Raíces judeocristianas del liberalismo breve estudio sobre un antecedente remoto del constitucionalismo - Núm. 3, Diciembre 2003 - Criterio Jurídico - Libros y Revistas - VLEX 43927570

Raíces judeocristianas del liberalismo breve estudio sobre un antecedente remoto del constitucionalismo

AutorLuis Eduardo Zamorano Aragón
CargoAbogado y filósofo de la Pontificia Universidad Javeriana Bogotá
Páginas176-205

Abogado y filósofo de la Pontificia Universidad Javeriana Bogotá. Actualmente adelanta estudios de maestría en filosofía en la Universidad del Valle. Es profesor de planta de la Carrera de Derecho de la Pontificia Universidad Javeriana Cali.

Page 176

¿Por qué se agitan las naciones,

y los pueblos mascullan planes vanos?

Se yerguen los reyes de la tierra,

los caudillos conspiran aliados

contra Yahveh y contra su Ungido:

"¡Rompamos sus coyundas,

sacudámonos su yugo!"

(...)

Y ahora, reyes, comprended,

corregíos, jueces de la tierra.

Servid a Yahveh con temor,

con temblor besad sus pies;

no se irrite y perezcáis en el camino,

pues su cólera se inflama de repente.

Salmo 2:1-3, 10-121

1. Liberalismo y constitucionalismo

Imitando a Heidegger podríamos decir que la pregunta por el poder se ha perdido; y lo ha hecho en un doble sentido. No sólo la dirección de las averiguaciones en estudios políticos ha quedado sin rumbo, sino que el problema auténtico del poder ha sido desatendido desde hace ya muchas generaciones. Hemos olvidado el sentido que esta cuestión tuvo originariamente para la tradición occidental. Por esto, recorremos los más diversos caminos sin la menor orientación. En asuntos políticos y jurídicos nunca antes había vivido Occidente una crisis de la magnitud que hoy enfrenta. Que la mayoría pueda considerar estas palabras un tanto exageradas, es una prueba más de la profundidad y gravedad de la circunstancia presente.

Vivimos en una época decisiva como ninguna otra. En el siglo XIX el mundo occidental escogió un camino que no ha abandonado desde entonces. Aquél tiempo fue el momento de la elección, el instante dramático en que había que elegir el destino al cual encaminar todos los esfuerzos. Fue una época grandiosa y trágica. Grandiosa, porque Occidente llegó a una altura vital que había venido buscando con esfuerzo desde su nacimiento, por allá en los Page 177 difíciles tiempos de la caída de Roma y la llegada de invasores bárbaros. Trágica, porque nuestro mundo tenía que elegir un nuevo proyecto al que dedicar sus gastadas energías. ¿Podría la vieja civilización occidental hacer un alarde heroico y optar por un nuevo proyecto que exigiría un despliegue superior de fuerzas? o ¿se abandonaría cómodamente a despilfarrar lo que con tanta dificultad y demora se había conquistado? Occidente hizo la elección de un heredero irresponsable. Al igual que el hijo prodigo que abandonó la casa del padre para dilapidar su herencia, Occidente olvidó su tradición y despreció los principios que lo sostenían; en cuestión de un siglo se ha encontrado desnudo, desorientado, y sin nada a que apelar. El evangelio cuenta que el hijo volvió a la casa paterna y ahí fue recibido con fiesta y gozo. Quizás, y digo sólo quizás, Occidente pueda volver a su casa y en ella encontrar el llamado que se ha ocultado.

Así como el siglo XIX fue el momento de la decisión, el siglo XXI es el momento de la redención. Occidente se juega la última oportunidad de corregir la elección que nuestros ancestros decimonónicos nos entregaron. Se presenta, entonces, la siguiente alternativa: la civilización occidental recuerda su origen, retoma el camino abandonado y se compromete en un proyecto acorde con su vocación o el olvido será invencible y la decadencia irresistible. Dentro de esta gigantesca empresa, el presente escrito pretende realizar una humilde labor. Se quiere brindar una luz sobre el principal problema del constitucionalismo contemporáneo recurriendo a una institución antiquísima que encontramos en la tradición judeocristiana: la soberanía divina.

¿Cómo empezar a recorrer el camino que nos hemos propuesto? ¿Cómo partir de la confusión para ir al origen, dirigirse a la antigüedad, y desde ella comprender el problema actual? Nosotros estamos en medio de la desorientación y en ese sentido es lo que tenemos más cerca. La crisis no es una realidad extraña y ajena, por el contrario, constituye radicalmente nuestra circunstancia. Caer en cuenta del error que reina en el mundo político y jurídico no debe costarnos mucha dificultad; aunque de otro lado, justamente por ser lo más cercano, se requiere un gran esfuerzo para poder atender aquello que damos por supuesto. Para lograr lo anterior, debemos escoger un camino que nos permita introducirnos de la manera correcta en el problema que queremos examinar. Debe bastarnos con caer en cuenta de algún tema político que se Page 178 presente en la actualidad con un alto grado de equivocidad. Hemos de ser capaces de dirigir y mantener nuestra mirada en ese problema, y poco a poco su despliegue nos irá revelando lo que estamos buscando.

En este sentido resulta pertinente dirigir nuestra atención al liberalismo. ¿Qué es eso de liberalismo? Pocas palabras como esta generan tanta ambigüedad y confusión. Usarla trae como consecuencia necesaria malos entendidos. Quien pretende hablar de liberalismo se ve en la obligación de aclarar de que manera está comprendiendo esta noción. En efecto, en Colombia llamamos liberales simplemente a las personas que pertenecen al Partido Liberal o que lo apoyan. Este es un partido que se precia de estar adscrito a la Internacional Socialista, organización que afirma en sus principios, por ejemplo, lo siguiente: "El movimiento socialista democrático sigue defendiendo la socialización y la propiedad pública en el marco de una economía mixta"2. Además, ella cuenta entre sus miembros al Partido Socialista de Argentina, el Movimiento de la Izquierda revolucionaria de Bolivia y el Partido Socialdemócrata de Alemania. De otro lado, en Estados Unidos, la tierra de la libertad, hallamos a los liberals, cuyos postulados son más parecidos a los de la socialdemocracia y el Estado de bienestar que a las teorías propugnadas por un Jefferson o un Locke. En el mundo intelectual se consideran liberales a personas como John Rawls y John Maynard Keynes, cuando son todo lo contrario; y en cambio, liberales de la talla de Lord Acton, Lysander Spooner y Ludwig von Mises pasan completamente desapercibidos. Incluso nos topamos con el oscuro y vilipendiado neoliberalismo, que no pasa de ser una curiosa mezcla incoherente de estatismo con una concepción falsa e incompleta del capitalismo. El término liberal se ha hecho equívoco, es usado por todos y para todo. Quien quiera aclarar no pocas dificultades de la circunstancia presente, encontrará en la historia de la equivocidad de este término las principales claves para aventurar una interpretación de la vida de Occidente en los dos últimos siglos.3 Tamaña tarea escapa nuestras fuerzas y propósitos, pero no sería muy arriesgado decir que gran parte de la confusión se origina en que la libertad, aunque se ignore Page 179 qué es, ha apelado y sigue apelando a las más profundas entrañas de la cultura occidental. Occidente considera que la libertad y todo lo que tenga que ver con ella es valioso. Así como en alguna época toda gesta, batalla y obra se emprendían en nombre de la Cruz, hoy es común oír que las guerras se combaten en nombre de la libertad. En todo caso, lo que debe interesarnos es caer en la cuenta que el liberalismo tiene hoy la más diversa serie de significados, algunos contradictorios entre sí, y que en estricto sentido reina la más absoluta confusión al respecto.

Ratifiquemos lo anterior con unas palabras de Jesús Huerta de Soto en 1998:

La confusión a nivel político y doctrinal es tan grande que en muchas ocasiones los intervencionistas más conspicuos como John Maynard Keynes, terminan apropiándose del término "liberalismo" que, al menos en Inglaterra, Estados Unidos y, en general, en el mundo anglosajón pasa a utilizarse para denominar la socialdemocracia intervencionista impulsora del Estado del Bienestar, viéndose obligados los verdaderos liberales a buscarse otro término definitorio ("classical liberals", "conservative libertarians" o, simplemente, "libertarians"). 4

Abandonemos nuestro tiempo y vayamos un poco atrás. En 1962, Ludwig von Mises escribía en el prefacio a la edición en inglés de su obra Liberalismus lo siguiente:

Pero de la filosofía liberal del XIX ya, prácticamente, nadie se acuerda. En la Europa continental, pocos son, en verdad, quienes de la misma guardan memoria. En Gran Bretaña, el adjetivo "liberal" se utiliza, por lo general, para designar un programa que poco difiere del totalitarismo socialista. En los EEUU, el término "liberal" ampara actualmente un conjunto de ideas y postulados políticos que constituyen la propia contrafigura de lo que aquel vocablo significaba para anteriores generaciones. El americano que se autodenomina liberal milita invariablemente a favor de la omnipotencia estatal, es enemigo encarnizado de la libre empresa y aspira a la planificación de todo por parte de la Autoridad, o sea, en otras palabras, que desea implantar el socialismo. 5

De estas palabras podemos obtener algunas pistas valiosas para la búsqueda que nos hemos propuesto. En primer lugar, nos damos cuenta que la confusión Page 180 que reina hoy en día es cualquier cosa menos novedosa. Al igual que en nuestro tiempo, en 1962 se ignoraba que era el liberalismo y se le asignaba a este término gran diversidad de significaciones. También nos enteramos que esta desorientación se debe a un problema de memoria. La gran mayoría de personas han olvidado lo que el liberalismo postulaba. Estas dos averiguaciones nos señalan un posible camino a seguir: de un lado, se trataría de poder seguir retrocediendo en el tiempo para darnos cuenta de la dimensión del olvido, y de otro, de oír lo que tienen que decir los diferentes autores, por ejemplo Mises, para aclarar la confusión y explicar lo que es el liberalismo. En este sentido nos conviene, por ahora, limitarnos a avanzar un poco más en nuestro retroceso histórico, ya que quizás puedan descubrírsenos no pocas cosas en la medida que nos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR