Populismo, democracia e insurgencia - Parte III. Democratizar la democracia - Democracia y transformación social - Libros y Revistas - VLEX 857329548

Populismo, democracia e insurgencia

AutorBoaventura de Sousa Santos
Cargo del AutorProfesor Catedrático Jubilado de la Facultad de Economía de la Universidad de Coímbra, Distinguished Legal Scholar de la Facultad de Derecho de la Universidad de Wisconsin-Madison y Global Legal Scholar de la Universidad de Warwick
Páginas231-246
231
Capítulo 6
POPULISMO, DEMOCRACIA
E INSURGENCIA1
Il Ponte (en adelante IP): Profesor De Sousa Santos, tal vez
podemos decir, parafraseando a Karl Marx, que un nuevo fan-
tasma recorre hoy Europa. Bien sea de izquierda o de derecha,
el populismo es el protagonista indudable del debate político
contemporáneo. La crisis de las democracias representativas abre
efectivamente, también en la vieja Europa, una modalidad de lo
político que el siglo xx conoció sobre todo en América del Sur.
¿Cuál es su posición sobre este fenómeno?
Boaventura de Sousa Santos (en adelante BSS): Es preciso definir
qué es el populismo, lo cual no es tarea fácil, dada la diversidad
de los contextos y de los fenómenos políticos que el concepto
ha sido llamado a caracterizar. En general, el populismo invo-
ca la idea de una construcción de subjetividades y modos de
actuación políticas hostiles a la mediación de las instituciones
1 Entrevista realizada por Francesco Biagi y Gianfranco Ferraro para la revis-
ta italiana Il Ponte, Año Lxxii n.° 8-9, agosto-septiembre de 2016, 212-222.
Traducida del portugués por Jineth Ardila.
232
de la democracia representativa, a veces indiferentes o incluso
hostiles a la diferenciación entre izquierda y derecha que ha
caracterizado la representación política, mediante el llamado a
una amplia convergencia de intereses y expectativas de mayorías
excluidas o amenazadas de exclusión por parte de enemigos
internos o externos. La obsesión por los enemigos radicaliza la
voluntad política transformadora contra el statu quo y le concede
un carácter identitario a la polarización entre nosotros y ellos.
El populismo tiende a privilegiar la participación en detrimento
de la representación, con una vocación antielitista, aunque, a
veces, delegada en un líder o incluso en un Estado en el que se
deposita afectivamente la esperanza en los días mejores. Debi-
do a su crítica de las mediaciones institucionales, el populismo
tiene una vocación antinstitucional o posinstitucional; tiende
a expresarse bajo la forma de movilizaciones masivas intensas
y fugaces en las que la denuncia política prevalece sobre la
formulación de alternativas políticas.
El populismo es una idea política extremadamente ambi-
gua. La primera ambigüedad es originaria y reside en la misma
noción de pueblo que, sobre todo después de la Revolución
francesa, designa tanto a la parte oprimida del conjunto de
las clases y grupos sociales que coexisten en el mismo espacio
geopolítico, como al conjunto de todas las clases y grupos. El
pueblo puede ser clase, nación, identidad etnocultural, masa
amorfa a la espera de ser un sujeto político, principio fundador
de la subjetividad política, en tanto sede del poder soberano.
La segunda ambigüedad reside en que la vocación antisistémica
que anima al populismo puede ser asumida por instituciones
(partidos políticos), que no pueden existir fuera del sistema,
e incluso por el mismo Estado, que preside al “sistema”. El
llamado a la reforma profunda del sistema no resuelve la am-
bigüedad, solo la desplaza hacia la discusión de los principios y
mecanismos específicos de la reforma. La tercera ambigüedad
consiste en que la polaridad entre izquierda y derecha, a veces
expulsada por la puerta, entra por la ventana bajo la forma

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR