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Prácticas de comunicación en la cultura popular

AutorJesús Martín-Barbero
Páginas35-52
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PRÁCTICAS DE COMUNICACIÓN
EN LA CULTURA POPULAR1
Jesús Martín-Barbero
Solicitado para formar parte de un libro colectivo sobre expe-
riencias de comunicación alternativa, es necesario que comience
por aclarar que este trabajo no versa sobre procesos alternativos
de comunicación, sino sobre la comunicación otra, que implica
en sí misma y revela ciertas prácticas cotidianas de las masas,
esa otra forma en la que se comunican tanto los grupos como
los individuos de las culturas populares.
Es sobre cultura, por tanto, más que de “comunicación” de
lo que aquí se va a tratar. O, si se prefiere, es de comunicación,
pero de la que se realiza por fuera de lo que la mitología mass-
mediática define como tal, sin canales ni medios oficialmente
reconocidos y sin tecnología importada. Vamos a hacer el relato
de ciertas prácticas —en plazas de mercado y cementerios—
que materializan y hacen visible la memoria popular, o mejor,
vamos a hacer el relato de lo popular como memoria de otra
matriz cultural amordazada, deformada, dominada. Pero nom-
brar esa cultura otra (negada) es nombrar aquella que la niega
y frente a la que se afirma a través de una lucha desigual y con
1 Este texto fue original mente publicado en Máximo Simpson (ed.), Comunicación
alternativa y ca mbio social, unam, México, 1981.
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frecuencia ambigua. Lucha que remite al conflicto de clases,
pero sin agotarse en él, ya que remite también, y desde más
lejos, a la conflictiva convivencia en nuestra sociedad de dos
economías: la de la abstracción mercantil y la del intercambio
simbólico (Baudrillard, 1972, pp. 63-66 y pp. 212-223; 1976,
pp. 7-13). La primera es aquella donde la significación de cada
objeto depende de su “valor”, en que el sentido de un objeto se
produce a partir de su relación con todos los demás objetos, esto
es, a partir de su valor abstracto de mercancía —valor “abstraí-
do”, separado del trabajo— y de su inscripción en la lógica de
la equivalencia, según la cual cada objeto vale por o puede ser
intercambiado por cualquier otro. La segunda es aquella en que
los objetos significan y valen en relación con los sujetos que los
intercambian, aquella donde el objeto es un lugar de encuentro
y de constitución de los sujetos: inscripción, por tanto, en otra
lógica, la de la ambivalencia y el deseo.
No estamos idealizando situaciones, sino proponiendo una
clave de lectura para las prácticas que vamos a narrar, ya que
estas no se inscriben en una diferencia interior al discurso bur-
gués —como las estudiadas por Verón en su investigación sobre
el doble discurso y en conflicto con él (1973; 1974)2. Porque,
en las plazas de mercado y en los cementerios tradicionales, lo
popular no es solo asunto de consumo, de “recepción”, sino de
positiva emisión, o mejor, de producción. La plaza de mercado
y el cementerio son, para las masas populares, un espacio fun-
damental de actividad, de producción de discurso propio, de
prácticas en las que estalla un cierto imaginario (el mercantil) y
la memoria popular se hace sujeto constituido desde otro ima-
ginario y otra lengua.
El relato que vamos a hacer recoge esquemáticamente una in-
vestigación llevada a cabo con alumnos de los cursos de semiología
2 Pero aun cuando se trata de otra diferencia, en la medida en que la investigada
por Verón remite a las condiciones de producción del discurso, no pocas de sus
constataciones sobre lo popular coinciden con l as que se presentan en lo que
sigue.

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