exagerado. Sin duda, algunas definiciones de
violencia la acogerían, como sucede con la de Mario Stoppino,
quien ha definido la violencia1 como una forma de coacción
ejercida sobre una persona para influir sobre su voluntad y, de
este modo obligarla a ejecutar o a dejar de hacer determinadas
1 La palabra violencia procede del latín vs, que significa tanto violencia y vio-
lación como fuerza y vigor en general.
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acciones (1983, p. 1680). Y aunque es una definición calculada-
mente difusa en sus límites, parece apropiada para caracterizar,
en el caso presente, este tipo de proceder como violencia, dado
que muestra a esta como una relación en la que concurren dos
circunstancias: (a) se ejerce contra la voluntad del que la sufre
y (b) produce un resultado no querido por este. Ciertamente,
a veces la violencia pierde sus contornos bajo diversos disfra-
ces y puede engendrar confusión, pero destruir o acabar con
la dignidad del otro no es, precisamente, una actuación que
llame a engaño. Es nítidamente un tipo de violencia. Una más-
cara más detrás de la que se oculta la diversidad, conceptual
y fáctica de la violencia, como fenómeno contemporáneo. Si
en este momento es imposible abarcar el polimorfismo de la
violencia, sin embargo no suscita dudas caracterizar como tal
el trato humillante y vejatorio al otro. La cuestión es que este
ha devenido en una manera habitual de relacionarse con el otro
vulnerable. ¿Cómo? En términos generales, es un fenómeno
secuenciado que se interpola en la continuidad de la vida co-
tidiana. Encaja, bajo el discurso neoliberal, en las expectativas
habituales de este, particularmente, como intimidación o humi-
llación. En ambos casos, interrumpen el transcurrir transitorio
de los acontecimientos, sin que ello suponga la ruptura de los
flujos “normales” de relaciones, habida cuenta de que discurren
establecidos en contextos previstos por el propio ethos social.
Hay quienes consideran un aspecto singular del proceder
despectivo, la humillación, uno de los problemas medulares
del mundo contemporáneo, en tanto —como sucede en el ca-
so presente— instrumento cualificado y de uso corriente para
perpetuar el proceso de dominación de una idea de sociedad
articulada a través de “posiciones”. La humillación expresa la
división social. De hecho, la simplifica en dos comunidades:
la comunidad de quienes mandan y pueden humillar y la de
quienes obedecen y pueden ser humillados. Esto es, la de
aquellos que por su propia ubicación social son propensos
al maltrato moral y la de los que están por encima de éstos.
ÁNG ELA SIE RRA

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