El seguro de vida y sus extensiones de cobertura - Ramos y Pólizas - Seguros temas esenciales - Libros y Revistas - VLEX 705600401

El seguro de vida y sus extensiones de cobertura

AutorFernando Palacios Sánchez
Páginas455-545
XIII. EL SEGURO DE VIDA
Y SUS EXTENSIONES DE COBERTURA337
ALEJANDRO BARRERA MONJE338
1. Introducción a los seguros para personas
Las afecciones de la salud, las lesiones derivadas por accidentes o enfermedades,
los gastos médicos necesarios para atenderlas, así como los pagos requeridos para
un entierro, son riesgos a los que diariamente está expuesto el ser humano. Sus
consecuencias pueden graduarse entre leves, graves y hasta muy graves o fatales,
ya que pueden ir desde un simple dolor, o una contusión, o una herida o la mezcla
de las anteriores, hasta una incapacidad parcial o total, permanente o temporal, o
incluso la muerte. Como se puede apreciar, esas consecuencias afectan la integri-
dad física y/o su capacidad productiva y/o su patrimonio.
Los ataques de estos riesgos pueden ser más graves para quienes dependen eco-
nómicamente de otros, en caso de fallecimiento y/o invalidez del generador de los
ingresos, por cuanto se ven lesionados los estudios, la manutención, la salud. En
general, todos los proyectos que se tenían planeados para el futuro de esos de-
pendientes se ven dolorosamente truncados. Pero ahí no se detiene el problema,
toda vez que el desarrollo de los sistemas de crédito hace que se tengan acree-
dores, quienes también se pueden ver afectados por los ataques de los riesgos
en mención.
337 El presente trabajo fue revisado y actualizado por el doctor Hernán Castillo Linares.
338 Administrador de Empresas de la Escuela de Administración de Negocios (EAN), Colombia,
experto en seguros de vida. Ha sido profesor universitario y profesor fundador del Instituto
Nacional de Seguros.
456 SEGUNDA PARTE. RAMOS Y PÓLIZAS
Consecuentes con lo anterior, este escrito pretende dar a conocer algunos de los
aspectos a través de los cuales un sistema de seguros de personas puede proteger
las consecuencias de esas eventualidades, entre los cuales se pueden mencionar:
a) los seguros de salud con los que se atienden los gastos en que se incurra para
pagar los honorarios médicos, las medicinas, las prótesis, etc.; b) los seguros de
invalidez o incapacidad total y permanente; c) los seguros de accidentes persona-
les; y d) los seguros de vida que en realidad son de muerte. Sobre estos últimos se
entregan algunas nociones técnicas matemáticas, solo con el ánimo de dar a cono-
cer los fundamentos de los seguros de vida, el origen de las primas que se cobran y
conceptos propios de los seguros de personas como “reserva matemática.
Finalmente, el trabajo también tiene como objetivo demostrar la bondad del se-
guro de personas y contribuir a la creación de una conciencia de protección desde
la juventud, época en la que somos más ligeros, menos consientes de los peligros
que nos acechan y, por qué no decirlo, poco o nada previsivos en cuanto a la
protección de nuestro futuro y principalmente de quienes dependen de nosotros.
2. Los seguros sobre la vida: referencia histórica
El seguro tiene, en general, orígenes muy remotos, si se le considera como una
necesidad sentida por el hombre de precaverse contra futuros y temidos riesgos,
que pueden correr contra su persona y/o contra sus bienes. La realización de tales
hechos, lo que denominamos siniestros, debe dar lugar a la compensación eco-
nómica que persigue el sistema de seguros y que se denomina, genéricamente,
indemnización. Pero en los lejanos tiempos en que se inicia esta forma de protec-
ción, el seguro se basaba en aspectos puramente empíricos y no con los elementos
técnicos como lo trabajan hoy en día, fruto de la perfección que da la técnica
experimental, luego de las constantes y minuciosas observaciones sobre la ocu-
rrencia de los hechos materia del seguro.
El seguro racional moderno y en el especial el seguro sobre la vida, tiene un origen
relativamente reciente, pues se basa en fundamentos cientícos que llevan muy
pocos siglos de existencia.
La más antigua noticia que se tiene de una institución análoga en algo al seguro
de vida procede de Egipto, donde antes de la era cristiana se encuentra “una espe-
cie de asociaciones” cooperativamente organizadas en favor de los familiares del
fallecido, que presentan generalmente carácter religioso.
Se sabe también, por medio de un discurso de Lisias en la antigua Grecia, siglo V
a.C, que Atenas pagaba “rentas de invalidez” a los atenienses que por enfermedad
457
XIII. EL SEGURO DE VIDA Y SUS EXTENSIONES DE COBERTURA
o invalidez no pudieran ganarse la vida. Inicialmente, era un óvolo y luego, por la
guerra con Macedonia, se subió a dos óvolos.
También tiene más de veinte siglos de existencia la práctica romana de afrontar en
común, mediante la distribución del riesgo, las necesidades patrimoniales origi-
nadas por la muerte de una persona como, por ejemplo, pago de deudas y derechos
de sucesión.
En la época del Imperio Romano funcionaban unas asociaciones de gentes humil-
des llamadas collegia tenuorium, cuyo objeto era abonar a los derechohabientes
del fallecido perteneciente a la asociación, una cantidad para sufragar los gastos
de entierro y los funerales necesarios (se ponían a disposición más o menos pla-
ñideras, según la contribución), a cambio de unas modestas cuotas de ingreso y
mensualidades pagadas por los socios.
Ya en la Edad Media se podían comprar rentas vitalicias, pues como el comercio
había tenido un buen desarrollo, necesitaba dineros para su expansión, lo cual
vieron factible mediante la venta de rentas, hecho que se vio permitido deniti-
vamente mediante una bula papal de 1423. También se crearon mutualidades de
profesionales que se encargaban de sostener a la viuda y a los huérfanos de los
socios fallecidos o enfermos mientras se curaban.
Según Bodinus (en obra editada en 1951), probablemente fue en Italia donde se
crearon los montes pietatis, o sea bancos eclesiásticos que necesitaban grandes
capitales para el ejercicio de sus labores.
Así, por ejemplo, idearon la siguiente fórmula: nacía una hija y por ello el padre
depositaba una determinada cantidad en el montepío, donde no le pagaban inte-
reses. Cuando la hija se casaba, si lo hacía luego de cumplir los dieciocho años,
ella recibía diez veces la cantidad depositada por el padre a su nacimiento. Pero
si fallecía antes de esa edad, o si se quedaba soltera, la suma caducaba a favor del
montepío. Con el tiempo se permitió el cambio de beneciario si fallecía la hija.
En el siglo XVII y en vista de que el Estado gastaba más de lo que le ingresaba,
se realizaron los primeros proyectos sobre la base de los montepíos, con el n de
obtener fondos para su nanciación. Fue así como nació la tontina, nombre dado
por su creador Lorenzo Tonti. Su base teórica funcionaba así: el tontinario (el
Estado o un banco) abre una suscripción pública. Quien suscribe entrega cierta
cantidad con el n de obtener una renta vitalicia. El beneciario de dicha renta era
el propio suscriptor, o bien un hijo o hija del mismo, quien recibiría tales dineros
hasta la muerte del suscriptor o tontinista, quien podía ser una persona diferente.
Como dato curioso, en Francia escogieron como tontinista a Luis XVI quien por

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