El poder de la prensa en Argentina en Crímenes apropiados, de Fabio Nahuel Lezcano - Segunda parte. La novela de crímenes - La novela de crímenes en América Latina: un espacio de anomia social - Libros y Revistas - VLEX 857331109

El poder de la prensa en Argentina en Crímenes apropiados, de Fabio Nahuel Lezcano

AutorGustavo Forero Quintero
Cargo del AutorDoctor Cum Laude en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, por un estudio sobre el símbolo del espejo en la novela histórica de Germán Espinosa, y Magíster en Études Romanes de la Universidad de la Sorbona (París IV)
Páginas271-303
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EL PODER DE LA PRENSA EN ARGENTINA EN
CRÍMENES APROPIADOS, DE FABIO NAHUEL LEZCANO
[L]a conciencia sigue pesando más que el presente.
(Lezcano 20)
Crímenes apropiados (2015), de Fabio Nahuel Lezcano (Buenos Aires, 1976),1
constituye una visión original de las relaciones espurias que existen entre la
prensa argentina —representada por los periódicos Diario y Diario B—, el
poder militar y el poder político: “sencillamente se trata de poder, esa es la
palabra clave. Ni más ni menos que poder. Y para mantener el poder hay que
hacer algunas concesiones. Las justas y las necesarias” (308), dice cínicamente
Ernesto Manggione Roble, propietario del Diario, al describir el núcleo de
su interés, en evidente perjuicio de los demás.2 “—Yo no sé si él sabe que
1 Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Como investigador, contribu-
yó al desarrollo del proyecto Martín Fierro Interactivo de la Biblioteca Nacional Mariano
Moreno de Argentina. Con Crímenes apropiados ganó la primera edición del Premio de
Novela Negra Cosecha Roja, convocado por la librería Cosecha Roja y la editorial Jpm. Junto
a escritores como Juan Carrá, Horacio Convertini, Gabriela Cabezón Cámara, Kike Ferrari,
Fabio Lannutti, Tatiana Goransky, Mercedes Giuffré, Selva Almada y Matías Bragagnolo
conforma la nueva generación de escritores de novela negra en Argentina.
2 Sobre este asunto, en una entrevista de José María Gatti, afirma el escritor (2015): “En este
caso, en Crímenes apropiados el tema es la cuestión del poder real frente al poder formal.
El poder real es el que se esconde detrás de las instituciones, el que está incluso sobre esas
instituciones, que genera su propia verdad y construye su propia ley disputando todo el
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Gustavo Forero Quintero
le dicen Dios” (76), advierte por su parte el periodista C del Diario B, refi-
riéndose a este empresario que, entre otras conductas punibles, no duda en
hacer de sus hijos apropiados (arrancados a su familia durante la dictadura,
de 1976 a 1983) sicarios para su protección y beneficio personal.
Justamente la minuciosa investigación de C —que se burla de su condición
detectivesca al afirmar “los detectives existen en Chandler no en la realidad”
(89)— de este último delito constituye el punto de referencia alrededor del
cual gira la novela. Con una propuesta formal de ires y venires temporales
que oscilan entre el presente de democracia y el pasado de dictadura; de
hechos actuales y recuerdos relativos a los protagonistas de estos hechos y a
los distintos gobiernos del país; y de las múltiples versiones en relación con
lo sucedido, la novela denuncia la anomia social del sistema y el papel del
escritor en ella.
En democracia, más o menos en 1983, el empresario Ernesto Manggione
enfrenta el juicio por la apropiación ilegal de bebés de padres “subversivos”3
durante la dictadura, tal como se advierte en el archivo de una de las carpetas
que conserva C y que sirven de base argumental para la dilucidación de los
hechos en la novela:
En las hojas estaban las fotocopias de las partidas de nacimiento adulteradas,
algunas de las hojas de los dos expedientes abiertos por el juicio que seguían las
abuelas de Plaza de Mayo; notas, editoriales de varios diarios que se ocupaban
del caso; documentación aportada por la fiscalía y fotos de los dos hijos presun-
tamente apropiados. (89-90)
En medio del juicio, el abogado de Manggione, designado con la letra K,
describe así una de las diligencias: “Los abogados de la querella convencieron
al juez para que los trajéramos [a los niños]. […] Pero pusimos la condición de
que las familias de los querellantes no los vieran” (144, cursiva en el original
que da cuenta de grabaciones de la voz).4 Entonces, solo el oficial Montenegro,
que a la postre trabaja para Manggione, tiene acceso a los niños, razón por
tiempo con el poder formal que es la política. Quien detenta el poder real en el caso de mi
novela está representado en la figura de un medio de comunicación” (138).
3 Expresión que utilizaban (y utilizan) los militares y los civiles que apoyaban (y apoyan) la
dictadura para justificar el genocidio y el terrorismo de Estado.
4 La cursiva tiene el propósito de diferenciar el discurso narrativo de unas supuestas gra-
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La novela de crímenes en América Latina: un espacio de anomia social
la cual una de las mujeres presentes en la audiencia grita: “—¡No puede ser!
¡Nosotras somos la familia de esos chicos! ¡Ese militar es un asesino! ¡No lo
dejen…!” (145). Por su parte, K explica de esta manera el contexto político
del proceso en contra de Manggione: “con la presión del tema del juicio a la
Junta5 y toda esa mierda, como que se abrió de gambas [el Presidente], pala-
bras del señor Manggione Roble” (169); el abogado “despotricaba contra el
nuevo gobierno por la situación en la que se encontraba su defendido” (144),
dice uno de los asistentes a la reunión. En tales circunstancias, “al fiscal de
la causa le llegaron pruebas del asunto” (169) y se produjo la detención de
Manggione por orden de un juez. Al respecto, el imputado solo declara ante
los medios de comunicación: “‘mi abogado les responderá, mi abogado les
responderá’” (112), evadiendo las preguntas. Sobre el asunto, el jefe de re-
dacción y el editor del Diario “hablaron de una especie de conspiración de
la gente del gobierno contra el Diario…” mientras C afirma con satisfacción:
“Nunca pensé en ver preso a ese hijo de puta” (121). En tales condiciones,
Bernaude, otro periodista del Diario B, también emite su opinión sobre el
caso: “Si mal no recuerdo, el juez este ayudó al gobierno del turco6 en varias
causas, pero ahora lo que hizo es muy grosso, corre peligro de que le hagan
juicio político y lo destituyan. Los abogados de Manggione no se van a que-
dar de brazos cruzados” (121). Así, más adelante, con el fin de desarrollar tal
aseveración, se informa que, “por ciertos negociados que tenía con la antigua
administración […] el juez fue destituido y el caso quedó en la nada” (175).
Por esta razón, K reitera la concurrencia de intereses políticos en la deten-
ción y señala: “La verdad pienso que tiene que haber algo más. Este gobierno
ayudó mucho al Diario y encima de eso al juez que ordenó la detención de
Manggione lo destituyen, muchas casualidades” (188). En pocas palabras,
tal decisión hace parte de la acción misma de Manggione que, a través de K,
le entrega un cheque al oficial Montenegro en recompensa por solucionar
las cosas: “El señor Manggione Roble cree que esta suma será suficiente como
baciones del resto de las voces literarias que componen la novela: la del periodista C, los
sicarios, etc.
5 Se refiere al proceso judicial que se inició en contra de la Junta Militar en 1985 por orden
del presidente Raúl Ricardo Alfonsín (1983-1989). “En el fondo yo le dije al señor Manggione
Roble: todo lo que hagamos va a ser al pedo si el que supuestamente manda tiene esa actitud.
Sirve para la fotito y nada más” (169), agrega inmediatamente el mismo abogado.
6 Se refiere, sin duda, al presidente Carlos Saúl Menem (1989-1999).

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