Pensar el socialismo después de la Revolución de 1974 - Parte I. Revolución y transformación del Estado - Democracia y transformación social - Libros y Revistas - VLEX 857329545

Pensar el socialismo después de la Revolución de 1974

AutorBoaventura de Sousa Santos
Cargo del AutorProfesor Catedrático Jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra, Distinguished Legal Scholar de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison y Global Legal Scholar de la Universidad de Warwick
Páginas131-162
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Capítulo 3
PENSAR EL SOCIALISMO DESPUÉS DE LA
REVOLUCIÓN DE 19741
Hubo un tiempo, hace poco, en que el proceso sociopolítico
portugués pasó o pareció pasar por un período de grandes
opciones. Hoy (1981) estamos claramente en un período de
pequeñas opciones que, de tan pequeñas, más bien parecen
configurar un período de sin salida.
Sin embargo, dado el carácter contradictorio y complejo de
los procesos sociopolíticos de las sociedades contemporáneas,
es posible que cada uno de estos períodos porte, o haya portado,
en sí mismo, su doble. Así, en pleno período revolucionario, a
la sombra de la transición (o transiciones) hacia el socialismo
(o socialismos), avanzó la transición hacia la recomposición del
capitalismo portugués. En el período que siguió, después del 25
de noviembre de 1975, es cierto que a la sombra de la transición
hacia el pragmatismo socialdemócrata avanzó la reconstrucción
de una clase política capaz de conducir el proyecto, ya entonces
definido, del capitalismo asociado dependiente. Y hoy, en pleno
1 Traducido del portugués por Jineth Ardila.
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período de impasse, es muy posible que la consolidación de ese
proyecto contenga en su sombra la constitución de un amplio
espacio ideológico, político y cultural donde, por primera vez
en la historia reciente del país, sea posible que la izquierda
piense el futuro sin que sea en términos de la toma del poder.
Si así fuera, es posible entonces que el período de sin salida
lo sea solo para las fuerzas que hoy detentan el poder en nues-
tro país y no también, como ha sucedido, para las fuerzas que
se le oponen estructuralmente. El texto que sigue se basa en la
creencia de esa posibilidad e intenta reforzarla.
¿de qué Partimo s?, que es Lo mismo que
Preguntar: ¿qué riesgos corremos?
La medida de los peligros se deriva del análisis de la realidad in-
ternacional e interna. La insistencia excesiva, y por eso abstracta,
del pensamiento crítico y sobre todo marxista en el diagnóstico
de sucesivas crisis cada vez más profundas y definitivas del sis-
tema capitalista mundial, acabó por desacreditar el concepto
de crisis, transformándolo en uno de los arquetipos ideológicos
del discurso supuestamente científico-crítico o revolucionario.
Por reacción, en los últimos tiempos se ha caído en el exceso
opuesto de ver en todo la capacidad de sobrevivencia y de ex-
pansión del capitalismo, lo que, más allá de basarse igualmente
en presupuestos ideológicos, conduce a una actitud política
estática o incluso apologética. En el cortocircuito histórico del
Portugal pos-1974, vimos cómo funcionaban sucesivamente
las dos concepciones, muchas veces suscritas por las mismas
personas, grupos u organizaciones.
Por encima de estas exageraciones es forzoso reconocer
que los países capitalistas centrales, en especial los europeos,
atraviesan un período difícil, un período de crisis que, como
no podría ser de otra forma, repercute con particular gravedad
en la clase obrera y en la pequeña burguesía con ingresos fijos.
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Al contrario de lo que generalmente se piensa, esa crisis
se basa solo marginalmente en la subida de los precios del
petróleo. La llamada crisis de energía no fue provocada para
beneficiar a los países árabes —cuyos beneficios son menos
reales que ficticios y, en todo caso, solo a corto plazo—, sino
para producir un reajuste o un desplazamiento en los centros
de reproducción del capital y, en últimas, una reformulación
del proceso de acumulación, juzgada como necesaria para la
estabilización a mediano plazo del sistema capitalista mundial.
La crisis del petróleo fue, por lo tanto, “funcional” a ese siste-
ma en su conjunto, aunque algunos sectores industriales (por
ejemplo, la industria del automóvil) o áreas (Europa) hayan sido
perjudicadas por los cambios producidos. La crisis del petróleo
buscaba, en el fondo, aplazar otra, esa sí grave y antigua, cuya
superación, incluso desde el punto de vista capitalista, supone
transformaciones mucho más profundas.
Esa crisis se basa en el cambio estructural de la economía
mundial en las dos últimas décadas y en el consiguiente fin del
orden económico internacional establecido en la posguerra.
Los momentos principales de este cambio estructural son los
siguientes: rápido aumento de la movilidad de los factores de
producción; configuración de las empresas multinacionales en
el elemento básico de la economía mundial; profundas modifi-
caciones en la oferta mundial de fuerza de trabajo.
El aumento de la movilidad de los factores de producción
se debe a una serie de desarrollos técnicos y organizaciona-
les. Entre ellos se destacan: la tecnología de los transportes
(contenedores, carga aérea, etc.); el sistema internacional de
telecomunicaciones; técnicas de gestión; rápido progreso en
la taylorización del proceso productivo a través del cual pro-
ducciones sumamente complejas son fragmentadas en fases
de producción extremadamente simples, teniendo como con-
secuencia, hoy genéricamente reconocida, la “polarización de
las cualificaciones” (trabajo cada vez más especializado que

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