Palabras pronunciadas por Carlos Holguín Holguín en la Inauguración de la Sala Constitucional del Congreso - Historia Constitucional - Carlos Holguín Holguín. Escritos - Libros y Revistas - VLEX 43287496

Palabras pronunciadas por Carlos Holguín Holguín en la Inauguración de la Sala Constitucional del Congreso

AutorTomás Holguín Mora y Paula Torres Holguín
Páginas272-280

Page 272

Señor Presidente de la República, señores ex presidentes Doctores Alfonso López Michelesen y Julio César Turbay;

Señores Presidentes y Vicepresidentes y demás dignatarios del Honorable Senado de la República y de la Cámara de Representantes;

Excelentísimo señor Nuncio Apostólico, decano del cuerpo diplomático y Señores Embajadores Señores Ministros, Señores ex Ministros,

Señores miembros de las Fuerzas Armadas, Honorables Senadores y Representantes;

Señora de López Michelsen, Señoras y Señores:

Con ocasión de inaugurar1 el Salón de la Constitución ha querido el Honorable Senado de la República que, en unión del ilustre ex Presidente de la República, y eminente constitucionalista, Dr. Alfonso López Michelsen, lleve la palabra en el homenaje que en esta oportunidad se rinde a la Constitución y a los ilustres hombres de Estado, Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, padres de la Carta de 1886, y a los ex Presidentes Alfonso López Pumarejo y Darío Echandía, autores principales de la reforma de 1936, cuyos bustos y efigies presiden este recinto.

Con timidez y reticencia, debidas a mis escasos méritos, he aceptado el honroso encargo de desempeñar tan elevado cometido por la devoción que profeso a la Constitución y a sus autores. Sobra ponderar la vigencia centenaria del estatuto de 1886, y los cincuenta años de la reforma de 1936. Aquélla ha logrado, con los indispensables reajustes de sus modificaciones, unificar en torno de sus normas esenciales a los partidos que, desde los años iniciales de la prime-Page 273ra independencia, y a través de las guerras civiles del siglo XIX, afrontaron tesis que parecían irreductibles sobre la forma y estructura del Estado y del gobierno y sobre las relaciones de la Iglesia y el Estado. Hoy nadie discute la necesaria unidad nacional, especialmente en sus aspectos de identidad de legislación en todo el país, y el mando unificado en un sólo ejército nacional; tampoco la esencia del régimen presidencial, en forma de jerarquía piramidal, en cuya cima el Jefe del Estado, que es también Jefe del Gobierno, y que de él procede la autoridad político-administrativa de la nación. Existe, igualmente, acuerdo en la existencia de amplias garantías sociales y de derechos humanos, no en forma absoluta, sino condicionada por el interés de la comunidad y por el bien común. Subsisten opiniones encontradas sobre algunos temas y, en especial, sobre la mejor forma de realizar la anhelada descentralización administrativa, propuesta igualmente por Núñez, al lado de la unidad política, o la discutida elección popular de alcaldes. Pero estas divergencias a nivel individual, ya no dividen a los partidos como tales, ni dan lugar a enfrentamientos de carácter político.

Resulta paradójico el entendimiento casi perfecto a que llegaron, en materia constitucional, los dos grandes espíritus de Núñez y de Caro, venidos de las vertientes más opuestas del pensamiento. Era, "el pensador del cabrero", un liberal auténtico. Había colaborado, como Ministro de Hacienda del general Mosquera, en la adopción de las medidas sobre desamortización de los bienes de manos muertas, contra la tenaz oposición de la Iglesia y del Partido Conservador. Después, asistió a la defensa del Convento de San Agustín, atacado por las fuerzas conservadoras, y se negó a integrar el quórum del Congreso que debía perfeccionar la elección presidencial de Don Julio Arboleda. Fue Núñez un librepensador, escéptico, divorciado y casado por lo civil conforme a las leyes radicales entonces vigentes. Después, ya viudo de su primera mujer, elevó a la dignidad sacramental su matrimonio y murió respetando los grandes principios de la religión.

Al regresar de Inglaterra, y después de adquirir una vasta experiencia, traía el propósito definido de reformar las normas de la Constitución de Rionegro de 1863 y así lo propuso a su partido. Comprendió la necesidad de unificar políticamente a la Nación y de poner fin a la guerra religiosa. Para ello organizó el Movimiento Liberal Independiente, pero el radicalismo le cerró el paso para la presidencia en 1876, le negó la aprobación como plenipotenciario en Washing-Page 274ton, se opuso sin éxito a sus candidaturas de 1880 y 1884 y, finalmente, ya Presidente, le hizo la guerra en 1885, que ha sido calificada por autoridades como un acto suicida. En su gobierno, ofreció Núñez las más altas posiciones a los radicales que las rechazaron, y...

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