Platón: Un cosmos de formas eternas e inmutables - Cosmos - Una historia de la verdad en occidente ciencia, arte, religión y política en la conformación de la cosmología moderna - Libros y Revistas - VLEX 874419956

Platón: Un cosmos de formas eternas e inmutables

AutorMauricio Nieto Olarte
Páginas55-74
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CAPÍTULO II
PLATÓN: UN COSMOS DE FORMAS
ETERNAS E INMUTABLES
SÓCRATES,
el maestro y personaje protagónico de los escritos de Platón, mar-
ca una nueva tendencia moral y política en la losofía griega, pero también
Sócrates es un símbolo del gran cometido losóco por diferenciar el cono-
cimiento (episteme) de la simple opinión (doxa). Como su maestro, Platón
consideró a la política y la moral los nes últimos de la losofía, pero el gran
legado de su obra fue construir una cuidadosa y profunda respuesta a la
gran pregunta por la verdad. Impresionado por la certeza y belleza de las
matemáticas, y no muy lejano de las ideas de Pitágoras, Platón argumentó
que el conocimiento, o la verdad, es una y eterna. Dicha certeza absoluta
solo es posible en un mundo de ideas abstractas, formas o esencias que exis-
ten de manera autónoma, por fuera del tiempo y del espacio, de modo inde-
pendiente de la experiencia sensible, de las cosas materiales, concretas y
particulares.
Platón (Atenas, Grecia, 427-347 a. C.)
Discípulo de Sócrates y, a su vez, maestro de Aristóteles, Platón es una gura cen-
tral en la historia de la losofía griega. Sus escritos cubrieron los ámbitos de la po-
lítica, la epistemología, la teología y la cosmología. Dentro de sus obras de madurez
más destacadas, la mayoría de ellas escritas en forma de diálogo, se encuentran El
Banquete, La República, Fedón, Parménides y el Timeo. Platón es reconocido por su
“teoría de las ideas”, según la cual existe una realidad inteligible, perfecta y pura
—el mundo de las ideas eternas e inmutables—, en contraste con lo material
transitorio e imperfecto. Hacia el año 387 a. C., en las cercanías de Atenas, Platón
fundó la Academia, una especie de escuela en la cual se compartían y enseñaban
conocimientos sobre matemática, medicina, astronomía y política. Uno de los
alumnos más destacados de esta institución fue Aristóteles, quien más tarde tam-
bién fundó un centro de enseñanza llamado el Liceo.
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COSMOS
Así, para Platón, la realidad está compuesta de ideas y formas. Todo
aquello que percibimos con nuestros sentidos es el reejo de un mundo eter-
no de formas abstractas. Un hombre en particular es un hombre no por sus
atributos especícos sino porque forma parte de una idea general, abstracta
y universal de hombre. Los árboles y los perros del mundo son árboles o pe-
rros en la medida en que son expresiones más o menos eles de las ideas de
árbol o de perro. En La República, para explicar la teoría de las formas, Pla-
tón se reere a la diferencia que hay entre las distintas mesas que puede
construir un carpintero, y la idea de mesa que existe en la mente del carpin-
tero. Las mesas particulares son intentos, todos imperfectos, de recrear la
idea de mesa.
De manera similar, si suponemos, como lo hace Platón, la existencia de
un artesano del mundo, de un demiurgo, este habría construido el cosmos y
todos sus componentes de acuerdo con una idea o plan del mundo y de las
cosas. Así, lo que vemos en el mundo material son copias imperfectas de
las ideas o formas que preceden lo material. En su famosa “alegoría de la
caverna”, en el libro
VII
de La República, Platón recrea un diálogo entre Só-
crates y Glauco que puede ser una buena manera de presentar la teoría pla-
tónica de las formas y de las ideas:
Imagina un antro subterráneo, que tenga en toda su anchura una abertura que
dé libre paso a la luz, y en esta caverna, hombres encadenados desde la infancia,
de suerte que no puedan mudar de lugar ni volver la cabeza a causa de las cade-
nas que les sujetan las piernas y el cuello, pudiendo solamente ver los objetos que
tienen enfrente. Detrás de ellos, a cierta distancia y a cierta altura, supóngase un
fuego cuyo resplandor los alumbra, y un camino elevado entre este fuego y los
cautivos. Supón a lo largo de este camino un tabique, semejante a la mampara
que los titiriteros ponen entre ellos y los espectadores, para exhibir por encima
de ella las maravillas que hacen.
—Ya me represento todo eso —dijo.
—Figúrate ahora unas personas que pasan a lo largo del tabique llevando
objetos de toda clase, guras de hombres, de animales de madera o de piedra, de
suerte que todo esto sobresale del tabique. Entre los portadores de todas estas
cosas, como es natural, unos irán hablando y otros pasarán sin decir nada.
—¡Extraños prisioneros y cuadro singular! —dijo.
—Se parecen, sin embargo, a nosotros punto por punto —dije—. Por lo
pronto, ¿crees que pueden ver otra cosa, de sí mismos y de los que están a su
lado, que las sombras que el fuego proyecta enfrente de ellos en el fondo de la
caverna?
—¿Cómo habrían de poder ver más —dijo—, si desde su nacimiento están
precisados a tener la cabeza inmóvil?
Y respecto de los objetos que pasan detrás de ellos, ¿pueden ver otra cosa
que las sombras de los mismos?

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