Reseña de Rafael E. Acevedo P. - Núm. 54, Diciembre 2015 - Revista de Estudios Sociales - Libros y Revistas - VLEX 649660049

Reseña de Rafael E. Acevedo P.

AutorRafael E. Acevedo P.
CargoDoctor en Historia por la Universidad de los Andes, Colombia
Páginas192-196
LECTURAS192
Reseña de Rafael E. Acevedo P.*
DOI: http://dx.doi.org/10.7440/res54.2015.15
—con frecuencia, y sin entrar en generalizaciones— en
la ciencia histórica: la carencia de “cuadros de referencia
cientícamente elaborados y vericables”, o dicho de
otra manera, el abandono —o la suplantación— del
contexto de los fenómenos concretos por la “interpre-
tación arbitraria”.
Para Elias, la ciencia de la historia debía ser susceptible,
al igual que en el trabajo de los sociólogos, de entender
las conguraciones especícas de una sociedad a partir
de la claricación de las relaciones sociales. El punto de
vista del sociólogo venía entonces a complementar el
punto de vista histórico, no sólo al destacar las acciones
de los hombres sino al analizar sus interdependencias
o poner de relieve las posiciones sociales. Un poco, las
anotaciones de aquel sociólogo —aunque no serían
las únicas— sirvieron a los historiadores (sobre todo
de la nueva historia cultural) para repensar y evitar las
rígidas oposiciones dadas a priori, como la distinción
excluyente entre las élites y el pueblo, entre los
dominadores y los dominados, y por el contrario, para
pensar más en la idea del campo social (el contexto o —
siguiendo el ejemplo de Robert Darnton— el mundo en
el que circulan los documentos), que ayuda a explicar y
valorar la diversidad de las prácticas. En cierta medida,
porque como lo ha recordado Roger Chartier: “las
divisiones culturales no se ordenan obligatoriamente
según una única clasicación de las diferenciaciones
sociales […]” (Chartier 2005, 53).
Es esa perspectiva de análisis —en la que se intenta
recuperar la dimensión sociológica de la historia
cultural para evitar reducir el examen, por ejemplo, de
la Ilustración solamente a un “movimiento de ideas”—
la que otra vez explora Renán Silva en un nuevo libro
que acaba de publicarse en Colombia. Se trata de Cultura
escrita, historiografía y sociedad en el Virreinato de la
Nueva Granada, obra publicada por La Carreta Histórica
en 2015, en la cual este conocido historiador colombiano
vuelve a desempolvar el Papel Periódico de Santafé de
Bogotá —editado por Manuel del Socorro Rodríguez
desde 1791 hasta 1797— para investigar el campo de
la cultura escrita, de la comunicación periodística, de la
materialidad de los textos, de los sistemas de infor-
mación, de los procesos de constitución de identidades,
de los criterios de imparcialidad, de las conexiones
atlánticas, de la escritura de la historia, de la diversidad
de las prácticas de lectura y, sobre todo, de los modos
de argumentación en la emergente “cultura social de la
época” de los ilustrados al nalizar el siglo XVIII.
* Doctor en Historia por la Universidad de los Andes
(Colombia). Profesor del Programa de Historia en la Facultad
de Ciencias Humanas de la Universidad de Cartagena
(Colombia). Correo electrónico: rafacep17@hotmail.com
Teniendo como referencia el texto de Kant, me
pregunto si no se puede considerar la modernidad
como una actitud más que como un período de
la historia. Y por actitud quiero decir un modo de
relación con respecto a la actualidad; una elección
voluntaria que hacen algunos; en n, una manera de
pensar y de sentir, una manera también de actuar
y de conducirse que, simultáneamente, marca
una pertenencia y se presenta como una tarea […].
Foucault (2011, 81)
[…] El género antropológico de la historia tiene su
propio rigor, aunque pueda parecerles tan sospecho-
so como la literatura a los sociólogos rígidos. Esto se
apoya en la premisa de que la expresión individual
se maniesta a través del idioma en general, y
que aprendemos a clasicar las sensaciones y a
entender el sentido de las cosas dentro del marco
que ofrece la cultura. Por ello debería ser posible
que el historiador descubriera la dimensión social
del pensamiento y que entendiera el sentido de
los documentos relacionándolos con el mundo
circulante de los signicados, pasando del texto al
contexto, y regresando de nuevo a éste hasta lograr
encontrar una ruta en un mundo mental extraño.
Darnton (2004, 13)
Hace ya varias décadas —más exactamente, desde
nales de los años sesenta del siglo XX— el sociólogo
Norbert Elias llamaba la atención sobre la necesidad
de establecer una convivencia más cercana entre la
sociología y la historia en el trabajo investigativo. En la
edición en español de La sociedad cortesana, publicada
en 1982 —y reimpresa en 1996—, Elias realizó una
extensa introducción de su libro bajo el título “Socio-
logía y ciencia de la historia”, en la cual —en uno de los
tantos aspectos que señalaba allí— cuestionaba algunos
planteamientos históricos encaminados a la descripción
sólo de una “serie única de acontecimientos”. De
manera puntual dijo: “Lo que se llama historia aparece,
entonces, habitualmente, como un amontonamiento de
acciones particulares de hombres concretos que senci-
llamente no tienen ninguna relación […]” (Elias 1996, 13).
Intentando así entablar una discusión —que no vamos a
detallar aquí— en torno a un aspecto que notaba ausente

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR