Para que no se olvide - 4 de Septiembre de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 737867321

Para que no se olvide

Por allá en 1985, Arauca -cuando recién habían descubierto petróleo- era un pueblo de vaqueros, con la mayoría de calles entierradas en las cuales siempre había un alboroto de gente por todas partes. Frontera con El Amparo, un pueblito venezolano millonario, repleto de almacenes de electrodomésticos y bien pavimentado. A orillas del río Arauca, por el lado colombiano, se apostaba un ramillete de bares que miraban hacia el río, donde no cesaban de sonar los éxitos de la música llanera. Del lado venezolano no había ni un bar. Las orillas estaban ocupadas por construcciones cuadradas, hechas de concreto, que albergaban toda clase de electrodomésticos que los colombianos iban a comprar todos los días. También compraban aceite, leche en polvo, galletas, cigarrillos. De todo. El Amparo era, por decirlo de alguna manera, nuestro puerto comercial que tenía movimiento solo en las dos cuadras paralelas al río Arauca, y atendía desde las ocho de la mañana hasta la una de la tarde. Lo demás era silencio de calles pavimentadas, una iglesia cerrada, una plaza principal sin nadie y algunas tiendas de abarrotes superbién aprovisionadas que, al menos en apariencia, no tenían compradores locales. Mientras el lado colombiano era un hervidero de vaqueros, animales, caballos, jeeps, indígenas, mercados informales, policías, bares, cuatreros, puteros, bandidas y borrachos, y sus calles eran un tierrero en movimiento, el lado venezolano era la versión aséptica de esas llanuras bravas. En aquel entonces, Arauca recibía luz eléctrica de Venezuela, y el convenio tan solo iluminaba desde las seis y media de la tarde hasta las diez de la noche. Era un gran servicio porque permitía caminar un poco, pero un servicio que traía otros inconvenientes difíciles de sortear para los cuates: los coquitos. Como en ese entonces Arauca era tan indómita y salvaje, los animales de monte y los insectos todavía reclamaban como suyos todos los vecindarios. Hablo de...

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