Omnes et singulatim - Historia de la gubernamentalidad I. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault - Libros y Revistas - VLEX 857304073

Omnes et singulatim

AutorSantiago Castro-Gómez
Cargo del AutorDoctor en letras por la Johann Wolfgang Goethe-Universität de Frankfurt, Magíster en filosofía por la Universidad de Tübingen (Alemania)
Páginas95-135
95
CAPÍTULO III
OMNES ET SINGULATIM
EL PODER PASTORAL
El curso Seguridad, territorio, población cambió intempestivamen-
te de nombre en la lección del 1 de febrero de 1978. En las tres
primeras lecciones Foucault había analizado en detalle los dispo-
sitivos de seguridad y todo parecía indicar que, una vez aclarado
el modo en que aparece la noción de población, como campo de
intervención de las tecnologías de gobierno, el foco de atención
se dirigiría hacia el problema de la biopolítica, tal como se había
prometido al comienzo del curso. Sin embargo, a partir de la cuar-
ta lección Foucault decidió renombrar el curso y dirigirlo hacia
un análisis más profundo del modo en que el Estado moderno se
“gubernamentalizó”. A este proyecto que busca trazar la historia
del surgimiento de un Estado que se diferencia radicalmente del
Estado de justicia medieval, Foucault lo denomina “historia de
la gubernamentalidad” (Foucault, 2006c: 136). Se trata, en últi-
mas, de trazar una genealogía de las distintas líneas que compo-
nen la racionalidad del Estado moderno. La genealogía mostrará
la “emergencia” de una racionalidad política cuyo objetivo es la
gestión de las poblaciones a través del saber económico bajo el
instrumento técnico de los dispositivos de seguridad. La tesis de
96
Foucault es que la forma de “gobernar” propia del Estado mo-
derno echa sus raíces en dos tipos muy distintos de racionalidad
histórica: por un lado las técnicas de gobierno de la polis que se
desplegaron en la Grecia clásica, por otro, las técnicas de gobier-
no de la conducta individual desarrolladas por el cristianismo. Es
por eso que Foucault dedica cuatro lecciones enteras (del 8 de
febrero al 1 de marzo) a examinar la diferencia entre la racionali-
dad del pastorado cristiano y la racionalidad de la política griega.
Foucault acude a uno de los diálogos de Platón, el Político, en
donde se discute si existe una diferencia entre la función de un
político y la función de un pastor. ¿Es el rey una especie de pas-
tor de los hombres sobre quienes gobierna? Platón dice que el
político se define por el conocimiento de un arte específico, por
la techne que le permite ejercer como corresponde su acción po-
lítica. Pero esta techne es muy diferente de la que pone en acción
el pastor cuando se ocupa de sus ovejas. La tarea específica del po-
lítico no es proporcionar alimento a sus gobernados, ni tampoco
ofrecerles trabajo, educación, salud y vivienda. Para eso existen
en la ciudad otros oficios (el labrador, el panadero, el maestro,
el arquitecto, el médico, etc.) que pueden ocuparse del bienestar
(welfare) del ciudadano (Foucault, 2006c: 174-175). La función
del político no es entonces velar o cuidar a sus gobernados de la
misma forma que un pastor cuida de sus ovejas. Más bien, dice
Foucault siguiendo a Platón, lo que un político hace guarda más
semejanza con la actividad de un tejedor que con la de un pastor:
se ocupa de establecer las justas relaciones entre unas cosas y otras
mediante la creación de leyes que perduren aun después de su
muerte. Es decir que el político actúa sobre un territorio (la polis)
y no sobre individuos (los ciudadanos), de forma análoga al modo
en que un capitán gobierna su nave sin necesidad de gobernar a
sus marineros. De hecho, afirma Foucault, la idea de “gobernar
a los hombres” no es una noción griega. En la literatura griega
se hablaba de pilotear una nave o también de gobernar una ciu-
dad, pero nunca se habló de gobernar a los marineros que van
en la nave o de gobernar a los ciudadanos que habitan la ciudad.
Claro está, los ciudadanos son gobernados pero de manera indi-
97
recta. Su buen gobierno nada tiene que ver con la dirección de
su conducta ni con la ocupación diaria por su bienestar, sino que
dependerá del modo en que la ciudad sea gobernada conforme
a la expedición de leyes justas (ibid.: 149-150).
La idea de gobernar a los hombres, de conducir su conducta,
no surge entonces en el mundo griego sino en el Medio Oriente:
en Egipto, Asiria, Mesopotamia e Israel (Foucault, 2006c: 151).
Y surge de la mano de una singular teología, de una concepción
específica de la divinidad: los dioses gobiernan a los hombres de
la misma forma en que un pastor gobierna su rebaño. De esta teo-
logía se pasa fácilmente a una teopolítica que tiene una concepción
muy particular de la soberanía: la función del rey es la de servir
como una especie de “pastor designado” que debe gobernar a
los súbditos del mismo modo en que los dioses gobiernan a los
hombres. Siendo el pastorado una relación fundamental entre
los dioses y los hombres, el soberano participa integralmente de
esta estructura en la medida en que gobierna el rebaño que le
fue confiado por los dioses. El pastorado, en suma, es un tipo de
poder fundamentalmente religioso, muy específico del Oriente
mediterráneo. En el mundo griego y romano clásico nunca se
conoció la idea de que los dioses conducen a los hombres como
un pastor a su rebaño.
Ahora bien, no es el pastorado hebreo, ni egipcio, ni mesopo-
támico el que interesa a Foucault, sino el pastorado específica-
mente cristiano. En la clase del 15 de febrero dice que la verdadera
historia del pastorado como matriz de procedimientos de gobier-
no de los hombres recién comienza con el cristianismo (Foucault,
2006c: 176). Se refiere con ello al modo en que a partir del año 380
d.C. el cristianismo se instaló como religión oficial del Imperio
romano, asumiendo funciones de gobierno sobre la vida cotidiana
de las personas con el fin de conducirlas a la salvación. Hay que
decir, sin embargo, que el interés de Foucault no se dirige al cris-
tianismo en general, ni como religión ni como institución eclesial,
sino al conjunto muy específico de técnicas de conducción de la
conducta que se desarrollaron a lo largo de toda la Edad Media
europea. Cuando Foucault habla del “poder pastoral” no se está

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR